Julián Aguirre (Buenos Aires, 1868 – 1924) fue un compositor argentino, destacado miembro, junto a Arturo Berutti y Alberto Williams, de la generación de 1880. Al igual que los literatos de esa misma promoción, viajaron frecuentemente a Europa, y a diferencia de sus predecesores, que carecían de la formación necesaria para crear obras importantes, los compositores de esta generación introdujeron en la música argentina todos los géneros cultos: música de escena (especialmente la ópera), poemas sinfónicos y sinfonías, conciertos, suites, oberturas, piezas para instrumentos solistas, dúos, tríos, cuartetos o quintetos, música coral y música de cámara. Por otra parte, influidos por el romanticismo europeo, cultivaron (como también los de la generación siguiente) diversas formas de nacionalismo musical.
En 1882 Julián Aguirre se trasladó con su familia a Madrid, donde siguió estudios musicales en el Real Conservatorio; fue discípulo de Arrieta (composición), Aranguren (armonía) y Cató (fuga), y obtuvo premios extraordinarios en piano, armonía y contrapunto. Tras una breve estancia en París, durante la que amplió su formación, regresó en 1890 a Argentina, donde se consagró como pianista y profesor de este instrumento. Dio conciertos por todo el país y finalmente se afincó en Buenos Aires, donde desempeñó un importante papel en la vida musical de la ciudad. Fue profesor de armonía en el conservatorio de la capital argentina y ayudó en la creación de la sección musical del Ateneo de Buenos Aires (1892) y de la Escuela Argentina de Música (1916).
Influido por el nacionalismo musical de la España de finales del siglo XIX, pronto buscó esas mismas raíces en Argentina; con la idea de captar la esencia de su tierra y plasmarla en forma de música, escribió algunas de las más bellas piezas con el aire “de los payadores de la llanura y de los valles septentrionales”, como indicó un crítico de la época.
Los títulos principales de su producción son Aires criollos, Aires populares, Tristes argentinos y Aires nacionales. En particular, sus canciones escolares, imbuidas de ese mismo espíritu folklorista y sobre todo fundamentadas sobre una sólida base literaria, gozaron de una gran difusión; compuso además otras obras ajenas a esa estética, como sus composiciones para piano.
Julián Aguirre se prodigó asimismo como crítico musical en la publicación El Hogar. De entre sus obras destacan la Rapsodia argentina para violín y piano, la suite sinfónica De mi país y canciones como Caminito y El nido ausente. Escribió numerosas obras para piano: La danza de Belkis, Mazurca española, Gato, Huella y los cuatro volúmenes de Aires nacionales.
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