La arquitectura de Alejandro Bustillo representa las inquietudes estilísticas que la clase acomodada ostentaba en 1930. Con una inconfundible impronta europea emprendió más de 400 obras y un puñado de urbanizaciones. Comprenden cascos de estancia a lo largo de la provincia de Buenos Aires, elegantes embajadas y museos en la capital, íconos de postal en Mar del Plata y conjuntos emblemáticos en Bariloche. Entre sus obras más famosas están el Banco Nación Tornquist (1927-1929), la casa de Victoria Ocampo (1928-1930), la playa Bristol, el Hotel Provincial y el Casino de Mar del Plata (1937-1939), el Hotel Llao Llao (1935-1939), en Bariloche, la actual embajada de Perú y emplazamientos para monumentos como el de Simón Bolívar (1942), el Monumento a la Bandera de Rosario (1957) -junto al Ángel Guido y los monumento a Julio Roca (1941) y José Artigas, entre otros. Arquitecto, pintor y escultor, también se destacó como urbanista: las villas Llao Llao, Traful y La Angostura, conjuntos de gran interés turístico, llevan su firma.
Acomodado desde la cuna, nació en 1889 con un futuro alentador. Sus padres, María Luisa Madero y el doctor José María Bustillo, pertenecían a una familia tradicional, descendiente del general Bustillo que peleó durante nuestras guerras civiles, que sin inconvenientes costearon su educación en el colegio industrial Otto Krause y luego, en el Politécnico Superior y en la Escuela de Arquitectura, que en esa época dependía de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UBA.
Sus inquietudes plásticas y artísticas ya asomaban durante el colegio secundario. En 1912 se presentó por primera vez a un concurso de pintura y lo ganó. Su autorretrato recibió el Primer Premio del Salón Nacional de Pintura del Museo de Bellas Artes.
Dos años más tarde, en 1914, recibió el título de arquitecto y con el diploma bajo el brazo se mudó al campo para realizar sus primeras experiencias en proyectos de cascos de estancias. El sostén familiar y los vínculos con el poder siempre jugaron de su lado. Su hermano, el ingeniero José María, fue ministro de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires, entre 1936 y 1940, durante la gobernación del doctor Manuel A. Fresco. Y otro de sus hermanos, Exequiel, fue el primer director de Parques Nacionales, entre 1934 y 1944.
La casa de campo en Estación Pila (1916) y la estancia La Primavera (1918), en Cañuelas, fueron construidas para uso personal y familiar. En este establecimiento su padre llevó adelante un criadero de Aberdeen Angus, una empresa familiar que luego retomaron varios de los ocho hijos que tuvo con Blanca Ayerza: César (1917), Jorge (1918), Alejandro (1920), Mario (1922), Nelly (1923), Marta, Blanca e Inés (1928).
Desde sus inicios fue clara la influencia de corte francés que inspiraron algunos de sus maestros: Alejandro Christophersen, Eduardo Le Monnier y René Karman, entre otros. Pero fue en Francia donde terminó de definir su estilo. Entre 1921 y 1923 se radicó en París, y allí incorporó los movimientos del momento: el neoclasicismo y el modernismo. En la Ciudad Luz también tejió importantes relaciones con la burguesía argentina, diplomáticos, políticos y ganaderos que, como él, cumplían el ritual del viaje y las largas estadías en Europa. A ellos luego les levantaría imponentes residencias, casonas y cascos de estancias. Tornquist, el banquero, le encargó el banco del microcentro porteño y su residencia en el barrio de Palermo Chico (hoy embajada de Bélgica), el corazón parisino que también albergó la vivienda de Victoria Ocampo.
Durante su visita a Buenos Aires, Le Corbusier halagó su obra, que forma parte de todos los circuitos culturales y arquitectónicos de la ciudad: “El interior de la casa es de una pureza raras veces vista”, dijo el arquitecto suizo, según consigna Martha Levisman, autora de Bustillo, un proyecto de arquitectura nacional. El libro de la arquitecta e historiadora cuenta con un valor documental incalculable, ya que recorre las casi 400 obras de Bustillo a través de 500 páginas y mil fotografías, muchas inéditas. Es que Bustillo le encomendó la custodia y curaduría de todos sus archivos y documentos. Levisman también editó “Bustillo en Patagonia” un recorrido que pone en valor las obras más emblemáticas.
El Museo de Bellas Artes fue el primer desafío que asumió Bustillo en 1933 a pedido del gobierno nacional (el general José Félix Uriburu). El edificio que alojaba la Casa de Bombas, en Av. del Libertador al 1400, cambiaba de piel y se transformaba en una caja contenedora de arte, con amplias salas de exhibición. Además de proyectar el museo, Bustillo fue designado como asesor de la Dirección Nacional de Bellas Artes. Entonces, también tuvo a cargo la refuncionalización del Palais de Glace, que inicialmente fue concebido como pista de patinaje sobre hielo, a imagen y semejanza de un complejo similar en París. La remodelación encarada por Bustillo conservó el planteo circular, aunque descartó los ornamentos y las cúpulas.
Codearse con la elite y los funcionarios políticos lo llevó a ejecutar obras de gran escala a nivel estatal. El Banco de la Nación Argentina fue quizás, la más colosal. Protagonista de la city porteña, forma parte del conjunto urbano que integran la Casa de Gobierno, el Ministerio de Economía y ex Banco Hipotecario, rodeando la Plaza de Mayo.
Por las dimensiones del proyecto, Bustillo se dedicó exclusivamente a este edificio que nació bajo un encargo singular: “Un monumento pensado para ser eterno”. Según consigna Jorge Ramos de Dios en Maestros de la Arquitectura Argentina, Bustillo cerró su estudio y trabajó a tiempo completo en esta obra. Una enorme maqueta de yeso y más de 1.500 planos fueron sus aliados para analizar el impacto urbano del volumen que ocupaba la manzana entera. Con 100.000 m2 y 40 metros de altura, la envolvente estructura está materializada con piedra cuarcita traída de Chapadmalal y Balcarce. Imponente y colosal, el interior revestido en mármol, piedra y bronce persigue el objetivo del edificio inmortal y grandilocuente. Su espectacularidad le valió la calificación del “King Kong neoclásico”, en palabras de Tomás Maldonado, Francisco Bullrich y Carlos Méndez Mosquera, críticos de Bustillo.
A pocas cuadras, en la esquina de Diagonal Norte y Perón, otra impronta monumental lleva el adn europeo y ceremonial: el Hotel Continental, cuyo esquema clásico también se reproduce en un puñado de residencias particulares desplegadas por la Recoleta. Gran parte de las familias del establishment le encargaron casonas con amplios salones, escaleras de honor y áticos.
Durante 10 años, entre 1934 y 1944, Bustillo delineó en Bariloche una tipología de arquitectura con lenguaje constructivo propio. Mientras su hermano Exequiel fue presidente de Parques Nacionales, dotó la región de un estilo que integró los conjuntos al entorno y propuso un diálogo abierto con el paisaje, en un marco espectacular de lagos y montañas.
El Centro Cívico (junto al arquitecto Ernesto de Estrada), la hostería de la Isla Victoria, la iglesia Catedral, la capilla San Eduardo, el hospital Zonal, la estación invernal del Cerro Catedral, la Intendencia de Bariloche y los caminos entre la ciudad y el Llao Llao componen la serie de grandes obras oficiales realizadas en la zona.
Los hermanos Bustillo dejaron su impronta sistemática abarcando distintas escalas. Desde el diseño de parques y urbanizaciones hasta hoteles (el Tunquelén, por ejemplo), sucursales de bancos, juzgados y el mítico puente de madera sobre el río Correntoso. La marca territorial definida por esta gestión se realizó a partir de una paleta de materiales determinados. Un mix de insumos locales y técnicas tradicionales que se sumaron a las propuestas que Bustillo había traído de Europa y quiso imponer en el sur.
El Centro Cívico se construyó en hormigón armado con mampostería interior de ladrillo y fue revestido con maderas de ciprés y piedra toba color verde extraída del Cerro Carbón. En los techos, optó por tejuelas de pizarra negra. Bustillo quería lograr un edificio de “estilo regional” y le puso tanto empeño que hasta redactó normativas que prohibían la construcción con materiales que no fueran típicos de la zona.
Concebido por Exequiel como “un imán para el turismo”, el Llao Llao es una de las obras más representativas de Bustillo, autor del proyecto que ganó el concurso privado y que desplegó su porte por todo el mundo. Con basamento de piedras, muros de troncos de ciprés y tejuelas de alerce, el conjunto logró una integración orgánica y organizada con la naturaleza, entre los lagos Nahuel Huapi y Moreno y con vista al volcán Tronador. Por su ubicación, a 25 km de Bariloche, fue proyectado como un complejo autónomo. Un año después sufrió un incendio y Bustillo lo reconstruyó respetando el proyecto original, aunque reemplazó la madera por piedra y concreto.
Dentro del Parque Nacional, los hermanos Bustillo impulsaron la creación de otro polo urbano: Villa La Angostura, donde la arquitectura de Alejandro dejó sus huellas en mansiones y residencias, muchas de ellas inspiradas en castillos franceses.
Mientras tanto, en Mar del Plata, la impronta de Bustillo es tan intensa que trascendió la típica postal. El Hotel Provincial, la Rambla y el Casino conjugan una identidad expresiva que, junto a la Playa Bristol, representan buena parte de la tradición del balneario que se transformó en el epicentro del turismo popular. El hotel y el casino componen un conjunto simétrico. Concebido para alojar a mil turistas, el hotel fue proyectado con suites y departamentos reservados a la clase política.
Del esplendor de los años 40 al deterioro de fines de los 90 y al resurgimiento, la obra emblema fue reinaugurada en 2008. La restauración integral, en manos de capitales privados (la cadena NH) rescató los materiales originales, los pisos de roble, la fachada y también los murales del lobby, obra artística de César Bustillo, el hijo pintor de Alejandro que se inspiró en personajes míticos, los fuertes vientos de la costa, y situaciones marítimas.
El arquitecto nacional murió a los 93 años, el 3 de noviembre de 1982. Sembró el país de edificios icónicos y dejó su huella en el imaginario social, sobre todo en la elite, pero también en las clases populares. “Yo soy un hombre de trabajo, de mucho trabajo, soy artista porque todo lo que he hecho he tratado de hacerlo con la mayor belleza posible y con la mayor utilidad”. Bustillo por Bustillo, la definición del hombre, el artista y el creador de buena parte de la arquitectura argentina.
Nota publicada en la edición especial Diccionario de la argentinidad viajera.
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