En el Museo de la Mujer, que funciona en el Pasaje Dr. R. Rivarola 147 de la ciudad de Buenos Aires, quedó depositado y seguro está para consulta de interesados, el Registro Municipal de Prostitutas, cuya tapa ilustró una nota anterior en este espacio.
Pero hay una historia sobre cómo llegó allí y su valioso contenido, cuestiones que merecen algunas consideraciones generales y puntuales.
Ese registro estaba a punto de ser quemado, luego de una “limpieza” que se ejecutaba en una dependencia municipal. De casualidad un reconocido abogado de Tres Arroyos, dedicado a la docencia, pudo rescatarlo.
Seguidamente me lo ofreció, sabiendo de mi interés en el tema luego que yo ofreciera una charla que tocó tangencialmente la cuestión en un curso de la Escuela Agropecuaria de nuestro medio.
De inmediato quedó evidente lo valioso del documento, que sustentó análisis y comentarios diversos en mi programa de radio y sitio web “esto es Historia”, además de notas especiales en otros medios gráficos.
Esa trascendencia fue detectada por Valeria Dubovik, profesional vinculada familiarmente con Claromecó e involucrada con el Museo de referencia, además de comprometida en una investigación específica sobre temas prostibularios.
Me comunicó su interés especial por ese documento y aprovechando sus viajes anuales a la localidad balnearia, también estuvo dos veces en el programa radial consignado.
Accedí a prestar el libro de registro que fue parte de un material exhibido en la Noche de los Museos de ese año, tal como se consigna en la nota hecha llegar para reconocer ese aporte y que se reproduce acompañando este texto.
Posteriormente decidí cederlo de manera definitiva, quedando en poder del Museo.
El contenido
El Registro Municipal de Prostitutas de la Intendencia de Tres Arroyos se trata de un libro de 400 páginas, con excelente encuadernación típica de aquellos años, con material de primera calidad y tapas enteladas ejecutada por una imprenta metropolitana que se menciona.
Es un documento bastante bien conservado con las fotografías de quienes participaban de esa actividad, mostrando mujeres que podrían ser retratos de amas de casa.
Se mencionan datos personales, lugar de origen y detalles diversos.
Se observan muchos casos de mujeres de localidades próximas a Tres Arroyos lo que mostraría la necesidad de sostener familias en un contexto económico muy precario.
Pero también se rescatan situaciones particulares que muestran otros orígenes, y períodos de actividad variables.
Por ejemplo, en el caso de Haydee, una mujer de 35 años se establece que el 9 de octubre de 1923 había llegado a Tres Arroyos y la abandonó un mes después.
En otro caso se dice que ejerció el comercio sexual entre el 25 de agosto y el 17 de setiembre.
En su página 70 se identifica a Paulina, de 28 años, procedente de Necochea, de nacionalidad francesa y que tuvo actividad entre 1923 y 1925, consignándose que se retiraba de la actividad.
No se especifica otro dato, pero bueno es consignar que muchas veces algunas mujeres “escalaban” posiciones y se pasaban a estructuras de manejo y control de la actividad.
Valeria Dubovik
Al momento de hacer una entrevista radial, Valeria Dubovik estaba radicada en Tigre. Artista plástica involucrada con el feminismo y con el Museo de la Mujer, recordaba que la institución es solventada directamente por sus integrantes, sin aporte estatal.
La entrevistada contaba entre otras cosas lo siguiente:
Este periodista también fue contactado por otra persona dedicada a un estudio similar, aunque en el área patagónica.
Patricia Halvorsen, con un establecimiento turístico en el sur del país, Estancia La Quinta, rastreaba también esta cuestión y se interesó por el material aquí disponible.
El contacto no avanzó, pero Patricia publicó un libro junto con Jorge Castelli titulado Esas mujeres en la Patagonia austral. El prólogo fue escrito por Myrtha Shalom.