Orador, escritor y político, nacido en Buenos Aires el 13 de julio de 1842, hijo de don José Manuel de Estrada y Barquín y de doña Rosa Perichón y Liniers y por lo tanto descendiente del virrey y héroe de las Invasiones Inglesas. Huérfano a temprana edad, recibió educación de su abuela Carmen de Liniers. Asistió al Colegio de San Francisco donde terrminó sus estudios en 1858. Poco despues se iniciaba en el periodismo en la redacción de “La Guirnalda”, “Las Novedades” y “La Paz”. La polémica le interesaba y defendía sus ideales con ardor.
Reincorporada Buenos Aires a la Confederación, consagró su adhesión a la Constitución Nacional al publicar un opúsculo titulado Signum Foederis (El signo de la Confederación), que es como una profesión de fe religiosa, nacional y política. En 1861, publicó El Génesis de nuestra raza, réplica al doctor Gustavo Minelli, profesor de historia universal en la Universidad de Buenos Aires, que atacó al catolicismo, y al año siguiente El Catolicismo y la Democracia, refutación a Francisco Bilbao, donde sostuvo la compatibilidad entre la democracia y la religión.
Iniciado pronto en los estudios históricos publicó en 1865, un Ensayo histórico sobre la revolución de los comuneros del Paraguay en el siglo XVIII, y comenzó una Historia de la provincia de Misiones, que solo escribió en parte. En 1866, inició en la Escuela Normal sus famosas lecciones de historia argentina, que repitió completándolas en 1868: de la segunda salieron sus valiosas Lecciones sobre la Historia de la República Argentina,. Tenía veintiséis años, y los juicios de este maestro sorprendieron por lo profundos y meditados, por la sagacidad de sus observaciones, valentía e independencia de criterio para juzgar a las personas y los hechos.
Sarmiento, al ascender a la presidencia, lo nombró subsecretario de Relaciones Exteriores, y le encargó la enseñanza de la Instrucción Cívica en el Colegio Nacional, donde ya enseñaba filosofía. En 1869, fue nombrado Jefe del Departamento General de Escuelas puesto que debió abandonar al año siguiente.
Fue elegido diputado a la Legislatura en 1873, y fundó el diario “El Argentino”, donde en ese año, publicó un artículo sobre Belgrano. Dedicó el primer semestre del curso de Instrucción Cívica al comentario del Dogma Socialista, de Esteban Echeverría, que le dio materia para uno de sus principales libros: La política liberal bajo la tiranía de Rosas, editada en 1874, con páginas vibrantes y no pocas reflexiones luminosas respecto de la política argentina y americana. En 1874, fue nombrado presidente de la Dirección de Escuelas Normales. Sin poseer ningún título universitario Estrada ejerció en 1875, el cargo de decano de la Facultad de Filosofía y Letras, que acababa de ser creada. Comenzó a dictar cursos de Derecho Constitucional y Administrativo en la Facultad de Derecho, donde desarrolló clases magistrales sobre nuestro sistema federal, régimen municipal y libertad de sufragio. En sus clases se tomaron versiones taquigráficas que permitieron a su hijo formar los tres tomos del Curso de Derecho Constitucional que integran sus Obras Completas.
De 1876 hasta 1888, fue Rector del Colegio Nacional de Buenos Aires, y allí expuso sus puntos de vista sobre educación e instrucción secundaria. Para sus alumnos pronunció también un encendido discurso el 24 de abril de 1877, titulado La Tiranía de Rosas, donde fue aplaudido y vivado por mucho rato.
Luego se le siguió en manifestación por las calles del centro de la ciudad hasta llegar a la estatua de San Martín. Adolfo Mitre improvisó allí algunas palabras que expresaron la emoción de sus alumnos. En ese día memorable, volvieron a sus hogares, olvidándose de odiar a la tiranía para amar al maestro.
Estaba consagrado a su labor docente, cuando se iniciaron en 1880, los síntomas de la reacción anticatólica en la primera presidencia de Roca. Estrada se lanzó a la lucha en defensa de la religión católica afectada por la reforma. La exclusión de la enseñanza religiosa en las escuelas, el matrimonio civil y otros atentados a la Iglesia fueron atacados por Estrada desde la tribuna y el periodismo. Siendo presidente de la Asociación Católica para servir sus ideas, fundó en 1882, el diario “La Unión”, donde alcanzó su mayor vehemencia como polemista, manteniéndose en lucha constante contra los liberales. Y la masonería .Estrada recorrió el país en acción proselitista, celebrando congresos opositores, y reorganizó eficazmente la Asociación Católica. Al destierro de la religión de la escuela, que había sancionado el Congreso Pedagógico de 1882, siguióse la presentación de un proyecto de ley sobre enseñanza laica en la Cámara de Diputados de la Nación, a fines de julio de 1883. Pero la lucha que sostenía Estrada era tan desigual como intensa: atacaba al gobierno por sus iniciativas liberales, y éste le separó de todos sus cargos. Sus alumnos lo acompañaron hasta su casa, y desde allí les habló conmovido ante esa manifestación. Estrada siguió prestando su apoyo entusiasta y eficaz a la oposición, y el 15 de agosto de 1884, los feligreses argentinos en masa asistieron a la inauguración de la Primera Asamblea de los Católicos Argentinos, bendita por el Papa. Estrada clausuró la asamblea, protestando contra las medidas antirreligiosas adoptadas por el gobierno nacional. Los católicos se lanzaron a la lucha electoral, y aliados con otros partidos fue elegido Estrada diputado nacional. La Unión Católica apoyó al gobierno de Miguel Juárez Celman, y en un gran acto público realizado el 4 de abril de 1886, Estrada habló en el Teatro Nacional.
Su elocuencia cosechó nuevos triunfos en el Congreso. Fueron memorables sus discursos en varios debates fundamentales, especialmente contra la Ley de Matrimonio Civil (1888). Formó parte de la Unión Cívica y el 13 de abril de 1890 pronunció otro sonado discurso en el Frontón Buenos Aires, y al término del mismo, sufrió un desmayo. Estaba reponiéndose en Rosario de la Frontera, cuando estalló la revolución del 26 de julio. Regresó a pesar del estado de su salud, y tomó parte en las gestiones políticas que le siguieron. Apoyó al frente de los católicos, la candidatura de Luis Sáenz Peña, quien lo nombró Ministro plenipotenciario en el Paraguay. Alcanzó a desempeñarlo durante un año, y ya vencido por la enfermedad falleció poco después en Asunción, el 17 de setiembre de 1894. Su muerte y su sepelio mostraron en toda su dimensión, la intensidad del sentimiento general.
Estrada fue un verdadero maestro, y su vida singularmente pura y apasionada, mantuvo el verbo encendido por la pasión del bien y de la democracia. Ricardo Rojas sostiene que Estrada nos ha dejado páginas proféticas y algunas frases lapidarias. Que lo consagran como singular docente, razón por la cual en el aniversario de su muerte se recuerda a los docentes que han volcado lo mejor de si en sus alumnos y que tanta falta hacen en la educación nacional .