Antonin Artaud publicó sus primeros versos en 1924, con el título ‘Tric trac du Ciel’. Fue a través de esta obra que Artaud entró en contacto con André Breton y los principios del grupo surrealista, convirtiéndose en uno de sus principales miembros. Participó activamente en la revista ‘La Révolution Surréaliste’, pero la ruptura con Breton no tardaría en llegar: en 1926 se apartó del movimiento.
Se adentró en el teatro, como actor y director, terminando por dedicarse a la teoría una vez que el reconocimiento que deseaba nunca llegó. Tras el fracaso de la obra ‘Los Cenci’ en 1935, un drama basado en la obra de Stendhal, se fue a México donde vivió durante meses con los indios tarahumaras, experiencia que le sirvió para escribir el libro ‘Los Tarahumaras’.
Teatro de nervios y corazón
Pero su obra más conocida sería ‘El teatro y su doble’, recopilación de sus ensayos, que se publicó en 1938 y donde Artaud expone su proyecto teatral: “En el punto de desgaste a que ha llegado nuestra sensibilidad, lo cierto es que tenemos necesidad ante todo de un teatro que nos despierte: nervios y corazón”. Con ello pasó de la categoría de alucinado a la de genio, aunque en esos momentos, Artaud estuviera viviendo su segundo periodo de reclusión en sanatorios mentales, que duraría 10 años.
Artaud moriría a los 52 años, el 4 de marzo de 1948, poniendo punto final a una existencia atormentada.
A lo largo de su vida, el artista francés escribió 406 cuadernos, muchos de ellos durante sus temporadas de clausura. Artaud escribió ahí diariamente notas, dibujos, fragmentos y textos preparatorios de algunas de sus publicaciones.
Los dibujos, cargados de distorsiones, reflejan el alma atormentada detrás del artista. En sus dibujos se encuentran algunos retratos de sus amigos, la mayoría artistas de la época, quienes a pesar de su locura no le abandonaron e incluso organizaron una muestra con sus obras para recabar fondos y poder ofrecerle una pensión mensual. Entre ellos aparecen André Bretón, André Masson y el fotógrafo Man Ray.