Azucena Maizani

Junto a Rosita Quiroga, Azucena marcó el rumbo de las muchas cancionistas que surgieron a comienzos de la década del veinte, iniciando la participación definitiva de la mujer en el tango.

Cada una tenía un estilo y repertorio propio y pese a que todas cantaban a la moda de la época, voz aguda y estilo un poco kitsch, se las podía distinguir perfectamente, y su calidad hizo que perduraran en el tiempo.

Durante años se presentó vestida con trajes masculinos tal como puede observarse en la primera película argentina totalmente sonora Tango o bien, con atuendos criollos de gaucho. Esta imagen agresiva para una mujer, contrastaba con la realidad de su tiempo.

Azucena fue romántica y temperamental. Cantaba con emoción letras que retrataban los amores y fracasos de muchachitas humildes de barrio, en realidad un relato de su propia juventud.

Fue una romántica también porque en su vida no pudo encontrar un amor estable ni nadie que la pudiera guiar en forma inteligente y desinteresada.

Nació en la ciudad de Buenos Aires el 17 de noviembre de 1902 y a los cinco años de edad se fue con unos parientes a vivir a la isla Martín García, situada en el medio del Río de la Plata a mitad de camino entre la Argentina y el Uruguay.

De vuelta a Buenos Aires se empleó como modista y comenzó a cantar tangos como aficionada.

Nos cuenta Francisco Canaro en sus Memorias que una noche en la Boite Pigalle se le acercó una muchachita ofreciéndose para cantar. Comenta que era una «morocha de espléndida juventud» y con gusto le ofreció que realizara un pequeño ensayo en el intervalo, sin saber siquiera su nombre la presentó como Azabache y cantó dos canciones.

A raíz de su participación como partiquina en el Teatro Apolo una amiga la invita a una fiesta donde estaba el pianista Enrique Delfino, quien la escucha cantar y, gratamente impresionado, la presenta al día siguiente al propietario del teatro Nacional.

Allí comienza su carrera profesional, debuta en una obra de Alberto Vaccarezza y canta el tango “Padre nuestro” y obtuvo un triunfo inmediato con el público, que la hizo repetir el tema cinco veces.

Luego continúa su éxito en la radio, en el disco y en otras obras teatrales logrando así, su consagración definitiva.

En 1928 se casa con Juan Scarpino con quien tiene un hijo que muere al poco tiempo y el matrimonio se disuelve. En 1929 se une sentimental y artísticamente al violinista Roberto Zerrillo con quien realiza giras por el interior del país y luego un viaje muy importante por España y Portugal de donde retornan en 1932.

A su regreso comprueba que otras cancionistas ocupan el lugar que había dejado, entre estas, Libertad Lamarque —que fue amiga y autora de su apodo La Ñata Gaucha—, Mercedes Simone, Ada Falcón y Tita Merello.

Sola y con esfuerzo consigue volver a un sitio de privilegio, hasta integrar el elenco de la película Tango, allí canta el tango “La canción de Buenos Aires”, la “Milonga del novecientos” y acompañada por la Orquesta de Juan de Dios Filiberto, el tango “Botines viejos”.

Se reencuentra con el éxito y filma, siempre como cantante, la película Monte criollo y luego Nativa, donde también canta e incursiona como actriz en un papel sin trascendencia.

Pero en 1936 sufre una nueva frustración amorosa y también económica. Su nueva pareja y representante artístico se suicida al descubrirse que la había estafado.

Este suceso la distancia momentáneamente con el público pero luego conocidos los pormenores, la aceptan nuevamente.

Un mes más tarde se presenta en el cuadro final de una obra teatral con un éxito notable, la sala estaba colmada y la mayoría eran mujeres condolidas por su reciente desgracia.

En 1938 realiza una extensa gira por los Estados Unidos y filma para la colonia hispanoparlante la película Di que me quieres cuya dirección musical estaba a cargo de Terig Tucci, aquel que dirigiera la orquesta que acompañó a Carlos Gardel en sus películas.

En la década del 40 comienza su decadencia, su presencia languidece, no obstante lo cual hace algunas grabaciones y realiza giras y actuaciones locales, pero ya su figura pertenece al pasado.

En 1966 sufre una hemiplejia y fallece casi olvidada el 15 de enero de 1970. Su obra más conocida y exitosa es el tango “Pero yo sé”, grabado por numerosos artistas destacándose la versión de Ángel Vargas con la orquesta de Ángel D’Agostino.

Fue gran amiga de Carlos Gardel. Se conocieron en 1923 y este le grabó su tango “La canción de Buenos Aires”, hecho en colaboración con Orestes Cúfaro y Manuel Romero.

Entre otras obras destacadas están el vals “Pensando en ti” con versos de Celedonio Flores y “Decí que sí [b]”, famosísima ranchera que, hiciera con Cúfaro y Alberto Pidemunt.

Dejó más de 270 grabaciones. Entre 1923 y 1926 fue acompañada por la orquesta de Francisco Canaro. Luego, siempre para el sello Odeon por el piano de Enrique Delfino y el guitarrista Manuel Parada. Entre 1929 y 1931, ya para al sello Brunswick graba con el acompañamiento del violinista Roberto Zerrillo, el piano de Orestes Cúfaro y Manuel Parada. En algunos de estos temas participa el violinista Antonio Rodio.

Sin duda Azucena Maizani fue pionera y una de las más grandes vocalistas del género, su tragedia se refleja, no sólo en su vida y su obra, sino también en el la miseria final de sus últimos días.

tango

Texto extraído del sitio https://www.todotango.com/creadores/biografia/159/Azucena-Maizani/

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