Edith Sitwell: la excéntrica dama de la poesía británica

Dame Edith Sitwell nació en Scarborough, Yorkshire (Inglaterra), el 7 de septiembre de 1887, en el seno de una familia aristocrática de terratenientes amantes de las letras. Era la mayor de tres hermanos (Osbert y Sacheverell también devinieron insignes escritores), hijos de Sir George y Lady Ida Sitwell de Renishaw Hall, Derbyshire, y nietos de Lord Londesborough (William Henry Forester Denison, un político liberal británico nombrado el primer conde de Londesborough). Tuvo una descollante educación privada en la hacienda familiar de Renishaw hasta que, poco antes de que empezara la Primera Guerra Mundial, entró en el círculo literario de Londres.

Su primer poema, “The Drowned Suns” (“Los soles ahogados”), fue publicado en 1913 en el Daily Mirror (un periódico sensacionalista inglés matutino de ideología laborista creado en 1903 y vigente al día de la fecha) y su primer volumen, “The Mother and Other Poems” (“La madre y otros poemas”), en 1915. Al año siguiente, junto a sus hermanos, comenzó a editar una antología anual, “Wheels” (“Ruedas”), en la que repudiaba sin reparo alguno a los cómodos y familiares sentimentalismos ingleses de los poetas georgianos. Sus versos bizarros, satíricos y apocados a la vez, anticiparon ese juicio de la escena contemporánea que poco después sería perfectamente articulado por T.S. Eliot en “The Waste Land” (“El páramo”).

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Osbert, Edith y Sacheverell
Osbert, Edith y Sacheverell

 

Los primeros poemas de Edith, que entremezclaban imágenes alarmantes, demoníacas, mecánicas y naturales del mundo, y que empleaban como figura favorita al payaso o la metáfora del arlequín, presentaban una imagen elaboradamente distorsionada y no naturalista de un mundo que había enloquecido por completo. A su vez, evidenciaban la riqueza de color y sensualidad a la que la poeta había respondido como una niña bastante solitaria y que influyó en su producción a lo largo de su vida. También, -y me atrevo a afirmar que principalmente- exhibían un extraordinario sentido del ritmo que, junto a otros experimentos sonoros, resultó ser el dote más significativo y controvertido de Edith a la poesía contemporánea.

Edith estaba interesada sobre todo en la distinción entre la poesía y la música y en el valor del sonido dentro de la poesía específicamente, asuntos que exploró con suma prodigiosidad en “Façade” (“Fachada”), una serie de poemas abstractos cuyos ritmos imitaban a los de la música y a los que William Walton puso música y llevó a escena al año siguiente de su publicación en 1922. La tituló “Façade -An entertainment-” (“Fachada -Un entretenimiento-“) y consistió en: una cortina con un agujero del que emergía un rostro pintado (recurso con el que se buscaba eliminar la personalidad del rapsoda) que, con ayuda de un megáfono (el único instrumento de la época capaz de amplificar sonidos), recitaba los poemas de Edith (los cuales no narraban ninguna historia ni trasmitían moraleja alguna) sobre la música de Walton interpretada por una pequeña sinfónica en vivo. El público recibió la primera interpretación con desconcierto, pero hubo muchas reacciones positivas. La obra fue exhibida tanto en museos como en centros culturales y teatros a lo largo y ancho del mundo occidental. (Texto escrito por la poeta que acompañó la presentación realizada en el MOMA de Nueva York)

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En 1929 publicó “Gold Coast Customs” (“Costumbres de la Costa de Oro”), un poema sobre la artificialidad del comportamiento humano y la barbarie que yace bajo la superficie, el cual fue escrito al ritmo del tom-tom (un instrumento de percusión pequeño y estrecho que se toca con las palmas de las manos) y del jazz, develando una considerable habilidad técnica, y que, con su crudeza y agónica imaginería, marcó el final de un período de experimentación para la poeta, que fue una proclamación en defensa absoluta de las tendencias innovadoras en la poesía inglesa y rotunda oposición ante lo que consideró el convencionalismo de gran parte de los poetas que le eran contemporáneos que miraban hacia atrás y aniquilaban así toda potencialidad y rizomaticidad posibles.

Durante la década de 1930, Edith escribió poca poesía. Se ejercitó en la preparación de varias antologías y en prosa. En 1933 recibió la medalla de poesía de la Royal Society of Literature y cuatro años más tarde, en 1937, después de la muerte de su madre (y de no haber asistido al funeral a modo de declaración pública de su animadversión hacia ella en particular y sus progenitores en general), publicó su única novela, “I Live under a Black Sun” (“Vivo bajo un sol negro”), una ficción biográfica sobre Jonathan Swift (un satírico ensayista y político irlandés anglicano reconocido por haber sido un influyente deán de la catedral de San Patricio de Dublín), la cual fue una alegoría política en la que trató temáticas como el duelo, la melancolía, y el desamparo.

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Edith Sitwell por Cecil Beaton en 1929 (NGA)

 

Edith Sitwell por Cecil Beaton en 1929 (NGA)

 

 

Para la época de la Segunda Guerra Mundial, Edith se había convertido no solo en una celebridad literaria, sino en una decana de las letras cuyo patrocinio era ansiado por los poetas más jóvenes. Como líder de la haute monde literaria, publicó “Street Songs” (“Canciones callejeras”) en 1942, “A Poet´s Notebook” (“Cuaderno de un poeta”) en 1943, “Green Songs” (“Canciones verdes”) en 1944, “Song of the Cold” (“Canción del frío”) en 1945, “A Fanfare for Elizabeth” (“Una fanfarria para Elizabeth”) en 1946, “A Notebook on William Shakespeare” (“Un cuaderno sobre William Shakespeare”) en 1948 y “The Canticle of the Rose: Poems 1917-1949” (“El himno de la rosa”: poemas 1917-1949) en 1949.

En la década de 1950 viajó mucho, leyendo y dando conferencias a un público admirador tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos. En 1953, en Hollywood, terminó el guion para la película sobre su libro acerca de la infancia de Elizabeth I, “A Fanfare for Elizabeth”, el cual nunca llegó a filmarse. A su regreso al Reino Unido fue nombrada Dama Comandante de la Orden del Imperio Británico. Para 1955, después de mucho tiempo y dedicación al estudio de la religión católica, a sus 68 años, Edith decidió ingresar en ella, bautizándose y comulgando por primera vez en la iglesia St. Mary Moorfields (una parroquia perteneciente a la orden franciscana y la única iglesia católica situada dentro de la “City” de Londres”, el distrito financiero más importante del mundo).

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Edith Sitwell por Cecil Beaton en 1962

 

Edith Sitwell por Cecil Beaton en 1962

 

 

Continuó escribiendo y editando hasta su muerte en Londres el 9 de diciembre de 1964. Dejó una autobiografía, Taken Care Of(“Cuidar”), lista para su publicación post mortem.

Link a su obra poética: https://allpoetry.com/Dame-Edith-Sitwell

Magnífica entrevista que le realizó la BBC en 1959:

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