La sublevación de “los pueblos” rioplatenses tenía raíces múltiples y antiguas, no emergía como producto de un levantamiento espontáneo regido por el simple ajuste a un designio predeterminado.
En el territorio oriental, la declaración de guerra de los españolistas de Montevideo encabezados por el virrey Elío contra el Gobierno de Buenos Aires, fechada el 12 de febrero de 1811, había precipitado los acontecimientos: el 15 de febrero Artigas abandonaba Colonia para alistarse en las filas revolucionarias, mientras los caudillos y milicias locales movían sus vínculos y redes para iniciar la “admirable alarma.”
Fue en ese marco que el 28 de febrero se produjeron los episodios recordados como el llamado “Grito de Asencio“, un hito militar poco relevante pero de una gran significación simbólica. Bajo un mando disputado, entre cuyos cabecillas sobresalían Pedro José Viera y Venancio Benavides, un grupo de vecinos y pobladores realizó ese día un pronunciamiento revolucionario y procedió luego a la toma de Mercedes, dando inicio al levantamiento generalizado de los pueblos de la campaña.
Así narró el episodio el propio Artigas, rápidamente convertido en el “Jefe de los Orientales”, en su célebre oficio del 7 de diciembre de 1811 dirigido a las autoridades de la Junta paraguaya:
“Un puñado de orientales, cansados ya de humillaciones, había decretado su libertad en la villa de Mercedes: llena la medida del sufrimiento por unos procedimientos los más escandalosos del déspota que los oprimía, habían librado sólo a sus brazos el triunfo de la justicia. (…) Así se verificó prodigiosamente (…) la victoria del 28 de febrero de 1811: día memorable que había señalado la Providencia para sellar los primeros pasos de la libertad en este territorio, y día que no podrá recordarse sin emoción, cualquiera que sea nuestra suerte”.
En el país por disposición oficial se ha declarado 2011 como el año de conmemoración del Bicentenario del Proceso de Emancipación del Uruguay. Entre los acontecimientos que habrán de recordarse en forma especial figura el “Grito de Asencio”. En el marco de un debate persistente sobre la significación de aquellos acontecimientos, con seguridad que los uruguayos de hoy no tienen por qué afiliarse a posiciones de un soberanismo estrecho y arcaico para cumplir el vaticinio de Artigas. Como fragua humana, nutrida de luces y de sombras, la “aventura uruguaya” -desde su “plebiscito cotidiano”, como diría Renan- ha incorporado al “Grito de Asencio” como un hito significativo de su historia.