“La Primavera”, o “El nacimiento de Venus”, fue el primer desnudo en el arte italiano desde los tiempos del Imperio Romano. A esta característica de por sí notable, debemos agregar que fue el primer lienzo, la primera tela pintada al temple, técnica que reemplazó a la tabla utilizada hasta entonces.
La obra está inspirada en “La Teogonía”, escrita por Hesíodo en el Siglo VIII, basado a su vez en “La Metamorfosis”, de Ovidio, donde se relata el surgimiento de Venus de las aguas. De acuerdo a la leyenda, en el combate entre los dioses, Cronos venció a su padre Urano y lo castró. Cuando el semen de éste se derramó sobre el mar surgió Venus, la diosa del amor, fruto de la unión entre el Cielo y el Océano. Céfiro, el dios del viento, y su compañera Cloris soplan sobre Venus, surgida de una concha marina, símbolo de fertilidad y sensualidad. Así lo relata Ángelo Poliziano (1454- 1494), poeta de la corte de Medici, que inspiró a Botticelli con sus versos: “Ya nacida entre la espuma, en extraño y gozoso acto, una doncella de raza celestial por juguetones céfiros fue empujada a la orilla, viajó en su concha de mar para regocijo de los cielos”. La diosa cubre su desnudez con su largo cabello y tapa con su mano uno de sus pechos, repitiendo la postura típica de las Venus púdicas de los romanos, mientras la Primavera se dispone a cubrir el cuerpo de la diosa con un manto de flores. Boticcelli pintó a esta Venus a imagen de Simonetta Cattaneo, casada con Vespucci, primo del célebre navegante que le dio su nombre a América. La legendaria belleza de Simonetta le permitió ganar un concurso organizado por Giuliano Médici, hermano de Lorenzo “El magnífico”. Nació entre Giuliano y Simonetta un romance idílico, que poco duró ya que Giuliano terminó sus días víctima de las dagas asesinas de sus enemigos políticos y Simonetta carcomida por la tuberculosis a los 22 años. Botticelli pintó esta obra en 1485, es decir, nueve años después de la muerte de Simonetta.
Se conocen otros dos retratos de Simonetta que el artista realizó entre 1474 y 1480. La primera de estas obras fue utilizada por Giuliano Médici para ilustrar los estandartes que usó durante un torneo en el que consagró a su amada como dama de honor; la segunda es una obra mitológica donde los cuerpos de Giuliano y Simonetta representan a Venus y a Marte.
“El nacimiento de Venus”, obra neo platónica donde la belleza se une a la verdad y el amor, se salvó del furor clerical desatado por Girolamo Savanarolla entre los años 1494 y 1498, después de la expulsión de los Medici de Florencia. El martes de carnaval de 1497 Savanarolla hizo quemar en una “hoguera de vanidades” todos los cuadros considerados lascivos. Afortunadamente, este cuadro se encontraba en una villa perteneciente a la familia Medici en Castello, a las afueras de Florencia. Boticcelli, que fue uno de los partidarios del monje fanático, posiblemente “olvidó” este pecado juvenil. Gracias a este olvido “El nacimiento de Venus” llegó a nuestros días convertida en el reflejo de un ideal de belleza renacentista. Botticelli, al final de sus días, pidió ser enterrado frente a la tumba de su amada, en la Chiesa d´ Ognissanti, la capilla de los Vespucci, 34 años después de inmortalizar a la bella Simonetta como esta singular diosa del amor.