El 15 de diciembre de 1944, el director de orquesta y trombonista Glenn Miller se subió a un UC-64 Norseman en el aeropuerto de Clapham, a las afueras de Bedford (Inglaterra). El futuro era prometedor. El final de la guerra no parecía tan lejano, así que su plan era volar a París para preparar el concierto de Navidad y elevar la moral de las tropas como llevaba haciendo desde un par de años antes, cuando finalmente logró alistarse para ayudar a su país durante la Segunda Guerra Mundial, tras ser rechazado varias veces por su edad. Sería su último viaje: poco después del despegue, cuando sobrevolaba el Canal de la Mancha, se perdió contacto con el aparato y nunca se volvió a saber de él. Nueve días después, fue declarado muerto.
La desaparición de una de las figuras capitales de la música popular de la primera mitad del siglo XX ha dado lugar a infinidad de especulaciones, ya durante los primeros días después de esfumarse en mitad del aire. Algunos afirmaban que había caído en manos nazis y que había sido torturado hasta la muerte; otros, que su presunta desaparición era un montaje ya que realmente sí había llegado a París, donde había fallecido en brazos de una prostituta. La teoría conspiratoria más popular durante las últimas décadas es la que sugiere que Miller fue abatido por un escuadrón de la Real Fuerza Aérea Británica.
Durante décadas se ha especulado con la posibilidad de que el avión en el que viajaba el músico fuese derribado por 139 bombarderos
Esta última versión se popularizó en 2001 gracias a un documental inglés que presentaba el testimonio de Fred Shaw, que había pasado cinco décadas asegurando que su escuadrón había derribado el UC-64 de Miller, una conclusión a la que llegó después de ver ‘Música y lágrimas’, dirigida por Anthony Mann y James Stewart en el papel del músico. “Vi un pequeño monoplano, un Noorduyn Norseman”, aseguraba. Según su teoría, el avión de Miller fue derribado por los 139 bombarderos Lancaster que volvían de una expedición en Alemania y que dejaron caer sus bombas sobre el Canal de la Mancha.
Un libro titulado ‘Declassified’ (Potomac Books) intenta poner un poco de orden en esta telaraña de especulaciones y dejar que la sencilla verdad prevalezca. Según su autor, el piloto Dennis M. Spragg, que lleva casi 10 años investigando sobre la misteriosa desaparición de Miller, lo más probable es también lo más obvio: el autor de ‘In the Mood’ simplemente se estrelló en el agua, y en su muerte no hay espacio para las conspiraciones ni para la especulación. La conclusión, para el consultor de la fundación dedicada al músico, es clara: “La RAF no mató accidentalmente al mayor Glenn Miller”.
Las cosas no cuadran
Hay una razón concluyente para defender que el final del músico no fue propiciado por la fuerza área británica, y es que estos soltaron sus bombas 90 minutos antes de que el avión de Miller desapareciese. No es la única. Según el testimonio de Shaw, este vio al monoplaza del músico por debajo del escuadrón, pero los Lancaster vuelan, como muy bajo, a 5.000 pies sobre el suelo, y la altitud recomendada para el bombardeo es de 6.000. El avión de Miller probablemente estaría tan bajo que no sería visible desde la altura del escuadrón de Shaw.
Estaba volando demasiado bajo, a menos de 2.000 pies, y expuso al aeroplano a congelarse. El hielo provocó que el motor deje de funcionar
Para el piloto, no cabe ninguna duda de que no era Shaw, sino todos aquellos que le desacreditaron hace más de 30 años como un charlatán, los que tenían razón. Si, como explicaba, había visto un avión desorientado mientras atravesaban el Canal de la Mancha –el de Miller–, o si incluso lo habían derribado por error, debían haber avisado por radio. “Era la obligación de todos los aviadores reportar todo avión amigo perdido sobre el territorio aliado”, explica el autor. No solo no avisaron en el momento, es que tampoco lo hicieron después.
¿Por qué, por lo tanto, se ha aceptado de manera más o menos unánime la versión del accidente durante las últimas décadas? Según Spragg, porque la mayor parte de investigadores han pasado por alto (¿intencionadamente?) los datos que podían poner en duda dicha versión y dado más relevancia a aquellos que apoyaban su tesis; al fin y al cabo, la mayoría de ellos estaban al alcance de cualquiera que quisiera investigar en profundidad. Lo más probable es que el avión estuviese volando demasiado bajo a causa de la escasa visibilidad, y que el trágico desenlace se produjese a causa de la congelación del combustible.
El avión de Miller estaba conducido por un piloto con experiencia, pero probablemente el accidente fue ocasionado por un error humano, que convirtió en letal un fallo mecánico. “Estaba volando demasiado bajo, a menos de 2.000 pies, y expuso al aeroplano a congelarse”, desvela en ‘The Guardian’. “El hielo provoca que el motor deje de funcionar adecuadamente”. Como recuerda Spragg, los informes de la fuerza aérea desvelan que la congelación de los motores en dichas condiciones era habitual. El margen de maniobra en dicho caso era muy escaso si, como sospecha el autor, el avión volaba bajo. Probablemente, menos de ocho segundos. Al estar construido con materiales ligeros, la avioneta se desintegró al impactar con el agua, lo que explicaría por qué no se han encontrado sus restos.
Todo en orden para la posteridad
La motivación de Spragg para averiguar qué ocurrió realmente con Miller no se debe ni a la curiosidad ni al interés personal, sino que se trata de una petición expresa de Steven Davis Miller, hijo del músico que falleció en 2012. “Steve estaba harto de haber tenido que escuchar toda su vida teorías de la conspiración”, recuerda el autor de ‘Declassified’. “Y me dijo ‘confío en ti para que saques esto adelante, y si quieres, estúdialo, ve donde tengas que ir, rebusca en los archivos que necesites, pides permisos, pero averigua qué ocurrió de verdad”.
Miller hablaba alemán en algunas participaciones de la radio como un acto de contrapropaganda para alcanzar al público germano
Así que, 70 años más tarde, este libro busca que de una vez por todas Miller descanse en paz, lejos de las teorías de nazis torturadores, prostitutas rompecorazones o elucubraciones con que el trombonista fuese un espía, como han sugerido algunas versiones. Algo que Spragg también descarta; el hecho de que hablase en alemán en la radio como un acto de contrapropaganda no quiere decir que se internase en las líneas enemigas. Estas teorías no son más que la previsible especulación que suele rodear a las muertes de las grandes celebridades, especialmente si resultan truculentas. Y no cabe duda de que en 1944, Miller era uno de los estadounidenses más queridos, tanto por su música como por su voluntad de combatir el nazismo.