Isambard Brunel, el pequeño gigante que construyó obras increíbles que siguen en pie

Isambard Kingdom Brunel fue el ingeniero más notable de su tiempo (1806-1859) y uno de los más famosos de la historia, de hecho ha sido votado como el británico más célebre, después de Sir Winston Churchill.

La Revolución Industrial contó con su talento versátil, que lo llevó a incursionar en la construcción de túneles, estaciones de ferrocarril, puentes y los barcos de vapor más grandes de su tiempo.

Su padre fue el ingeniero e inventor Marc Brunel, que había nacido en Francia pero debió huir a los Estados Unidos en 1793. Su futura esposa Sophia Kingdom fue apresada por los revolucionarios y acusada de espía inglesa. Ambos se reencontraron en Londres hacia 1799, donde Marc había comenzado una notable carrera que culminaría con la construcción del Thames Tunnel.

Isambard fue un niño prodigio con un talento especial para las matemáticas y la geometría (a los 8 años ya había leído el tratado de Euclides). Su padre lo envió a estudiar a Francia bajo la tutela de Louis Charles Breguet, uno de los relojeros y el constructor de elementos de precisión más destacado de Suiza, quien le proveía de relojes al mismísimo Emperador. Además del genio, Brunel compartía con Napoleón su estatura, o mejor dicho, su escasez de estatura, que en el caso de Brunel lo llevaba a usar una gran galera para compensarla.

Su carrera comenzó junto a su padre, quien sería un apoyo esencial para su evolución. Marc modeló a Isambard a su imagen y semejanza, especialmente fomentó la costumbre de consignar en papel sus ideas, en bocetos que se apiñan en docenas de cuadernos que hoy se atesoran en el museo que lleva su nombre.

A los 20 años, Isambard lo asistió en la construcción del primer túnel bajo el Támesis, una tarea épica para la época. La obra llevó años y cobró vidas por los frecuentes derrumbes, que tuvieron al mismo Isambard como víctima, obligándolo a realizar un reposo de varios meses. La obra, a pesar del interés suscitado, quedó trunca y le costó a su padre cuantiosas deudas que lo llevaron a la quiebra y a la cárcel de deudores. Años después la obra fue concluida, habitada y aún está en uso.

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El primer proyecto en solitario de Isambard fue un puente sobre el río Tamar en Saltash. En 1838 realizó otro puente para el ferrocarril Maidenhead, con un diseño de avanzada para la época, que soporta (aún existe) el uso de cuatro líneas férreas.

El puente más destacado de los diseñados por Brunel, es el colgante sobre el rio Clifton, Bristol, que el mismo ingeniero consideraba su “hazaña más maravillosa”. Sin embargo, Brunel no llegó a verla terminada.

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En 1833 fue designado ingeniero en jefe del Great Western Railway, la línea de ferrocarril que unía Londres con Bristol. Desde un inicio, Brunel sostuvo, adelantándose a su tiempo, que en un futuro la gente podría llegar a New York desde Londres con un solo billete. Ya tenía en su cabeza unir las dos urbes mediante un transatlántico. La idea del SS Great Western ya se estaba gestando…

Volviendo a su proyecto ferroviario que incluía el túnel más largo de su tiempo, llamado Box, una versión difundida en vida de Isambard, sostenía que su disposición era tal que el sol iluminaba todo el trayecto solo en el día del cumpleaños del ingeniero.

Mientras estaba construyendo el ferrocarril tuvo la idea de hacer circular un tren impulsado con bombas de vacío que aspiraban el aire conectado a los pistones fijos en los trenes.

El proyecto, como muchos ideados y realizados por Brumel, fue un fracaso, ya que para hacer las juntas de los tubos debía utilizarse cuero, que las ratas terminaban royendo con la consecuente pérdida de vacío.

Como señalábamos anteriormente, casi desde un inicio Brunel estuvo interesado en diseñar grandes naves propulsadas a vapor. La primera fue la SS Great Western, el barco más grande del mundo en su tiempo. Poco después diseñaba el SS Great Britain, de casco de hierro y a hélice, que también fue la embarcación de mayor dimensión en su tiempo.

Superándose a sí mismo, Brunel creó el Great Eastern, nave provista de hélice y dos ruedas de 211 metros de largo, con la capacidad de transportar 4.000 pasajeros (el Titanic medía 269 m y el Queen Mary 311 m, y cada uno podía transportar 3.000 pasajeros). Sin embargo, la concepción más revolucionaria era lograr que este barco pudiese unir Londres con Sidney y volver a la capital de Inglaterra, llevando el carbón necesario para alimentar sus calderas para el viaje de ida como de retorno. La nave no continuó funcionando como barco de pasajeros, sino que fue destinada a tender el primer cable telegráfico transoceánico.

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Como si estos logros no hubiesen sido suficientes para alcanzar su cuota de inmortalidad, durante la Guerra de Crimea diseñó un hospital prefabricado, justo cuando Florence Nightingale estaba revolucionando la medicina con sus nuevos cuidados a los enfermos.

Y si de salud hablamos, la de Isambard Brunel era frágil por su adicción al tabaco (fumaba más de 40 puros a diario). Sus cigarros y su sombrero se convirtieron en el emblema personal de este hombre, el ingeniero más famoso de su tiempo.

Murió de un derrame cerebral el 15 de septiembre de 1859. Su cuerpo fue enterrado en el nuevo cementerio de Kensal Green, “la forma más elegante de acceder al cielo”, según decían en esos tiempos, aunque Isambard Kingdom Brunel, merecía acceder al paraíso por algunos de los dispositivos mecánicos que diseñó.

Esta nota también fue publicada en Ámbito

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