El fútbol antes del fútbol

Los griegos daban una gran importancia al deporte y al ejercicio físico, como parte básica e indispensable de la educación de los ciudadanos. Si bien predominaban los deportes individuales, también existían deportes de equipo como el Episkyros (también llamado Phaininda), deportes que se jugaban desde el siglo IV a.C.

El Episkyros era un juego de pelota practicado tanto por hombres como por mujeres, en un terreno de juego que tenía un tamaño algo menor al de una cancha de fútbol actual. Dos equipos de entre 12 y 14 jugadores se colocaban a cada lado del campo, separados por una línea central marcada con piedras (skuros) y con una línea detrás, en el límite de su propio campo. Se jugaba con una pelota de cuero llamada folis, que estaba hecha con vejigas de cerdo infladas. Se jugaba con las manos y con los pies, y los equipos intentaban lanzar el balón por encima de la cabeza de los jugadores del otro equipo, pasándose la pelota hasta que un jugador llegara con ella hasta la línea de fondo del rival. En Esparta las normas eran un poco diferentes, el juego era bastante más violento y podían participar hasta 30 jugadores por equipo. Si bien no hay documentación fiel sobre el juego, la FIFA lo ha reconocido oficialmente como antecesor del fútbol.

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Mujer jugando episkyros, hallada en la Magna Grecia, siglo IV a. C.
Mujer jugando episkyros, hallada en la Magna Grecia, siglo IV a. C.

 

En Roma se jugaba al Harpastum desde los años 50 o 40 a.C. Se jugaba en tierra o césped en un espacio abierto y participaban de 5 a 12 jugadores por equipo. El juego también era conocido por el poco original nombre de “el juego de la pelota pequeña” ya que la pelota tenía el tamaño de una pelota de handball, y el objetivo del juego era trasladar mediante pases la pelota desde el propio campo hasta tocar con ella una cuerda extendida a lo largo del fondo del campo rival. Lograrlo otorgaba un “punto”. Estaba permitido el juego con las manos y los pies, aunque predominaba el manejo con las manos, lo cual lo asemejaba más al rugby actual que al fútbol. La pelota no podía tocar el piso, por lo tanto si esto ocurría el equipo portador era penalizado. La “regla inicial” decía que sólo se podía agarrar o tocar al jugador que portaba la pelota, pero en la práctica casi no había reglas; el juego era rápido, áspero y el contacto físico era permanente y violento, al extremo de que prácticamente todo estaba permitido excepto matar, lo cual no era extraño que ocurriera.

El Harpastum se practicaba frecuentemente como entrenamiento entre legionarios y soldados, ya que en Roma sostenían que este juego propiciaba la estrategia conjunta por encima de las habilidades individuales. Solían jugar oficiales contra tropas, lo que solía generar verdaderas batallas.

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Harpastum.
Harpastum.

 

En China también se jugaba a la pelota. El juego de pelota chino por excelencia era el Cuju (o Ts’u Chü), que se jugaba desde hace más de 2.000 años y que tuvo su apogeo durante la dinastía Song, de 960 a 1279 d.C. Había dos formas de jugarlo: con y sin gol. En la versión “sin gol”, la idea era mantener la bola en el aire durante el mayor tiempo posible. En la otra, los equipos competían por meter goles.

Los clubes de cuju tenían managers y entrenadores. Los jugadores solían ser jóvenes de familias ricas, aunque había también jugadores profesionales itinerantes. Y las mujeres también jugaban. El cuju servía como entretenimiento en los banquetes y recepciones de la corte. El arco consistía en una red sostenida entre dos pilares de unos 10 metros y una red colorida con un hueco de unos 30 centímetros de diámetro en el medio. Cada equipo vestía colores distintos y los jugadores llevaban gorros o sombreros decorados, distinguiéndose el del capitán de los del resto de sus compañeros. Los equipos se pasaban la pelota con los pies de un lado a otro hasta que finalmente llegaba al “líder de la pelota” o “convertidor de goles” que trataba de meterla en el hueco de la red; entonces el otro equipo tomaba la pelota y hacía lo mismo. El equipo que metía más goles ganaba. Los tiros exitosos eran recibidos con redobles de tambores, y los clubes de cuju ejercitaban la cortesía con sus rivales (así que barrabravas… no, no había). Los “10 fundamentos de cuju” incluían el respeto a los rivales, la cortesía y el espíritu de equipo. No había espacio para conductas poco caballerosas o juego violento; los chinos sostenían que el cuju debía promover la felicidad y ser un ejemplo para los jóvenes.

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Ts
Ts’u Chü.

 

Kevin Moore, director del Museo Nacional de Fútbol británico, confirmó sin ruborizarse que “si bien Inglaterra es la cuna del juego moderno que conocemos, siempre hemos reconocido que su origen es chino”.

El cuju, como era de esperar, traspasó las fronteras de China y llegó a los países vecinos, entre ellos Japón. Allí el cuju se jugó durante mucho tiempo y se fue modificando hasta transformarse en el kemari (o kenatt). Practicado desde el siglo VII, el kemari fue inicialmente un juego de las clases altas, pero poco a poco fue traspasando los estratos sociales haciéndose popular, sobre todo entre los samurais.

Lo más destacable sobre este juego es que no es competitivo sino colaborativo, y nadie gana. Pueden participar entre 2 y 12 jugadores (suelen ser 6 u 8), cuyo objetivo es tocar la pelota o mari (de piel de ciervo y rellena de aserrín) con cualquier parte del cuerpo excepto los brazos y las manos y darle tantas veces como puedan teniendo que estar siempre en el aire. Eso es todo. Todos los participantes llevan un kairiginu (traje de seda con largas mangas), y el encuentro tiene lugar en el kikutsubo, un campo de unos 15 metros de largo delimitado por árboles.

En la Edad Media se practicaba un juego de pelota llamado soule (o choule). El mismo se siguió practicando hasta el siglo XVIII, cuando fue más popular, aunque en ciertas regiones de Francia (Normandía, Bretaña) e Inglaterra se jugó hasta el siglo XIX. Solía practicarse durante las fiestas de los pueblos y era un juego muy conocido, jugado por las clases sociales más bajas, aunque algunos nobles también jugaban. La pelota estaba hecha de de cuero y estaba rellena de heno, aunque a veces era de madera, y no tenía una medida estándar. El campo tampoco tenía medidas predeterminadas, ya que el objetivo del juego era llevar la pelota de un sitio indicado a otro muy lejano, usando manos y pies. El lugar de inicio podía ser cualquiera y el lugar al que había que llevar la pelota también, y la distancia a veces podía ser de kilómetros (¡!). Había que agarrar la pelota y llevarla donde se había estipulado, y durante todo ese trayecto había peleas conocidascomo scroumages o melés. Las reglas del juego no estaban claras, era una especie de “vale todo”, por lo que las autoridades locales no estaban de acuerdo con la práctica de este juego ya que propiciaba la violencia y no se diferenciaba lo que era “legal” y lo que no lo era. El soule, que parece provenir del Harpastum romano, es el predecesor más parecido al hurling.

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Soule.
Soule.

 

 

En Florencia, en el siglo XVI, el calcio florentino se presentó como un deporte muy activo en barrios populares. Los Médici, conscientes de ello, procuraron usar este tipo de deportes atractivos para las masas como un vehículo idóneo para alcanzar sus propósitos políticos dentro de la ciudad. Los equipos contaban con 27 jugadores cada uno, jóvenes de entre 20 y 25 años. El terreno de juego era una parcela de similares dimensiones a los actuales campos de fútbol: 172 “braccie” (1 braccia = 0.6m) de largo y 82 de ancho. Se jugaba con una pelota de tamaño mediano y el objetivo de cada equipo era alcanzar la línea de fondo defendida por sus contrincantes mediante un juego de pases, tanto con los pies como con las manos. Concretar el objetivo se denominaba “caccia“, y el equipo que lograra más “caccie” era el ganador. Los jugadores (“calciatores“) competían por el honor, lo que daba lugar a un gran sentimiento de identidad y pertenencia respecto al barrio de la ciudad al que perteneciera cada jugador. Así, se configuraron cuatro equipos a partir de los cuatro principales barrios populares de Florencia: Santa Croce (color azul), Santa Maria Novella (color rojo), Santo Spirito (color blanco) y San Giovanni (color verde).

La primera evidencia escrita sobre el calcio, de 1470, expresaba que la repercusión social de este evento deportivo era innegable, ya que incluso extranjeros se acercaban a Florencia para ver los encuentros que se disputaban. Se construyeron cercas para delimitar el terreno de juego, los espacios para los árbitros (hasta 6) y hasta tribunas. Antes del inicio del juego se producía un desfile, y durante todo el partido se disponían guardias de seguridad, ya que era frecuente algún tipo de confrontación violenta durante el juego que podía desembocar en un altercado público (los antecesores de nuestros barrabravas, se ve…).

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Calcio fiorentino.
Calcio fiorentino.

 

En América, el sacerdote español Bartomeu Meliá asegura que el registro más antiguo que existe sobre el fútbol está en el primer diccionario de la lengua guaraní, escrito en 1639. Allí se describe el Manga Ñembosarái, un juego que practicaban los indígenas en San Ignacio Guazú, la primera misión jesuita fundada en Paraguay. El juego consistía en dos equipos que se pasaban con los pies una pelota hecha de caucho. El objetivo era que la pelota no dejara de moverse, lo jugaban los hombres los domingos por la tarde después de la misa y había apuestas a ver quién ganaba. A diferencia del fútbol actual, el manga ñembosarái se jugaba sin arcos. Era más parecido a lo que hoy llamaríamos hacer jueguito, y el equipo perdía el equipo que primero se cansaba. En Paraguay sostienen que los ingleses pudieron haber sacado la idea para crear el fútbol después de ver a los guaraníes que fueron llevados a España por los jesuitas; incluso tienen pruebas que explican que el juego era originario de los guaraníes y que no lo trajeron los jesuítas, tras el hallazgo de una tribu que nunca había estado en contacto con otras civilizaciones y que jugaba ese juego de la misma forma descrita en los textos guaraníes, y hasta la Iglesia católica reconoció la autoría de los indígenas en una nota publicada en L’Osservatore Romano.

Ya más cerca en el tiempo y en Inglaterra, en el siglo XVI, Richard Mulcaster le da el nombre de “footeball” a un juego que se practicaba en muchos colegios ingleses y crea las primeras normas. En 1841 se juega en Eton el primer partido con once jugadores por equipo. En 1848, en la Universidad de Cambridge, se unifican normas y se crea el “Código Cambridge“, que limita el uso de las manos. En 1857, el “Código Sheffield” añade los corners y los saques laterales.

Finalmente, el 26 de octubre de 1863, en la Freemason’s Tavern de Londres, se unifican las normas, se separa definitivamente el rugby del fútbol, se establecen las bases del fútbol como lo conocemos y se crea la primera asociación inglesa de fútbol (English Football Association).

En 1889 se crean las primeras asociaciones de fútbol no británicas, en los Países Bajos y Dinamarca. La primera asociación de fútbol de un país de habla española es la Asociación Argentina de Fútbol, creada en 1893. El 21 de mayo de 1904 se crea la FIFA, y en 1908 el fútbol se convierte en deporte olímpico en los Juegos Olímpicos de Londres.

 

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