Hijo de familia numerosa y de padres españoles, en sus primeros años desempeñó todo tipo de oficios. Su autodidactismo le llevó a leer y escribir ávidamente, bajo una atmósfera bohemia. Su padre lo animó a hacerse fotógrafo -camino que después seguiría su hermano Carlos-, pero las películas de Griffith, Chaplin y otros directores de la primera época de Hollywood, lo impulsaron a abordar otras iniciativas.
La actividad cinematográfica de la capital bonaerense le animó a probar suerte. Llamó a varias puertas, hasta que el director Julio Irigoyen le permitió trabajar “gratuitamente” en sus películas -que producía sin descanso-, y que José Agustín Ferreyra acepte sus primeros argumentos. Con apenas veinte años, Torres Ríos ya había escrito varios relatos, cuentos y poemas; mucha literatura, en unos años que no encontraba otra cosa.
Así pues, a lo largo de la década de los veinte, sus argumentos y alguna dirección ocasional en El puñal del mazarquero (1923) o Empleada se necesita (1925), le permiten sobrevivir, asumiendo igualmente tareas de montaje en la distribuidora Cinematográfica Terra -en la que, más bien, se dedicaba a aligerar las imágenes de películas europeas- y como publicitario, destacando además como letrista de tangos (uno de sus mayores aportaciones va a ser Sin embargo no estoy triste). Con la llegada del sonido, junto con su hermano Carlos, se dedica por un tiempo a vender equipos sonoros a las salas.
La oportunidad para volver a dirigir se la ofrece Julio Joly, un productor que le entrega un texto de Alberto Vacarezza para que lo traslade tal cual. Sin embargo, Torres Ríos además de cumplir el encargo, rueda una primera parte introductoria que llama la atención de los comentaristas de la época. Se trataba de El conventillo de la Paloma (1936), y con ella comenzaba en serio su carrera como director.
Uno de sus trabajos posteriores, La vuelta al nido (1938) levantaría todo tipo de polémicas tanto entre los espectadores como entre la crítica, aunque un sector de ésta destacó su importancia dentro del panorama nacional. Una serie de versiones cinematográficas de éxitos de escena porteños van conformando la carrera de este director a lo largo de los años.
Los cuarenta no son muy buenos para Torres Ríos, tanto profesional como personalmente. Su cine se reencuentra con una temática más localista, tanto de ambiente gaucho como el extraído de los barrios bonaerenses que él bien conocía. Es así como Pelota de trapo (1948) reúne ese paisaje humano de emigración, pobreza y orgullo, con un fondo dramático en torno al mundo del fútbol.
Sus siguientes películas van a evolucionar en torno a un realismo cotidiano que evitaba todo tipo de polémica, muy en la línea del cine argentino de la época. Si bien El crimen de Oribe (1950), película codirigida con su hijo, parece abrir un nuevo campo expresivo, sus siguientes trabajos se centran en adaptaciones literarias, historias deportivas, argumentos adolescentes, melodramas que enganchaban sin problemas al espectador. Su cine pretendió ser popular, alejándose de lo populachero, imagen repetida en buena parte del cine argentino con el que convivió.
FILMOGRAFÍA
Argumento:
1920: Palomas rubias.
1921: La gaucha.
1923: El guapo del arrabal; De nuestras pampas.
1926: La costurerita que dio aquel mal paso.
1944: La danza de la fortuna.
Guión:
1943: La piel de zapa.
Dirección y argumento:
1923: El puñal del mazorquero.
1924: Buenos Aires bohemio.
1925: Empleada se necesita.
Dirección, argumento y guión:
1938: Adiós Buenos Aires; La vuelta al nido; La estancia del gaucho Cruz.
1941: El mozo número 13.
1949: El hijo de la calle; Pantalones cortos; El nieto de Congreve.
1953: En cuerpo y alma.
1956: Edad difícil.
1959: Campo virgen.
Dirección y guión:
1939: El sobretodo de Céspedes; Los pagarés de Mendieta.
1940: La luz de un fósforo; Sinvergüenza.
1942: El comisario de Tranco Largo.
1944: El juego del amor y del azar.
1946: La tía de Carlos.
1947: La mujer más honesta del mundo; El hombre del sábado.
1948: Pelota de trapo; Romance sin palabras.
1952: La encrucijada.
1953: El hijo del crack.
Dirección y adaptación:
1947: Santos Vega vuelve.
Dirección, guión y montaje:
1942: ¡Gaucho!
Dirección y producción:
1950: El crimen de Oribe.
Dirección, producción y guión:
1955: Lo que le pasó a Reynoso.
1958: Demasiado jóvenes.
1959: Aquello que amamos.
Dirección, producción, argumento y guión:
1950: El regreso.
Director:
1936: El conventillo de la Paloma.
1937: Lo que le pasó a Reynoso.
1949: El hombre de las sorpresas.
1954: Corazón fiel.
Texto tomado del sitio: http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=torres-rios-leopoldo