Los rumores se esparcían por Roma, donde todos se conocían y no podían guardarse los secretos. César sabía de la conspiración que habría de concretarse durante los Idus de Marzo. Obstinado por su soberbia, no creía que alguien se atrevería a atacar al hombre más poderoso de Roma… Además, los Idus de Marzo eran los días de buen augurio ¾para la tradición romana, la fecha de Marte, el dios de la guerra¾. ¿Cómo podía pasarle algo al César?
Su esposa Calpurnia intentó retenerlo pero, confiado, César asistió al Senado. Según Plutarco, se encontró con el vidente que le había advertido del peligro. “Los Idus de Marzo han llegado”, exclamó Julio César… “Pero no se ha ido” fue la respuesta.
En el camino, se cruzó con su leal amigo Mario, quien también había oído los rumores y trató de disuadirlo, pero él siguió hacia el Capitolio. Antes de llegar fue interceptado por varios senadores que le presentaron un pliego; al retirarse a un recinto para discutir el tema, lo empujaron. César recriminó esta agresión (porque él no podía ser tocado dada su condición de magistrado) e intentó resistirse, pero una lluvia de puñales cayó sobre él.
Julio César, recibió no menos de 25 puñaladas de los 60 conspiradores. Moribundo, se dirigió al que consideraba casi un hijo: “¿Et tu, Brute?”, le preguntó, a lo que este respondió con una puñalada.
Otras versiones nada dicen de esta recriminación. El César se tapó la cara y se resignó a morir.
Mario rescató el cuerpo de su mentor y lo exhibió ante el pueblo para mostrar la traición, exigiendo vengar a su amigo. Este momento es aprovechado por Shakespeare para producir uno de los monólogos más difundidos y emocionantes del teatro universal.
El cuerpo de Julio César fue cremado por sus más leales soldados, los miembros de la Legión XIII.
Así comenzaba la guerra que pondría fin a la República.
Julio César y Shakespeare
La película Julio César (1953) contó con Marlon Brando en el papel de Marco Antonio, James Mason en el de Bruto, John Gielgud en el de Casio y Louis Calhern en el de Julio César.
Esta obra fue escrita cuando Isabel I estaba en el último tiempo de su reinado sin dejar heredero. Muchos temían una guerra civil, como la que se desató a la muerte del César.
La figura de Bruto, a pesar de traicionar el afecto del César, se enaltece a medida que avanza la trama porque antepone su misión patriótica y los intereses de la República a sus amistades. En ningún momento de la obra, se menciona la relación entre César y la madre de Bruto, aunque se alude al afecto casi paternal que sentía por él.
El otro tema que se toca es el del eterno flagelo de la corrupción, el intercambio de plata por favores, el quid pro quo al que Bruto alude cuando lo acusa a Casio de ser dueño de una “palma pruriginosa” [an itching palm].
A pesar de ser derrotado y morir defendiendo su causa, la memoria de Bruto es alabada por sus vencedores, que lo declaran un hombre honorable por su defensa de los valores republicanos y su honestidad intelectual, un bien escaso en todas las épocas.