He nacido en Buenos Aires
Qué me importan los desaires
Con que me trate la suerte
Argentino hasta la muerte
He nacido en Buenos Aires
Y en esta ciudad nació Carlos Guido y Spano el 19 de enero de 1827. Era hijo del brigadier, diplomático y dilecto amigo de San Martín, Tomás Guido y su esposa Pilar Spano, primogénita del héroe chileno.
En 1840 viajó a Río, donde su padre se desempeñaba como jefe de la delegación de la Confederación. Allí Carlos aprendió la lengua portuguesa que llegaría a dominar. En 1848 se trasladó a Francia donde fue testigo de las revueltas callejeras, en las que actuó con toda su efervescencia juvenil. Volvió a Río dispuesto a participar de la actividad literaria y política. Las autoridades cariocas dispusieron su deportación por el tono satírico de sus escritos. Después de andar un tiempo por Portugal y Francia, decidió volver a Buenos Aires después de la Batalla de Caseros.
Rápidamente se integró al staff del general Pacheco durante el Sitio de Lagos, pero pronto dimitió por el trato dado a su padre.
En 1854 Guido Spano se incorporó al gobierno de Derqui, donde también dio vuelo a su vena poética con una de sus más célebres piezas, Al pasar. Nuevamente la política lo obligó a tomar el camino del exilio. En Brasil continuó con su actividad editora y trató de iniciar un negocio de carnes que fracasó.
Durante el glorioso sitio de Paysandú, Guido Spano se sumó a las fuerzas de Leandro Gómez. Debió ser evacuado ante la inminente derrota.
En 1866, ante el comienzo de la Guerra del Paraguay, Guido Spano manifestó su desacuerdo con la decisión tomada por Mitre, cosa que le costó prisión por desacato.
En 1871 tomó parte activa en la comisión popular de lucha contra la fiebre amarilla. Mantuvo un pormenorizado registro de sus actividades en esa luctuosa jornada en la que le tocó enterrar a la esposa del general Lamadrid. Los antagonismos entre unitarios y federales habían quedado atrás.
Ese año murió su esposa Sofía Hynes, hermana de un popular músico ciego.
Atormentado por tantas peripecias, publicó sus poesías en un volumen llamado Hojas al viento, una “humilde ofrenda al sentimiento y el arte…”
Guido Spano se convirtió en un mito viviente de la Gran Aldea, sus ancestros ilustres, su pluma fecunda y su aspecto de patriarca le ganaron un lugar de prestigio en esa sociedad, que escuchaba las historias de este hombre con mundo, quien no dejaba de lado sus expresiones políticas llorando la suerte del Paraguay, como lo hizo en esa famosa quintilla “Llora, llora urutaú…”
Fue docente, funcionario, director del Archivo General de la Nación, miembro de la Academia Española de la Lengua y académico de la Facultad de Filosofía, pero sobre todo fue la conciencia poética de una sociedad que se eleva sobre las miserias, tanto las personales (por la enfermedad que lo postró). Como las de una sociedad que se batía en guerras fratricidas.
Falleció en Buenos Aires el 25 de julio de 1918 y fue enterrado en el Cementerio de la Recoleta.
Guido Spano, un poeta argentino, cuyo canto ya no escuchamos.