Incluso en medio del bombardeo total se salvó la catedral. Algunos dicen que fue porque la respetaron. De hecho, sus dos torres sirvieron a los pilotos como punto de referencia en la clara noche de mayo de 1942. Seguramente, lo que la salvó fue su construcción gótica. Los grandes ventanales y los arbotantes derivaron hacia el exterior la onda expansiva de las bombas, suponen los expertos.
Ni se pudo ni se quiso reconstruir toda la ciudad, a partir de 1945, en su estilo original. Tal era la escasez de viviendas, después de que cayeran, víctima de las bombas, 3.330 casas y 41.000 pisos, que se optó por construir rápido y barato. Pero no en la orilla del casco antiguo. Los turistas que visitan cada día esa parte de la ciudad pueden hacerse una idea de cómo era la antigua Colonia.
El 31 de mayo de 1942, a partir de exactamente de las 00:47, murieron 469 personas en torno a la catedral de Colonia. Las estadísticas han registrado con precisión: hasta las 03:10 am cayeron 20 minas aéreas, 864 bombas, 110.000 varillas incendiarias y 1044 bombas de fósforo. Más de 45.000 personas perdieron sus hogares.
La noche del 30 de mayo dejó cicatrices que todavía perduran en la faz de la antigua colonia romana, una de las mayores ciudades comerciales y universitarias de la Edad Media. A pesar de eso, la catedral y la orilla del Rin transforman a Colonia en una ciudad que atrae a millones de turistas cada año.
Arthur Harris, apodado “bombardero Harris”, fue el “padre” de los bombardeos contra ciudades alemanas. Su táctica para doblegar a la población mediante ataques contra civiles es todavía cuestionada en Gran Bretaña. Sólo tiempo después se le erigió un monumento, más bien sin darle mucha publicidad. Como militar activo, se le negó un escaño en la Cámara de los Lores.
Winston Churchill solía llamar cada mañana al puesto de mando de los bombarderos para preguntar por el éxito de los ataques aéreos nocturnos sobre Alemania. La frialdad con la que el general de la Fuerza Aérea Arthur Harris iba a trabajar era, para el mismo Churchill, demasiado. “Estoy harto de los ataques a Colonia”, le dijo una vez. “Los coloneses también”, le espetó Harris.
Un bombardero Lancaster recibe su carga mortal para un ataque aéreo nocturno sobre Alemania. Los historiadores no se han puesto de acuerdo en si la “guerra total” desde el aire fue, en última instancia, decisiva en la contienda. También para la Royal Air Force fue una sangría. Uno de cada dos tripulantes nunca volvió a casa.
Todavía hay artificieros en actividad. Una y otra vez, los operarios de excavadoras encuentran “llamativos hallazgos” que sobresalen incluso en la superficie del terreno. Frecuentemente deben evacuarse grandes áreas de Colonia. Nadie sabe cuántas bombas sin detonar quedan todavía por descubrir. Arthur Harris lo resumió así: “¿Querían la guerra total? Pues les hemos dado lo que estaban pidiendo”.