Todos hemos escuchado alguna vez la frase «Decíamos ayer… » empleada para regresar a un tema o un asunto pendiente olvidado hace tiempo. Esta expresión se ha atribuido al agustino Fray Luis de León (1527 – 1591) encarcelado a instancias de un tribunal religioso entre el 27 de marzo de 1571 y el 7 de diciembre de 1576. Este nefasto episodio transcurrió en Valladolid y fue por haber traducido libremente, sin la autorización eclesiástica pertinente, un texto del El Cantar de los Cantares, uno de los libros de la Biblia, el más lirico de los textos sagrados. En aquel tiempo el clérigo era profesor de Teología en la Universidad de Salamanca y el Concilio de Trento había prohibido la traducción de textos sagrados al idioma vulgar. En el fondo, la cuestión del encarcelamiento tenía más que ver con que Fray Luis mantenía permanentes disputas teológicas con sus colegas de profesión, especialmente con los frailes de la orden de Santo Domingo, de quién dependía la Inquisición (por lo menos fue amonestado en otras diez oportunidades).
Aunque Fray Luis permaneció en la cárcel cinco años –de este periodo son sus versos Aquí la envidia y mentira me tuvieron encerrado– finalmente fue absuelto y regresó a Salamanca para seguir impartiendo lecciones. En su primera clase pronunció esta célebre frase «Dicebamus eterna die…» («Decíamos ayer…»). Lo incierto de la historia es que a lo largo de los siglos se pensó que Fray Luis pronunció estas palabras cuando retomó la clase que no pudo proseguir al día siguiente al ser detenido por la Inquisición, pero en realidad las dijo en una clase diferente, pues al incorporarse a la universidad salmantina lo hizo como catedrático de Teología Eclesiástica.
También se atribuye está afirmación a Miguel de Unamuno al reasumir su puesto de rector después de la dictadura de Primo de Rivera y después haber sufrido 6 años de destierro…pero ese es otro tema que en algún momento desarrollaremos en HistoriaHoy.