Notable autopublicista, maestro del misterio, era el prototipo del individuo donde los mitos y exageraciones convergen, a punto tal, que nadie sabe quién era realmente Aleister Crowley. Nació en Inglaterra hacia 1875, en plena época victoriana, en el seno de una familia acomodada y puritana. Tenía adoración por su padre, aunque su madre lo aborrecía a punto de llamarlo “la Bestia”, nombre que, al parecer, no le desagradaba tanto al joven Edward Alexander, que lo tomó como propio (además de cambiar el propio por Aleister que, según él, tenía más “gancho”). Heredero de la fortuna paterna, se instaló en un castillo, a orillas del Loch Ness (sí, el del monstruo), aunque pasó la mayor parte de su vida viajando por el mundo. Se inició en la francmasonería en México. Ingresó en el londinense Templo de Isis-Urania de la Orden Hermética del Alba Dorada, donde se enfrentó con otros miembros de la misma como McGregor Mathers. Poco satisfecho, abandonó dicha orden y creó la organización ocultista Astrum Argentum. Estudió filosofía y religión en China y la India, fue espía en Nueva York, y fundó una nueva religión llamada Thelema, durante su luna de miel en el Cairo.
La “gran bestia” fue un apologista del individualismo extremo, un hedonista promotor de la libertad sexual, que rechazaba los dogmas religiosos y a las autoridades sociopolíticas. No resulta extraño que lo hayan llamado “el hombre más malvado del mundo”, un título difícil de obtener en los tiempos que le tocó vivir.
Sus propuestas crearon un movimiento contracultural, al que adhirieron bandas como Led Zeppelin, cuyos integrantes (excepto John Paul Jones) participaban de los ritos orgiásticos que Crowley promovía.
De aquí nace la leyenda sobre las maldiciones que se precipitaron sobre sus integrantes: los accidentes automovilísticos de Robert Plant, la repentina muerte de su hijo, la caída de Sandy Denny (la musa de la banda) y la muerte por intoxicación alcohólica del baterista John Bonham, que marcó el fin de la banda.
Jimmy Page era un devoto seguidor de Crowley y sus ritos de magia negra, a punto tal de comprar Boleskine, la casa de Crowley a orillas del Loch Ness.
La casa fue abandonada e inexplicablemente ardió en 2016 (aunque no pueda descartarse que algún grupo que practicaba rituales satánicos la haya incendiado ya que desde 1992 permanecía inhabitada).
La inclusión de la imagen de Crowley en la portada de Sgt. Pepper’s Lonely Club Band, lo eleva al altar de la contracultura de los ’70. Su vida escandalosa y licenciosa (dicen que era el padre de Bárbara Bush) lo convirtió en líder de las bandas de Rock, incluidos los Beatles. “La única ideología que sustentamos es que hagas lo que quieras y que asumas tu propia responsabilidad”, dijo John Lennon cuando le preguntaban sobre la presencia de Crowley en la portada, en consonancia con los dichos del poeta ocultista. El disco fue lanzado 20 años después de la muerte de Crowley.
David Bowie, los Rolling Stones, The Doors y Iron Maiden, son solo algunos de los músicos que mencionan a la Bestia en sus canciones, al convertirse en el promotor del New Age, donde fusionaba la mística budista, con el yoga y el uso de alucinógenos, en un ambiente de unión con la naturaleza y libertad sexual.
En el primer disco solista de Ozzy Osbourne, luego de abandonar Black Sabbath, el cantante le dedica un tema, cuya música fue compuesta por el guitarrista Randy Rhoads, quien, no mucho después murió en un accidente aéreo.
Sin embargo, Crowley tenía su lado patriótico, ya que actuó en el contraespionaje antinazi, y según se cuenta, tuvo una activa participación en la captura de Rudolf Hess. Mussolini lo expulsó de Italia por “actos de extrema depravación”.
Crowley inventó la “V” de la victoria, adoptada por Churchill, como una contraposición mágica al poder de la esvástica, detalle que probablemente ignoran los justicialistas.