Charles Robert Darwin nació en Shrewsbury, Inglaterra, el 12 de febrero de 1809. Fue el quinto de seis hijos del matrimonio entre Robert Darwin, médico y hombre de negocios de buena situación social y económica, y Susannah Wedgwood.
Ambas familias eran de tradición religiosa pero de mentes abiertas. El mismo Robert Darwin, siendo un discreto librepensador, bautizó a su hijo Charles en la Iglesia anglicana, aunque tanto él como sus hermanos asistían a los oficios unitaristas (cristianos que no aceptaban el dogma de la santísima trinidad). Desde su infancia Charles ya mostraba predilección por la biología, la historia natural y el coleccionismo de ejemplares. Su madre muere cuando Charles tenía ocho años, quien ingresa luego como pupilo en la escuela anglicana de Shrewsbury.
Estudió medicina en la universidad de Edimburgo, pero no fue un buen alumno. Aprendió taxidermia, que le interesó bastante más. En su segundo año en Edimburgo ingresó en la Sociedad Pliniana, un grupo de estudiantes de histopria natural. Colaboró con las investigaciones de Robert E. Grant sobre invertebrados marinos en el fiordo de Forth, y en marzo de 1827 presentó ante la Sociedad Pliniana su primer trabajo. Cuando Grant expuso las ideas sobre la evolución de Jean-Baptiste Lamarck, naturalista francés, Darwin quedó impresionado y asoció tales ideas con algunos escritos de su abuelo Erasmus Darwin, otro naturalista de renombre.
Ostensiblemente incómodo en sus estudios de medicina, la situación disgustó a su padre, quien lo envió al Christ’s College de Cambridge para estudiar letras y teología como pasos necesarios ordenarse como pastor anglicano. Charles no iba por ese lado tampoco: empezó a colecccionar escarabajos, y publicó algunos trabajos en manuales de entomología. Fue discípulo del profesor John Stevens Henslow. En Cambridge, leyó dos libros que influirían claramente en su vida: “Teología natural”, una obra que trataba de unir el diseño divino con la adaptación biológica, y “Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente”, de Alexander Von Humboldt.
Viajó a Tenerife a estudiar la naturaleza en los trópicos y se inscribió en un curso de geología. A su regreso, recibe una carta de su profesor John S. Henslow que le proponía un puesto como naturalista y recolector de materiales, sin retribución, en el viaje que el capitán Robert FitzRoy emprendería en el HMS Beagle, que zarparía cuatro semanas después en una expedición para cartografiar las costas de Sudamérica. A su padre no le gustaba la idea, pero entre Charles y su tío Josiah lo convencieron.
El viaje del Beagle duró casi cinco años (casi tres más de lo estipulado originalmente), zarpando de la bahía de Plymouth el 27 de diciembre de 1831 y arribando a Falmouth el 2 de octubre de 1836. Tal como FitzRoy le había propuesto, el joven Darwin dedicó la mayor parte de su tiempo a investigaciones geológicas en tierra firme y a recopilar ejemplares, mientras el Beagle realizaba su misión de medir corrientes oceánicas y cartografiando la costa. Darwin tomó notas escrupulosamente durante todo el viaje, y enviaba regularmente sus hallazgos a Cambridge, junto con una larga correspondencia para su familia, que se convertiría en el diario de su viaje. La mayoría de sus notas zoológicas versaba sobre invertebrados marinos, el tema que más dominaba.
La primera escala fue en Cabo Verde, donde Darwin estudió que uno de los estratos blanquecinos elevados en la roca volcánica. Cruzado el Atlántico, ya en Brasil, Darwin quedó fascinado por el bosque tropical. En Punta Alta y Monte Hermoso (Argentina) encontró fósiles de grandes mamíferos y de bivalvos. Identificó, por un diente, al poco conocido megaterio. Estos hallazgos, ocurridos en septiembre de 1832, constituyeron la primera evidencia fósil que halló sobre la mutabilidad de las especies y marcaron el inicio de la posterior elaboración de su célebre teoría. Se adentró en el interior de la Argentina y descubrió más fósiles, al tiempo, que adquiría una perspectiva de los problemas sociales, políticos y antropológicos de los nativos de la región.
Contempló con asombro la diversidad de la flora y la fauna y comprendió que la separación geográfica y las distintas condiciones de vida eran la causa de que las poblaciones variaran de manera diferente según su lugar de asentamiento. Continuando su viaje hacia el sur, la Patagonia y Tierra del Fuego también le mostraron su exhuberancia; a esta altura, al contrario que sus colegas científicos, empezó a sospechar que no existía una diferencia insalvable entre los animales y las personas.
Poco después, en las islas Galápagos, identificó diferentes variedades de pinzones y tortugas. En Australia le llamaron la atención los marsupiales y el ornitorrinco, llevándose una grata impresión de los aborígenes. A esta altura, el capitán FitzRoy leyó los diarios de Darwin y le pidió permiso para incorporarlos a su crónica oficial. Una de sus últimas escalas, en Cape Town, sirvió para afianzar sus hallazgos.
Al regreso de su viaje, en 1839, se casó con Emma Wedgwood, quien era su prima. Tuvieron tres hijos. A esta altura, Charles ya era un librepensador agnóstico, mientras qupe su esposa era religiosa (unitarista) practicante. A pesar de eso, ambos respetaron sus convicciones y nunca hubo problemas entre ellos.
Entre 1840 y 1843 aparecieron sus notas sobre el viaje del Beagle (“Zoología del viaje del Beagle”). En 1858, la lectura de “Ensayo sobre el principio de la población” de Thomas Malthus, un experto en economía política y demografía, inspiró en Darwin la hipótesis de que la evolución de las especies era fruto de la selección natural en un proceso constante de lucha por la supervivencia, en el que solo sobrevivirían las especies más fuertes o que mejor se adaptasen al medio. Cuando se encontraba madurando su teoría, tuvo conocimiento de que el naturalista Alfred R. Wallace había llegado por su cuenta a las mismas conclusiones. Sin celos ni disputas, Darwin y Wallace presentaron conjuntamente sus teorías ante la comunidad científica británica, aunque sería Darwin quien obtendría en los años siguientes el mayor reconocimiento.
En 1859, Darwin publica su obra fundamental: “Del origen de las especies por medio de la selección natural o la preservación de las razas mejor dotadas en la lucha por la vida”. Los puntos de vista originales que expuso en esta obra sobre la variabilidad de las especies forman la teoría explicativa de la evolución denominada posteriormente “darwinismo”. La polémica que despertó dicha obra se redobló cuando Darwin precisó la posibilidad de que el hombre moderno descendiera de un tronco simiesco primitivo común con los monos, teoría presentada en el libro “El origen del hombre y la selección natural”, en 1871. Así, a partir de ideas derivadas de teorías económicas, Darwin dedujo su principio de la “lucha por la vida” (struggle for life), en la que la victoria será para quien demuestre o posea alguna ventaja respecto a sus competidores. Tales ventajas radican en ciertos caracteres que solo algunos individuos poseen. Eso lleva a que la supervivencia se deba a una verdadera “selección natural”, en la que prevalecerán “los más aptos”; por iguales razones, se verificaría la aparición de especies nuevas y la existencia de un continuo proceso de adaptación a la vida y sus dificultades de subsistencia.
Darwin escribió además otras obras (“La variación de los animales y las plantas bajo la acción de la domesticación”, “La descendencia humana y la selección sexual”, “La expresión de las emociones en el hombre y en los animales”, “Los movimientos y costumbres de las plantas trepadoras”, etc etc). En las décadas finales del siglo XIX las teorías de Darwin acabaron por recibir la aceptación general, a pesar de la resistencia de sectores religiosos y conservadores. Para esos sectores era difícil aceptar que el hombre no fuera el centro de la creación sinlo apenas un estado transitorio en el proceso global de la evolución de las especies naturales.
La salud de Darwin empezó a mostrar grietas: era hipertenso y tenía problemas coronarios, que finalmente terminaron con su vida. Murió en Downe, Kent (Inglaterra) el 19 de abril de 1882. Esperaba ser enterrado en el patio de la iglesia de St. Mary, en Downe, pero por petición de sus colegas su funeral se realizó en la Abadía de Westminster, donde fue enterrado junto a Isaac Newton.