El curioso origen de algunos himnos nacionales

Las marchas patrióticas son la esencia misma de la nacionalidad. Las aprendemos de memoria cuando somos muy jóvenes, y esas exaltaciones de patriotismo y lealtad se impregnan en nuestras mentes para toda la vida.

Tan interiorizadas las tenemos, que no las analizamos y las repetimos con más o menos emoción, según el caso, y muchas veces nos llevan a proferir juramentos y maldiciones que no haríamos conscientemente.

El himno más conocido de todos, “La Marsellesa”, o el himno de los Ejércitos del Rhin, compuesto por un vehemente republicano, Claude Rouget de Lisle, quien proponía luchar contra la tiranía (hasta allí, todo bien), incita a la violencia y a defenderse de aquellos que vienen a degollar a hijos y mujeres, y a sembrar los surcos de sangre, refiriéndose, obviamente, a los monárquicos. Por esta razón La Marsellesaestuvo prohibida en tiempos del Imperio y la Restauración, hasta la República. La Marsellesa fue utilizada como himno en cuanta revolución afectó al mundo, como la bolchevique.

En Italia, “Il canto degli italiano”, fue escrito por Goffredo Mameli, y compuesto por Michelle Novaro, en Génova en 1847, durante la guerra de la Independencia contra Austria. Esta obra, también conocida como “Fratelli d’Italia”, como dice su primer verso, fue el himno de la República desde 1940, aunque recién fue reconocido como tal, en el 2005.

El himno inglés, aunque suene paradójico, tiene un origen francés, y fue compuesto por un alemán. Resulta que el Rey Luís XIV de Francia, padeció una molesta fístula anal, que fue operada exitosamente. Para celebrar el acontecimiento, en 1686, la duquesa de Brinon, asistida por el músico de cámara real, Jean Baptiste Lully, compuso una canción llamada “Grand Dieu sauve le Roy” (su traducción latina fue por años, el himno de la familia Real). Casi un siglo más tarde, Haendel realizó una serie de modificaciones, que terminaron en el God Save the Queen o “The Queen”, según el caso. Un himno nacido del procto tullido de un Rey francés.

“The Star-Spangled Banner”, fue escrito en 1814, por el abogado Francis Scott Key, pero recién adoptado en 1931. Si bien los versos son de Scott, la música está basada en una antigua melodía inglesa, “To Anacreon in heaven”.

Curiosamente, el himno de España lleva 250 años sin letra. La Marcha granadera se convirtió en Marcha Real, y a pesar de que hubo un concurso para buscarle poemas acordes, no hubo suerte y ninguna letra cuajó. Esta “Marcha granadera” dejó de ser himno español durante la Segunda República, cuando se adoptó el himno “Riego” (usado por los liberales en 1820).

Cuentan que los mexicanos organizaron un concurso para su himno durante el gobierno de Antonio López en 1853. El poeta más conocido del país, era Francisco González Bocanegra, quien no estaba muy interesado en participar, pero su esposa decidió lo contrario, y en una actitud poco respetuosa por el “macho” mexicano, lo encerró en una habitación hasta que escribió la letra del himno.

El ejemplo de La Marsellesa cundió entre las ex colonias españolas, que necesitaban infundir valor a sus tropas con marchas guerreras. Tanto el himno de Uruguay, como el del Paraguay, se deben a la pluma corsaria de Acuña de Figueroa, quien fue sucesivamente súbdito español, lusitano y finalmente oriental, aunque nunca simpatizó con Artigas. Al igual que el himno argentino, pasado el tiempo de las guerras independistas, se quitaron las duras referencias contra España, Portugal y Brasil.

El himno chileno, escrito por Eusebio Lillo, cuenta con los estribillos del poeta argentino, Bernardo de Vera.

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Nuestro himno no le trajo beneficios al compositor Blas Parera.
Nuestro himno no le trajo beneficios al compositor Blas Parera.

 

Nuestra marcha patriótica, también fue modificada con el tiempo, y le tocó al nieto de Vicente López y Planes, cuando Lucio López era Ministro del Interior, hacer tal concesión para calmar a la colectividad española, cuyos diplomáticos solían retirarse cuando se llegaba a la parte de “a sus pies rendido un león”.

A su compositor, Blas Parera, un músico de origen catalán,esa participación en la confección de nuestra marcha patriótica no le acarreó muchas ventajas ni simpatías políticas, porque al poco tiempo se vio obligado a volver a España (según las malas lenguas, escondido en la caja que transportaba su piano).

Como se perdió la versión escrita (esa que la leyenda cuenta que se estrenó en casa de Mariquita Sánchez de Thompson, aunque no haya sido exactamente allí), fue reescrito de memoria por Pedro Esnaola, rico comerciante, que también fue profesor de música de Manuelita Rosas. Este origen incierto trajo una serie de discusiones sobre cuál era la versión original, que se ventilaron durante el gobierno de Marcelo T. de Alvear.

Lo que es cierto es que nuestro himno estuvo y está a ambos lados de las grietas que asolaron nuestro país. El estribillo de “Libertad, liberad, libertad” fue cantado tanto por los obreros de la Semana Trágica, como por la policía que los reprimió, por los gobiernos de facto y los democráticos, por lo tanto, nuestro himno, como los otros a los que nos hemos referido, construyen una épica, una condición aglutinante necesaria para crear un vínculo patriótico, que es necesario inculcar desde la más tierna infancia para introyectar tal sentimiento.

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