El mejor economista de la historia

Paul A. Samuelson nació el 15 de mayo de 1915 en Indiana, y estudió en la Universidad de Chicago, pero se doctoró en la de Harvard, en un tribunal en el que figuraba Joseph Schumpeter, el gran economista austriaco. Se cuenta una anécdota que dice que los miembros del tribunal quedaron tan impresionados por la capacidad científica del joven Samuelson, Schumpeter comentó abrumado: “Con nuestros conocimientos en relación con los de este chico, ¿podríamos haber aprobado nosotros?”. Además de Schumpeter, en Harvard estudió con otros economistas como Wassily Leontieff o Alvin Hansen, uno de los discípulos favoritos de Keynes, quien publicó un libro titulado ¿Recuperación total o estancamiento?, que vuelve a estar de actualidad ahora, y en el que defendía que el capitalismo puede permanecer en un estado de crecimiento lento, alto desempleo o subempleo, y exceso de capacidad o, lo que es lo mismo, de estancamiento. En 1970, un año después de su creación, Samuelson obtuvo el Nobel de Economía “por el trabajo científico a través del cual ha desarrollado la teoría económica estática y dinámica, y contribuido activamente a elevar el nivel de análisis en la ciencia económica”.

Catedrático, escritor de periódicos (colaboró en decenas de ocasiones en las páginas de EL PAÍS), asesor de los presidentes demócratas Kennedy y Johnson, no hubo debate en el siglo XX y estos primeros años del XXI en el que no participase. En el año 2000, ante la posibilidad de que Bush ganase las primeras elecciones un grupo de tres centenares de economistas norteamericanos (entre ellos Samuelson y Galbraith) firmaron un manifiesto avisando de las desastrosas consecuencias que tendría para que el bienestar llegase a la mayoría. Ante la invasión de Irak, esos economistas volvieron a manifestarse en contra. En ambas ocasiones acertaron.

Pero si Samuelson tuvo influencia fue por sus libros. Su manual “Curso de economía moderna: una descripción analítica de la realidad económica” ha sido uno de los más vendidos entre los estudiantes de Ciencias Económicas de todo el mundo, y el más popular en la historia de la economía. Hizo rico a Samuelson y contribuyó a formar a muchas generaciones de técnicos. En el prólogo, el economista traza su objetivo: brindar al ciudadano “una teoría que le permita comprender las instituciones y los problemas básicos de la civilización de mediados del siglo XX”.

Samuelson se consideraba a sí mismo un centrista incurable. Hace poco tiempo, en uno de sus artículos recomendaba a Obama que se situase en esas posiciones para arreglar los problemas económicos que asolan a Estados Unidos dentro de la Gran Recesión. Como consecuencia de tal equidistancia intelectual, fue atacado a izquierda y derecha por igual. La izquierda consideraba que con sus reflexiones había contribuido a domar la parte más insurgente del pensamiento keynesiano, al insertarla en el análisis neoclásico: lo que acabó llamándose la “síntesis neoclásica keynesiana”, que fue apodada por Joan Robinson (una economista que mereció el Nobel) como “keynesianismo bastardo”. La derecha se cebó en él por sus ataques inmisericordes a Milton Friedman y Friedrich Hayek, los padres del neoliberalismo, a los que consideraba culpables de lo que ha ocurrido en el planeta en los últimos años.

En un artículo titulado “Adiós al capitalismo de Friedman y Hayek”, publicado en el 2009 cuando todo parecía posible, escribió: “En el fondo de este caos financiero, el peor en un siglo, encontramos lo siguiente: el capitalismo libertario del laissez faire que predicaban Milton Friedman y Friedrich Hayek, al que se permitió desbocarse sin reglamentación. Ésta es la fuente primaria de nuestros problemas de hoy. Hoy estos dos hombres están muertos, pero sus envenenados legados continúan”. (En realidad los que en última instancia fallaron, fueron los mecanismos de control que ya existían).

En uno de sus últimos artículos, Samuelson pronosticaba una nueva era mundial en la que el liderazgo de EE UU se vería combatido por una cada vez más potente China, a través de un ataque masivo contra el dólar. Pero indicaba: “Muchas veces, a lo largo de siete décadas de enseñanza de la economía y creación de libros de texto, me he equivocado. Aun así, recuerden dónde leyeron todo esto antes. Como decían los griegos clásicos, no maten al mensajero que les trae malas noticias”. Un buen testamento intelectual en una coyuntura en la que todavía estamos discutiendo si los economistas se equivocaron al no predecir la crisis que se venía encima porque ignoraron los factores clave de la misma, o porque los excluyeron intencionadamente por motivos ideológicos, para propiciar una determinada agenda política favorable a la desregulación. Paul Samuelson sentenciaba “Los sistemas de mercado no regulados tarde o temprano se suicidan”. Él no se suicidó, sino que vivió más de nueve décadas de enseñanzas fecundas para muchos. Por eso fue un maestro. Y por ello Kenneth Arrow, otro Nobel de Economía, le consideró “el mejor economista de la historia”

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