Isabel I de Inglaterra murió en el palacio de Richmond, emanciada y sin poder pronunciar palabra, aunque maquillada y luciendo una peluca. Ya casi no tenía cabello y hacia días que no dejaba que la bañaran. Según los testigos ofrecía un “espectáculo patético”.
Después de la muerte de personas que habían estado a su lado, como Catherine Howard, su dama de compañía, su amiga Lady Knollys, y su favorito, Robert Devereux, conde se Essex, Isabel tuvo brotes de melancolía. Al mismo tiempo expresó su remordimiento por haber ordenado la ejecución de su prima, María, reina de Escocia.
Una de las damas de la corte aseguraba que Isabel era asediada por visiones del pasado, que la sumergían en alteraciones emocionales y físicas. Éstas evolucionaron al extremo de permanecer 15 horas en su cama, sin levantarse, y cuando lo hacía, solía perder el equilibrio, razón por la cual su lecho estaba rodeado de almohadones.
Cuando sus allegados vieron que el inexorable final se acercaba, la reina fue consultada sobre quién sería su sucesor. Para entonces Isabel ya casi no podía hablar. Al serle sugerido el nombre de James VI de Escocia (el hijo de María, su prima) solo se limitó a dibujar un círculo sobre su cabeza con el dedo, como si se tratase de una corona. Ésta fue tomada como una afirmación por sus colaboradores cercanos. ¿Era acaso una forma de resarcir a María? Sir Robert Carey afirmaba que Isabel estaba realmente compungida por la muerte de María y decía que jamás había consentido su ejecución. ¿Fue así o solo era una excusa para acallar su conciencia?
Isabel falleció el 24 de marzo “ligeramente como un cordero y fácilmente como una manzana madura del árbol”.
El cuerpo de Isabel fue embalsamado (aunque algunos testigos afirman que el acúmulo de gases de putrefacción había deformado al cadáver de una forma espantosa). ¿Murió por una sepsis o por una intoxicación? Por años la reina, para ocultar sus arrugas y el inexorable paso del tiempo, usaba una “máscara”, es decir, un maquillaje blanco a base de óxido de plomo, un compuesto sumamente tóxico que probablemente haya asistido al deterioro generalizado que sufrió y a su fallecimiento.
Finalmente fue enterrada el 28 de abril de 1603.