Jacobo Árbenz Guzmán era presidente de Guatemala desde 1951. Fue el segundo presidente elegido en una elección popular “normal” y había sido un líder de la revolución de 1944 que había llevado al país a la democracia. Restauró leyes que bajo la dictadura del coronel Carlos Castillo Armas habían sido suprimidas, como la ley de salario mínimo, un máximo de horas de trabajo y el derecho a huelga, además de restablecer la libertad de expresión.
Árbenz estaba a favor de la inversión extranjera siempre y cuando los inversionistas se ajustaran a las condiciones locales, acataran las leyes guatemaltecas, cooperaran con el desarrollo del país y se abstuvieran de intervenir en su vida social y política.
Para ese entonces la compañía bananera estadounidense United Fruit Company era dueña del 70% de las tierras cultivables. Como parte de su política de reforma agraria, el gobierno de Árbenz se negó a ampliar las concesiones a su favor; al mismo tiempo establecía buenas relaciones con los comunistas locales, lo que irritó aún más a Washington.
La United Fruit Company era respaldada por fuertes intereses: el abogado de la compañía era el secretario de Estado norteamericano John Foster Dulles. Su hermano, Allen Dulles, era el director de la CIA, por lo cual las reformas fueron calificadas por el gobierno norteamericano como una amenaza a sus intereses.
Washington comenzó una campaña de acción contra el gobierno de Guatemala, al que presentaron como una amenaza para la paz del hemisferio. Luego de protestar ante la OEA, que prohibió la intervención, la CIA empezó a armar y entrenar a derechistas guatemaltecos exiliados en Honduras y Nicaragua.
En junio de 1954 Dwight Eisenhower, presidente de los EEUU, dio a los rebeldes una especie de permiso e impulso para la invasión; la gota que rebalsó el vaso fue que Guatemala había recibido un envío de armas desde Checoslovaquia, eludiendo el embargo de los EEUU.
El 18 junio se inició la invasión al país centroamericano encabezada por el coronel Carlos Castillo Armas, anterior presidente de facto de Guatemala, desde la frontera con Honduras. Aunque las tropas guatemaltecas bloquearon el avance inicial, los rebeldes contaban con dos armas clave: radiotransmisores y aviones. Media docena de aviones piloteados por norteamericanos atacaron la ciudad capital, Guatemala. Y la red radiofónica clandestina, dirigida por el futuro conspirador del asunto Watergate, E. Howard Hunt, transmitió e informó victorias falsas de los rebeldes, lo que hizo creer a los guatemaltecos que los invasores eran miles, cuando en realidad eran algo menos de quinientos.
El ejército guatemalteco se negó a apoyar a Árbenz Guzmán para evitar un derramamiento de sangre; Árbenz convocó a su gabinete para explicar que el ejército estaba en rebelión y el 27 de junio de 1954 anunció su renuncia.
Después de renunciar, Árbenz se refugió en la embajada de México, para viajar luego hacia Canadá y finalmente a su exilio en Europa. Sin embargo, problemas diplomáticos en Suiza (lo obligaban a renunciar a su nacionalidad guatemalteca, a lo que Árbenz se negó ya que no quería terminar su carrera política) lo obligaron a un doloroso peregrinaje en el exilio que tuvo muchas etapas: Francia, URSS, China, Uruguay y finalmente Cuba. Pero ahí no terminó su camino, ya tuvo que soportar las humillaciones de Fidel Castro, que en cada discurso repetía que “Cuba no era Guatemala”, y que él no abandonaría a su pueblo sin luchar como hizo Árbenz. Castro le recriminaba a Árbenz que había dejado pasar una gran oportunidad para consolidar las ideas comunistas en Centroamérica.
Sin respaldo político, decidió abandonar Cuba a fines de 1960. Esta vez su pedido de residir en Suiza sí fue aceptado, pues Árbenz ya había dejado de ser un peligro marxista. Se estableció en Lucerna, donde vivió solo durante cuatro años, ya que su esposa lo había abandonado llevándose a sus hijos. En 1970 volvió a México, donde intentó unirse a las Fuerzas Armadas Rebeldes, pero murió antes de poder integrarse a ellas, en 1971.
El golpe de Estado en Guatemala fue la primera intervención de la CIA en América Latina, que primero actuó para quitarle legitimidad al presidente y luego para echarlo y perseguirlo, además de presionar a los gobiernos de los países a los que pedía asilo.
En 2011, el gobierno de Guatemala indemnizó a la familia de Árbenz.