1968 fue el año de la revolución social y política, pero también de un importante movimiento cultural. Rolling Stones, Janis Joplin, Jacques Lanzmann… cantantes de primera línea esparcían por todo el mundo la semilla del movimiento y la revolución. El rock & roll fue una de las principales señas de identidad de los hippies, colectivo que protagonizó este movimiento social por el cambio, imagen de la insurgencia y el inconformismo.
En este contexto nace el musical Hair, ferviente símbolo de aquel movimiento de 1968, reclamo de libertad, amor libre y un expresión de un mundo nuevo.
Éxito abrumador
Aunque las primeras representaciones del musical tuvieron lugar en el Public Theater de Nueva York en 1967, una sala con poco más de 200 asientos, su inesperado éxito provocó que en abril de 1968 se le concediese un lugar privilegiado en la cumbre del espectáculo a nivel mundial: Broadway.
Concretamente, el 29 de abril la obra debutó en el selecto Biltmore Theater, donde permaneció sin descanso hasta el 1 de julio de 1972 y en el que registraron nada menos que 1750 representaciones, récord de ese escenario. Todo ello a pesar de que en su estreno, la mayoría de los críticos auguraron una corta vida a la intrépida comedia musical.
Tras el éxito en el país norteamericano, Londres estrenó su versión del musical el 27 de septiembre de 1968, en el Shaftesbury Theatre. El furor en la capital inglesa no fue menor, alcanzándose las 1998 representaciones, hasta el cierre forzado del teatro a causa del hundimiento del techo en julio de 1973.
Tras ello, un sin fin de ciudades a lo largo de todo el globo han representado la famosa obra hasta nuestros días.
Rompiendo con los cánones
La obra fue originalmente escrita por los cantantes, actores, dramaturgos y letristas James Rado y Gerome Ragni, que compusieron los temas a los que Galt MacDermot pondría después la música. En total, la obra contaba con 27 melodías que todavía hoy siguen siendo muy conocidas.
Pero Hair no era solo canciones, era mucho más. Era el reflejo de la proclama antibelicista que invadía Estados Unidos en aquella época, era el fulgor de una juventud hastiada de la inútil guerra del Vietnam.
¿Quién no recuerda el exitazo del tema Aquarius? Su reveladora letra -“con el amanecer de la era Acuario, la paz guiará a los planetas y el amor conducirá a las estrellas”- dejaba constancia de este espíritu pacifista que invadía la década de los 60.
Y es que la estética y la filosofía del movimiento hippie era la carta de presentación de esta maravillosa comedia musical, reflejo de la eterna rebeldía de los jóvenes frente a una sociedad que consideraban injusta.
Englobada en el género de ‘ópera beat’ u ‘ópera rock’, Hair fue un canto al amor, la paz y la libertad sexual.
El famosísimo musical cuenta la historia de un grupo de jóvenes inconformistas que queman las cartas de los reclutas llamados a filas, desafían los comportamientos racistas, afean las costumbres burguesas, exploran al máximo su identidad sexual y experimentan con la droga por excelencia de la época: el LSD.
Todo ello, mezclado con una escenografía colorista y una explosión de psicodelia, daban como resultado el cóctel explosivo que supuso Hair. Incluso, en algunas escenas los actores y actrices aparecían totalmente desnudos, lo que provocó su censura en algunos países.
La película
Tras más de diez años de éxito del musical por todo el mundo, en 1979 se produjo una película basada en el mismo y bajo el mismo título, a pesar de que en ese momento Hair ya no necesitaba carta de presentación. El filme, dirigido por Milos Forman, le proporcionó todavía más impulso y relevancia mundiales, hasta el punto de convertirse en un auténtico clásico y obra de culto.
Difícil no sentirse golpeado emocionalmente por la denuncia en el duro final que zanja el destino de John Savage con Let the sunshine in (Deja que entre la luz del sol). Toda una declaración de intenciones.