Bajo esta línea subyacía el pensamiento de que la entrada de EEUU en la Primera Guerra Mundial había sido un error. El Congreso buscaba entonces aprobar leyes para tratar de evitar el tipo de conflictos que habían culminado con la entrada y participación de EEUU en aquella guerra.
La ley tuvo varias enmiendas posteriores: la enmienda de febrero de 1936 agregaba la prohibición de emitir préstamos a países beligerantes. En enero de 1937, una nueva enmienda extendió el efecto de la ley a las guerras civiles (se ve que se dieron cuenta de que se les había olvidado ese detalle justo cuando se desató la guerra civil española, con clientes potenciales pidiendo precio por armas varias…).
Pero claro, en 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial. Había que aminorar los efectos de la ley o al menos aggiornarlos convenientemente, no fuera cosa que quedaran atados de manos. Muchos ciudadanos, aunque se oponían a una intervención directa, estaban a favor de la ayuda a los aliados. Así fue como el 4 de noviembre de 1939 el Congreso aprobó una nueva ley, que era similar a la existente excepto por un detalle (un pelín significativo, digamos): la ley ya no incluía la prohibición para vender armas a las naciones beligerantes, siempre y cuando las mismas transportaran dicho armamento en sus propios barcos. A ese principio se lo denominó “cash and carry”, o sea, me tenés que pagar las vituallas en efectivo (“cash”) y las tenés que venir a retirar vos (“carry”), yo no hago delivery. La ley mantenía la prohibición a los buques estadounidenses para ingresar a zonas de combate.
Esto benefició principalmente a Gran Bretaña y Francia, que ahora sí podían comprar armamento y material bélico a los EEUU para hacer frente a la Alemania nazi. Este cambio en la ley fue el resultado de la política del presidente Roosevelt, que desde hacía un par de años venía empujando para que EEUU mirara hacia afuera, pero cuidándose de que sus enemigos políticos no lo acusaran de querer entrometerse en disputas extranjeras. A pesar de sus declaraciones públicas en contrario, apenas estalló el conflicto y Hitler invadió Polonia, Roosevelt promovió una sesión extraordinaria en el Congreso para considerar oficialmente la revocación del embargo de armas que sostenía la Ley de Neutralidad de 1935.
Muchos legisladores se opusieron, también varias personalidades públicas y populares, pero Roosevelt consiguió convencer a sus rivales y al cabo de seis semanas de debate se votó, con consenso de la mayoría, por levantar el embargo de armas que sostenía la vieja ley.
Esta medida fue además el primer paso para sacar a EEUU de su aislamiento y a su vez fue el antecedente de lo que sería la Ley de Préstamo y Arriendo (“Lend and Lease”) de marzo de 1941.
Roosevelt afirmó que suministrar a los aliados lo que necesitaran para combatir la agresión alemana era una política mejor que cualquier otra “para mantenerse fuera de la guerra”. Y mientras Estados Unidos apoyaba desde ese lugar a los aliados, su ejército se mantenía fuera del conflicto bélico… hasta que el ataque a Pearl Harbor hizo que fuera imposible seguir manteniéndose al margen. La Ley de Préstamo y Arrendamiento permitió que, a cambio de esa ayuda, Estados Unidos recibiera el arrendamiento de bases militares y navales en territorio de sus países aliados durante la guerra.
En definitiva, la Ley de Neutralidad (y sus enmiendas) fue anulada por la práctica aún antes de que el mismo EEUU entrara en guerra. La cosa empezó con un “no le vendemos nada a nadie”, y terminó “te doy lo que necesites, gratis, y ya que estamos, dejame ubicar a mi gente y mis beartulos en tu territorio…”.