Hijo de padres irlandeses, Gene Kelly fue el tercero de los cinco hijos nacidos en el matrimonio formado por James Patrick Kelly, viajante dedicado a la venta de gramófonos, y Harriet Eckhardt. Cursó estudios superiores en las Universidades de Pensilvania y Pittsburgh y se graduó en leyes en 1933. Entre los pocos casos en que intervino como abogado, destaca la defensa de la actriz y cantante Mary Martin (South Pacific) contra una productora cinematográfica, juicio que ganó.
A consecuencia de la crisis económica del 29, que afectó en gran medida a la economía de los Kelly, el joven Gene se vio obligado a desempeñarse en todo tipo de trabajos, desde fontanero y albañil hasta camarero, profesor de baile y gimnasia y aprendiz de periodista. Gene, que de pequeño había asistido a clases de baile por expreso deseo de su madre, formó pareja con su hermano Fred, con quien actuaba en clubs nocturnos. Entre ambos crearon una academia de baile, la Gene Kelly Studio of Dance, en la que desarrollaron sus aptitudes para la coreografía.
En 1938 comenzó a trabajar en los escenarios de Broadway, junto al entonces famoso Billy Rose. Kelly debutó con la revista musical Leave it to me, a la que siguieron Time of your life, One for the money y Pal Joey. El éxito obtenido en esta última le valió un contrato para el cine; debutó en Por mi chica y por mí (1942), de Busby Berkeley, en la que trabajó al lado de Judy Garland. Por esas fechas trabó amistad con un joven y ya famoso director, Stanley Donen, que sería determinante en su vida profesional.
Tras una serie de películas poco relevantes, tuvo la suerte de rodar con Rita Hayworth Las modelos (1944), un musical en el que intervino además como coreógrafo. También por esa época conoció al entonces maestro de bailarines, Fred Astaire, el preferido de realizadores y productores, cuya compañera de baile era Ginger Rogers. Gene Kelly, lejos de confrontaciones artísticas, trabó una profunda amistad con Astaire, del que afirmó que “fuimos como hermanos” y que “en más de una ocasión intercambiamos papeles”.
En 1944 protagonizó el filme dramático Luz en el alma de Robert Siodmak, al lado de Deanna Durbin. Al año siguiente se le dio el papel principal en la película Levando anclas, de Georges Sidney. Ziegfeld Follies (1946), El pirata (1948), en la que trabajó de nuevo con Judy Garland, Los tres mosqueteros (1948), junto a Lana Turner, y Un día en Nueva York (1949), donde compartió dirección con Stanley Donen, fueron algunos de los filmes que precedieron a una extraordinaria comedia musical, Un americano en París (1951), con música de George Gershwin. Pese a ser una de las obras culminantes de la etapa más fructífera del musical clásico (el director, Vincente Minnelli, y la MGM, con Arthur Freed en la producción, eran en esos momentos los especialistas del género), Un americano en París no obtuvo el éxito de taquilla de otros musicales de la casa, pero recibió el aplauso unánime de la crítica y triunfó en la ceremonia de los Oscar, en la que consiguió seis estatuillas, incluida la de mejor película.
En 1952 se estrenó Cantando bajo la lluvia, dirigida por Stanley Donen y Gene Kelly, quien también interpretó el papel protagonista. La película representa como ninguna otra la edad de oro del musical y se erige en una de las obras maestras del género. El argumento narra la situación que se vivía en Hollywood con la transición del cine mudo al sonoro y las consecuencias que ello supuso para aquellas estrellas que no pudieron o no supieron adaptarse a las nuevas exigencias. Pero la sorprendente evocación del paso del mudo al sonoro de Cantando bajo la lluvia oculta, bajo su irresistible magia y encanto, un profundo discurso sobre la realidad y la ficción. Basta con recordar la escena en la que Gene Kelly se declara a Debbie Reynolds (en un estudio vacío, Kelly enciende algunos focos, ilumina un decorado y acerca un ventilador a su amada para crear el marco ideal para el amor) o la imagen final (los dos protagonistas abrazados delante de un cartel que muestra sus efigies anunciando la película que estamos viendo) para advertir el grado de complejidad de este musical que, al mismo tiempo, nunca deja de ser, tal como manda el género, un canto arrebatado a la alegría de vivir.
Cantando bajo la lluvia fue el segundo de los tres musicales que surgieron de la colaboración entre Stanley Donen y Gene Kelly; el primero había sido el ya citado Un día en Nueva York y el tercero sería Siempre hace buen tiempo (1955). Los tres, aunque no forman una trilogía, supusieron el inicio y la consolidación de una nueva tendencia del cine musical: por fin bailes y canciones salían a la calle y abandonaban la estrechez de miras de los escenarios. En las décadas anteriores, los musicales no habían logrado desligarse totalmente de su origen teatral y contenían una narración mínima, que se utilizaba como excusa para dar entrada a los números musicales. Lo fundamental eran las espectaculares coreografías, sobre todo las de Busby Berkeley, y las parejas de bailarines protagonistas, entre las que destacaba la formada por Fred Astaire y Ginger Rogers. El nuevo musical que se inicia con estos filmes se desliga de los referentes teatrales y otorga a la narración un peso específico dentro de la película. La danza y las canciones se integran, como cotas expresivas de la misma, de modo natural y no forzado, de tal manera que los números musicales son la continuación lógica de la acción.
Perfecto ejemplo de esta nueva práctica es el número musical que da título a Cantando bajo la lluvia, y que Gene Kelly ejecuta en plena calle (aunque ésta sea un mero decorado) bajo una falsa lluvia: mezcla de agua y leche, a fin de que la cámara pudiese captarla sin problemas. La secuencia es, con toda seguridad, la más popular del musical clásico. Memorable es también el número Make Em Laugh que el infatigable Donald O’Connor (Globo de Oro por su actuación) interpreta haciendo una especie de homenaje al slapstick, género cómico mudo que tuvo un éxito notable. Aparecen también Rita Moreno y Cyd Charisse, interpretando ésta un excelente número de baile. Llena de aciertos, imperecedera como ninguna, auténtica perla negra del género, se puede afirmar que Cantando bajo la lluvia no es un musical, sino que es “el musical”. La película supuso el triunfo de la fórmula desarrollada por Arthur Freed, Vincente Minnelli, Gene Kelly y Stanley Donen para la Metro, y su ruptura de los esquemas característicos dio paso a un renacimiento del género.
En 1954 Gene Kelly rodó Brigadoon, de nuevo con Vincente Minnelli, al lado de Van Johnson y Cyd Charisse. Después de la ya citada Siempre hace buen tiempo (1955), Kelly inició una nueva etapa con Invitación a la danza (1956), centrándose más desde entonces en su labor como director, si bien sus trabajos no alcanzaron un nivel comparable a los producidos con Donen y Minnelli. Algunos títulos a recordar son Mi marido se divierte (1958), Ella y sus maridos (1964), Hello, Dolly! (1969), musical de alto presupuesto protagonizado por Barbra Streisand, y Xanadú (1980). En 1983, a los 71 años de edad, anunció su retirada del mundo artístico tras una trayectoria de más de medio siglo. En 1985, recibió, entre otros muchos premios, el del “American Film Institute” en homenaje a toda su carrera profesional.
Gene Kelly murió el 2 de febrero de 1996 por complicaciones de dos ictus sufridos en julio de 1994 y en febrero de 1995.
Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografia de Gene Kelly. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España).