Felipe Varela nació en Huaycama, depto. de Valle Viejo (Catamarca), en 1819, era hijo del caudillo federal don Javier Varela y de doña Isabel Rearte. A los 21 años, presenció la muerte de su padre, cuando combatía para invadir Catamarca.
Varela se radicó en Guandacol (La Rioja), hizo pareja con Trinidad Castillo, hija del caudillo Pedro Pascual Castillo, quien fuera amigo de su padre, dedicándose al engorde de hacienda que vendían en los mercados chilenos de Huasco y Copiapó.
Luchó contra Rosas con Castillo en la Coalición del Norte, a las órdenes de Ángel Vicente Peñaloza. Derrotado, debieron refugiarse en Chile. Fue la primera de la muchas veces que debió buscar seguridad en el país trasandino.
Se asoció con el coronel Tristán B. Dávila, acaudalado vecino de Famatina, juntos realizaron negocios, con los que alcanzó cierta holgura económica.
En octubre de 1855, fue capitán de carabineros en Vallemar (Chile), fue nombrado en esa fecha, ayudante del jefe de la división de armas don Francisco de la Barrera, y revistaba como comisario agregado a la Plana Mayor del 2do. Escuadrón de carabineros de Atacama. Con otros oficiales argentinos también emigrados, asistió al asedio de la Serena, en defensa del gobierno chileno. Por su actuación en la revuelta fue premiado con un sable.
En diciembre de 1855, Varela regresó a nuestro país, y se incorporó en las filas del ejército como teniente coronel del Regimiento Nro. 7 de Caballería de Línea que comandaba el coronel Baigorria, destinado a Concepción de Río IV, frontera de indios. Baigorria había actuado contra Rosas mientras estuvo en las tolderías ranquelinas. Allí se trabó una larga y comentada enemistad con el general Saá, más conocido como “Lanza Seca”
Varela estuvo a las órdenes de Urquiza. Asistió a las fiestas mayas realizadas en Paraná, en 1858, donde desfilaron 16.000 hombres de las tres armas. A pedido de Urquiza, el 17 de junio de 1858, marchó al destacamento de la frontera de Tres de Febrero. Posiblemente, acompañó a Urquiza en la batalla de Cepeda.
De regreso a Cuyo acompañó como jefe de escolta, al gobernador Juan Saá, designado interventor en el gobierno de la Confederación para restituir el orden en San Juan, a raíz del asesinato del coronel Virasoro. Participó en la batalla de la Rinconada del Pocito, el 11 de enero de 1861 bajo el mando de Saá, contra los revolucionarios que pretendían impedir su entrada a la ciudad de San Juan.
Meses más tarde participó en la batalla de Pavón (el 17 de septiembre de 1861), como edecán de Urquiza.
Varela acompañó al Chacho Peñaloza cuando se sublevó en 1862, por el incumplimiento del Tratado de la Banderita. El gobierno de La Rioja, lo designó jefe de la Policía, constituyéndose en el hombre fuerte de la provincia.
En el mes de octubre juntamente con el coronel José Joaquín Baltar, encabezó un movimiento en apoyo de la Legislatura que derrocó al gobernador Domingo A. Villafañe.
Varela sostenía la política urquicista en La Rioja. En enero de 1863 fue comisionado por Peñaloza para realizar una gira por la provincia, con el objeto de pacificar las milicias alzadas contra los federales. En esta circunstancia fue derrotado por Víctor Maubecín en las Chacras.
Determinado a combatir las políticas centralistas de Mitre, Varela se alió con Carlos Ángel, Carlos María Álvarez y Severo Chumbita, pero fueron derrotados en varias refriegas por Manuel Taboada, en Capayán. Los Taboada fueron los más leales representantes de Mitre en el norte del país.
Caído el partido federal, y por las derrotas sufridas, Varela se radicó en Chile dedicándose a negocios particulares, pero en mayo del ’65, Varela se dirigió a Entre Ríos, donde Urquiza reunía soldados para la guerra contra el Paraguay. Aunque realizó incursiones por el interior del país como correo de Urquiza, Varela estaba en desacuerdo con las políticas de Mitre, especialmente por la guerra del Paraguay.
Volvió a Chile, donde presenció el bombardeo de Valparaíso por la escuadra española por las diferencias surgidas por las islas Chinchas. Eran los tiempos en que las deudas exteriores se cobraban por la fuerza.
Varela regresó al país, y el 6 de marzo de 1866, Urquiza destacó su conducta ante el vicepresidente, doctor Marcos Paz. Sin embargo, el 6 de diciembre del mismo año Varela dio a conocer una enérgica proclama en la que manifestaba que el pabellón que San Martín, Alvear y Urquiza llevaron altivamente en cien combates había sido arrastrado en los fangales del Paraguay; que Buenos Aires monopolizaba las rentas del país; que las provincias eran arrasadas por los agentes mitristas. Titulándose general y jefe de una “Cruzada libertadora”, regresó al país con varios compatriotas y algunos oficiales chilenos, entre los que se destacaba el coronel Estanislao Medina, después de asistir a Urquiza. Pronto verían que el entrerriano tenía otros planes.
En enero de 1867, en Guandacol Varela venció al coronel Linares, luego siguió a Jachál (Prov. de San Juan), donde organizó su ejército para marchar hacia el norte y sublevar esas provincias. Medina se adelantó, y el 4 de marzo en la villa de Tinogasta, derrotó al ex gobernador de Catamarca y comandante general de la provincia, don Melitón Córdoba, quien resultó muerto de un balazo.
Cuando Varela supo de este triunfo se dirigió a Chilecito, centro de operaciones de todas las montoneras, para unirse con las fuerzas de otros caudillos. Consiguieron reunir 350 infantes, 1.200 hombres de caballería y dos piezas de artillería. Designaron los jefes y oficiales, y distribuyeron los hombres en batallones de Cazadores Federales, con la denominación de “Urquiza”, “Varela”, “Peñaloza” y “Riojanos”.
Varela marchó hacia “Los Sauces” con la idea de dominar el norte. Pero la noticia de que Taboada había tomado La Rioja, lo hizo regresar. El 9 de abril retó a Taboada a combatir fuera de la ciudad “a fin de que esa sociedad infeliz no sea víctima de los horrores consiguientes a la guerra”. En la calurosa tarde del 10 de abril, las disciplinadas tropas nacionales comandadas por don Manuel Taboada, derrotaron a los hombres de Varela, quien logró escapar con solo 180 soldados a Jáchal. Esta victoria dio origen a la famosa “Zamba de Vargas“, porque se dice que los santiagueños bailaban al son de esta música en plena batalla.
El 5 de junio Varela logró vencer al general Paunero en “Las Bateas”; siguió por la quebrada de Miranda, y el 16 del mismo mes derrotó al general José María Linares.
Siguió su marcha a La Rioja, y logró ocuparla durante once días. Los generales Arredondo, Taboada y Navarro, lo persiguieron y debió huir hacia el norte. Después de una penosa marcha, llegó a Antofagasta, que entonces pertenecía a Bolivia.
El 10 de octubre, atacó Salta. En el corto lapso que controló la ciudad, los soldados cometieron innumerables excesos. El Ejército Nacional comandado por el general Navarro, marchó en su persecución. Varela debió abandonar Salta y se dirigió a Jujuy, que cayó en su poder el 13 de octubre. Para evitar ser atacado por Navarro abandonó Jujuy, y siguió hacia el norte con cada vez menos hombres. Se internó en Bolivia donde obtuvo asilo político del general Melgarejo, ofreciendo a las autoridades de Tupiza el respeto y la observancia de las prescripciones del Derecho Internacional.
En un Manifiesto a los pueblos americanos dado a conocer el 1ero. de enero de 1868 en Potosí, relata los hechos políticos de la República Argentina durante los años de 1866 y 1867. En ese texto, se refiere a la iniciativa del presidente de Bolivia sobre una alianza de las políticas Americanas del Sur a fin de repeler las ambiciones de Europa.
Esta idea fue desechada por Mitre, argumentando sus compromisos con el Brasil. Según la perspectiva de Varela. “La intromisión del Brasil, apoyada por Mitre, en la política del Uruguay, dio motivo a la guerra con el Paraguay”.
En diciembre de 1868, Varela organizó su última expedición guerrera invadiendo la provincia de Salta. Fue derrotado por el coronel salteño Pedro Corvalán, el 12 de enero de 1869 en “Salinas”, pero logró escapar a Antofagasta, y luego a Copiapó, donde falleció a causa de la tuberculosis que lo atormentaba desde hacía años, el 4 de junio de 1870, en Nantoco. Tenía 51 años de edad.
Varela fue uno de los personajes más discutidos de la época, vilipendiado por unos como simple bandolero y exaltado por otros como un verdadero héroe de la causa federal y americana.
No fue un gaucho analfabeto y desalmado, sino un caudillo federal, con un claro pensamiento a favor de la unión con las demás repúblicas americanas, la paz con el Paraguay, y el retorno a la Constitución de 1853, sin las reformas introducidas por exigencia de Buenos Aires.
¿Hubiesen triunfado sus ideas? Lo más probable es que la propuesta federal (que debería llamarse confederada) hubiese sumido al país y a las provincias en un desorden anárquico y postergado la unificación del país. Fiel a sus convicciones, Varela condujo a sus tropas precarias contra las fuerzas de línea comandadas por porteños y los famosos “Coroneles Orientales” de Mitre, que terminaron imponiendo la unificación del país.
Excelente, muy buenas notas