Todo comenzó dos semanas antes, un 19 de marzo, y en unas remotas y escasamente habitadas islas del Atlántico Sur, sin aeropuerto y a varios días de navegación de Malvinas: las islas Georgia del Sur.
Efectivamente, un día como hoy, hace 30 años, un barco propiedad del empresario argentino Constantino Davidoff llegó al puerto de Leith, en las islas Georgias del Sur.
En el sitio había (y aún hay) una base científica, con personal militar, del British Antartic Survey (BAS). Las islas eran y siguen siendo consideradas parte del territorio británico de ultramar.
Davidoff había logrado un contrato para desmantelar unas antiguas estaciones balleneras en las islas y el buque llevaba a los trabajadores que había contratado para dicha tarea.
Sin embargo, los 29 obreros que descendieron de la nave habrían izado la bandera argentina una vez en tierra, y además efectuaron algunos disparos, para cazar un reno según se supo después.
Inmediatamente, las autoridades de la isla les pidió a los visitantes llevarse su bandera e irse del lugar.
Y el gobierno de Malvinas también le solicitó en ese momento a la cancillería británica el envío de refuerzos militares a la zona, en caso de que fuese un intento de Argentina por quedarse en el lugar como parte del reclamo por las islas del Atlántico Sur.
Al día siguiente Londres autorizó el envío del HMS Endurance a las Georgias del Sur, como una forma de disuadir a los trabajadores a quedarse o volver a izar la bandera.
Y pocos días después la junta militar que gobernaba Argentina en ese momento respondió.
El gobierno de Leopoldo Galtieri aprobó el despliegue de un escuadrón de fuerzas especiales -comandado por el ahora tristemente celebre capitán Alfredo Astiz, quien años después fue condenado por crímenes de lesa humanidad entre 1976 y 1983- a las islas Georgias para proteger a los operarios.
Lo que empezó como un incidente menor comenzó a escalar hasta que aceleró el programa que ya venían ideando los gobernantes militares argentinos: recuperar Malvinas.
Ensayo
“Lo de las Georgia del Sur fue como un tubo de ensayo para Malvinas. Según fuentes argentinas y británicas existe la idea de que hubo un incidente provocado que los militares argentinos aprovecharon”, señaló el historiador Federico Lorenz, autor de varios publicaciones sobre la guerra entre Argentina y Reino Unido.
Y esto lo confirma un informe/auditoría elaborado por Oliver Franks (Lord Franks), a pedido del gobierno británico, tras la guerra.
“Los informes de inteligencia disponibles nos indican que cuando el incidente (en las Georgias del Sur) se fue poniendo más serio, la junta militar (argentina) fue escalando la la situación hasta invadir las Falklands”, señala el informe de Franks.
Para algunos historiadores y ex funcionarios británicos el objetivo era medir cómo reaccionaría Reino Unido ante la toma de un territorio similar a Malvinas, antes de que se diese luz verde a la invasión.
“De hecho, las fuerzas argentinas ya había probado algo similar en 1976, en Thule, una pequeña isla de las Sandwich del Sur (también en el Atlántico Sur), donde intentaron instalar una base supuestamente científica, con personal militar (pese a ser un territorio británico de ultramar)”, dice Lorenz.
Informes del gobierno británico dan cuenta del incidente en Thule, mantenido secreto hasta 1978, cuando se filtró al público a través de los medios.
Misterio
En el caso de las Georgias del Sur el incidente se produjo cuando los trabajadores chatarreros contratados por Davidoff decidieron izar la bandera argentina. La pregunta, aún sin respuesta, es por qué lo hicieron.
“Hay mucha especulación sobre si habían militares entre los operarios que iban con la intención de provocar un incidente diplomático”, dice Lorenz.
Nicholas Henderson, el exembajador británico en Washington en ese entonces, afirma que el secretario de Estado de Estados Unidos en 1983, Alexander Haig, le dijo que “los trabajadores chatarreros eran personal militar disfrazado enviado a las Georgias para provocar algo”.
Al ser consultado sobre si su personal incluía a militares, Davidoff es tajante: “no había ni un solo militar. Yo no iba a permitir que fuese un militar junto a mis trabajadores y que esto luego me arruinase, como efectivamente sucedió”.
Al estallar la guerra entre ambas naciones dos semanas después del incidente en las Georgias, Davidoff no pudo más nunca acceder a las estaciones balleneras que buscaba desmantelar, perdiendo la inversión que había hecho y sufriendo severas pérdidas económicos.
“Yo tengo un documento de la Cruz Roja que certifica que mis operarios eran todos civiles, ya que ellos quedan retenidos en las islas hasta que son evacuados como refugiados de guerra semanas después”, afirma Davidoff.
No obstante, en 1981 Davidoff había visitado personalmente las Georgias para inspeccionar las estaciones balleneras, pero sin autorización según Londres. Este hecho -según se lee en documentos hechos públicos por el gobierno británico- estuvo a punto de crear un conflicto diplomático, que sin embargo no pasó a mayores.
Pero sí quedó como precedente para explicar porqué apenas se produce el incidente con los operarios un año después, la autoridad de Malvnas opta inmediatamente por el envío de un barco de guerra.
“Ahora con la pronta desclasificación del Informe Rattenbach (una auditoría efectuada por Argentina tras la guerra y que se mantuvo secreta hasta este año) quizás se revele si efectívamente entre los obreros de Davidoff había militares”, señaló Lorenz.
Astiz
Un testigo excepcional de todo el incidente en 1982 es el cineasta francés Serge Briez.
Briez, junto a dos compatriotas suyos, navegaban rumbo a Antártida a filmar un documental, cuando una tormenta los forzó a atracar en las Georgias, pocos días antes de la llegada del personal de Davidoff.
Una vez que llegó el contingente argentino Briez y sus paisanos establecieron relaciones -cenaban juntos casi todos los días- y luego incluso fueron testigos de la llegada de las fuerzas especiales argentinas.
“Los comandos militares golpean nuestro velero cuando atracan (el 25 de marzo) en Leith. Tremendo susto nos dieron”, le dijo Briez.
“Era difícil en ese momento saber quiénes eran militares o civiles, porque todos llevaban más o menos el mismo tipo de abrigo de invierno”, recuerda.
De hecho, en los primeros informes que hace el BAS se describe a los argentinos con “uniformes como de militares”.
Sin embargo, para Davidoff “eso no prueba nada, es una declaración confusa”.
Durante los días que estuvo en las Georgias del Sur Briez no sólo conoció a operarios y militares, sino que filmó y fotografió el izamiento de la bandera argentina el 3 de abril, cuando ya se había producido la invasión a las Malvinas.
“Incluso conocí a Astiz. Un personaje muy astuto, que se adapataba a todas las situaciones muy bien. Entendí todo esto una vez que volví a Francia y supe de su historial cuando lo servicios de inteligencia franceses, británicos y suecos me interrogaron para saber de él”, dice Briez.
Astiz es solicitado por el asesinato de varios ciudadanos europeos durante la ola de represión del entonces gobierno militar argentino, entre los que se incluye una adolescente sueca y dos monjas francesas.
Hoy en día las Georgias forman parte del reclamo argentino por Malvinas, además de las Sandwich del Sur.
En el lugar continúa funcionando la base científica británica con poco personal.
Las islas son consideradas un punto estratégico para acceso a la Antártica y un importante reservorio de flora y fauna.
Y, calladamente, son el lugar que marcó el inicio de una de las últimas guerras en el mundo occidental.