El luctuoso año 1820 – Cuarta Parte

Tercera parte: El luctuoso año 1820 – Tercera Parte

El 11 de noviembre se entrevistaron en San Nicolás, los gobernadores de Buenos Aires y Santa Fe. Este último planteó la exigencia de que Buenos Aires resarciera a Santa Fe de los cuantiosos daños causados por las repetidas expediciones militares porteñas contra esa provincia. Cuatro veces habían intentado los porteños doblegar a Santa Fe, por ser este un puerto idóneo para la entrada de bienes destinados al interior .Como a Rodríguez le resultaba difícil e impolítico aceptar que Buenos Aires pagara reparaciones, Rosas acudió en su ayuda comprometiéndose a que él y otros estancieros porteños entregarían a Santa Fe 25.000 cabezas de ganado en compensación de las pérdidas sufridas. Este arreglo, que salvó a la provincia de Buenos Aires no fue puro altruismo ya que Rosas cobró por todas y cada una de las redes entregadas. Este arreglo permitió que el 24 de noviembre pudiera firmarse el Convenio de Benegas por el cual ambas provincias se comprometían a mantener “paz, armonía y buena correspondencia”, y a mandar diputados a un Congreso que debía organizar Bustos en Córdoba dos meses más tarde.

En diciembre de 1820 llegaron al Río de la Plata dos comisionados regios enviados por el nuevo gobierno liberal de España en busca de un arreglo. Pero no se les permitió desembarcar en Buenos Aires por no traer instrucciones para reconocer la independencia, interrumpiéndose por ese motivo las tratativas entre ambos gobiernos.

Andanzas y fin de Ramírez y de Carrera

El recelo de López acerca de las verdaderas intenciones de Ramírez, que lo había llevado a aceptar un arreglo con Martín Rodríguez a pesar de ser este directorial, tenía bastante justificación. Olvidando el federalismo propugnado por Artigas, y después de derrotar a su antiguo jefe, Ramírez se había dedicado a fortalecer su poder personal y a perseguir a los partidarios de Artigas. Utilizó sus tropas disciplinadas por Mansilla y las armas que le diera Sarratea, para conquistar la provincia de Corrientes que había asistido al caudillo oriental. Se llevó de allí para Entre Ríos 20.000 caballos y 70.000 cabezas de ganado comentando: “¡Poco importa que los correntinos ladren si no saben morder!”.

El 30 de noviembre de 1820 Ramírez declaró constituida la República de Entre Ríos, que incluía Corrientes y Misiones, de la cual asumió el gobierno como Supremo Entrerriano. Durante su corto gobierno Ramírez tomó varias medidas acertadas: reglamentó la organización política, militar y económica de su efímera república, abolió los derechos de importación para los productos del interior, promovió la ganadería y la forestación, creó la administración judicial y el correo, e implantó la enseñanza primaria obligatoria.

Buenos Aires, siempre dispuesta a desprenderse de los territorios que no podía controlar, vio con buenos ojos la creación de la República Entrerriana. Pero la creciente ambición de Ramírez no tenía límites. Como vencedor de Artigas se sentía jefe de la Liga del Litoral, sin darse cuenta de que él mismo había destruido la Liga al traicionar a su jefe. Ramírez aspiraba también a derrocar al dictador Francia y a extender su gobierno sobre el Paraguay (con la intención de disponer de más tropas para luchar luego contra los portugueses).

El Supremo Entrerriano le escribió petulantemente a Estanislao López pidiéndole ayuda: “Yo cuento con que el Señor Gobernador de Santa Fe me enviará quinientos milicianos, el escuadrón de dragones y el batallón de pardos y morenos de la ciudad. Con el mismo fin me he dirigido al gobernador de Buenos Aires pidiéndole un contingente de dos mil reclutas, como esta convenido en la Convención de Pilar; y no dudo de que el general Bustos (de Córdoba) atenderá también mis indicaciones sobre el particular”.

Pero el convenio de Benegas, sustitutivo del Tratado del Pilar, había dejado descolocado a Ramírez, cuyas ambiciones causaban preocupación en as provincias vecinas, poco dispuestas a seguir la suerte de Corrientes. No solo no lo apoyaron, sino que el gobierno porteño impidió el paso de armas hacia Entre Ríos (repitiéndose ahora, en contra de Ramírez, lo que este hiciera con las armas que enviara Artigas con destino a Corrientes). Martín Rodríguez tampoco le mandó la flotilla prometida por Sarratea en las cláusulas secretas del Tratado de Pilar.

La firma del Convenio de Benegas por Estanislao López, con un directorial como Martín Rodríguez, hizo que José Miguel Carrera, enemigo acérrimo de los directoriales luego del fusilamiento de sus hermanos, se separara de él.

Carrera continuó su guerra particular contra Buenos Aires atacando Salto, al frente de sus chilenos y con ayuda de los indios ranqueles, para luego invadir la provincia de Córdoba. Este fue, cronológicamente, el último desmán sufrido a lo largo de ese luctuoso año 20, de tan infeliz recuerdo.

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