Justamente fueron los descendientes de la reina Victoria, quienes introdujeron esta afección entre las familias de la aristocracia europea.
Victoria era portadora del gen, pero al no existir antecedentes, se cree que el suyo fue un caso de aparición espontánea, una mutación que transmitió a sus hijas. La reina tuvo 9 hijos -4 varones y 5 mujeres, que le dieron un total de 42 nietos-.
Sin duda, el caso más famoso entre la descendencia victoriana, fue el del zarévich Alekséi, heredado a través de su madre, Alejandra, nieta de la Reina de Inglaterra.
Las constantes zozobras por la salud del joven, crearon en la familia del Zar una dependencia exagerada a Rasputín, el monje loco que escandalizó a Rusia con sus excesos, sus excentricidades, su inagotable apetito sexual y la supuesta relación que mantenía con la zarina, siempre preocupada por la salud de su niño.
Un caso más cercano es el de la familia Real de España, introducido a través de otra nieta de la monarca británica, la princesa Victoria Eugenia de Battenberg, casada con Alfonso XIII en 1905. Dos años más tarde nacía un niño destinado a ser Alfonso XIV, hasta que se detectó la enfermedad, un inconveniente que afectaba el futuro de la dinastía. Apenas un año después nació otro niño que parecía libre de la enfermedad, Jaime, quien desafortunadamente sufrió una mastoiditis que los dejó sordo.
Decepcionado por su mala suerte, Alfonso y muchos miembros de la aristocracia, comenzaron a ver a la Reina extranjera como aquella que condenaba el futuro de los Borbones.
El Rey buscó consuelo en brazos ajenos y hasta se permitió el lujo de coleccionar películas sicalípticas (un eufemismo para lo que hoy llamamos pornografía).
Sin embargo, la pareja insistió en su misión reproductiva, que produjo un niño que nació muerto (Fernando), dos princesas portadoras del gen (Beatriz y María Cristina) y por fin, un joven Juan, quien nació sin la temida enfermedad. Lamentablemente, la política española, no le tenía reservado a este príncipe el trono de su país. El apoyo de su padre a la dictadura de Primo de Rivera y las ambiciones de Francisco Franco después de la guerra civil, lo relegaron a un papel decorativo, mientras su hijo, Juan Carlos se preparaba para asumir el poder después del largo gobierno del Generalísimo.
El primogénito, el nunca ungido Alfonso XIV, después de dos matrimonios, murió a causa de su enfermedad por un accidente automovilístico.
Jaime tuvo dos hijos con Manuela de Dampiere, quien lo abandonó. El mayor de ellos, Alfonso, se casó con la nieta del general Franco.
Beatriz y María Cristina no encontraron monarcas que quisieran unir sus destinos, por la maldición de la hemofilia y terminaron casándose con condes italianos.
Y Juan, quien como dijimos fue relegado del trono, cedió sus derechos a Juan Carlos.
Victoria Eugenia se apartó de la familia Real y vivió en Suiza. Ni siquiera se dignó a asistir al casamiento de sus hijas, pero sí al bautismo de su bisnieto, Felipe, actual rey de España.