A Víctor Sueiro

Hace 14 años que nos dejaste, gallego…

Es verdad que desde el 20 de junio de 1990 la peleabas duro y parejo. Ese día estuviste muerto por 40 segundos y volviste viendo la luz.

Mientras que otros se amilanan, se asustan o se “van al mazo”, vos encontraste este camino y buscaste con ahínco a esos compañeros de ruta. Y contaste sus historias, sus vidas y sus muertes o, mejor dicho, sus “near death experience”, o como te gustaba llamarla “La gran experiencia”, el camino de vuelta en un valle luminoso donde te reciben amigos, parientes y también desconocidos, o gente que no recordás o aun no conocés…

Los libros fueron la forma de relatar lo que habías experimentado, investigado y estudiado. “Me gustaría que la gente le perdiera el miedo a la muerte”, dijiste en un momento. Y vos, cada vez que Luis de la Fuente te decía de visitar el quirófano, ibas sin chistar. Quince cateterismos y once angioplastias te hicieron en esos años y vos te las bancaste con una sonrisa. Pobre Luis, a veces le hacías sudar la camiseta, pero allí estaba, siempre listo, atajando penales. Hoy te encantaría saber que lo postulan para el Nobel. Supongo que estás aplaudiendo desde el cielo.

Elegiste el camino de la fe. Conocías las explicaciones científicas, la doble circulación de la corteza visual que explica el túnel que se ve en el camino de vuelta, la asociación del ADN que inscribe la memoria y cómo esta se vuelve azarosa… pero para vos era un tema de fe. Para vos, alguien estaba atrás de las penumbras, decidiendo quién vuelve y quién se queda. Preferías creer que eras un enviado, un elegido, el mensajero, “el detective de Dios”, que debía contar cómo era cruzar la laguna Estigia. Un día, hace 14 años, terminaste de cruzarla. O era este final o una larga agonía por el cáncer de páncreas. Tu corazón, con todos los stents a cuestas, se rindió. Y te fuiste de este mundo sin volver a ver la luz… o quizás la viste pero no lo sabemos. Llega un momento donde todo es tema de creer, o creer en lo que uno quiere creer.

Pediste dos cosas: ser enterrado en Recoleta y que en tu entierro cantasen “A mi manera”. Lo que no sabías ni te imaginabas, es que la madre de quien cantó, también había visto la luz. Una buena historia para un libro

En estos 14 años te convertiste en un mito, en un “vi la luz” que algunos pibes podrán no saber quien lo dijo, pero estás allí vivo en el recuerdo de quienes te conocimos, de aquellos que compartimos cenas hasta la madrugada, donde se hablaba del mundo y sus aledaños, de los que te leyeron, te escucharon y te vieron, de los amigos, de los conocidos que eran legión, de los que creyeron en ti, y también de los escépticos. Sos parte de los misterios que describiste y el milagro que viviste. Ahora pasaste a ser alguien importante que no vemos. Porque vos, gallego, de una forma u otra, siempre estás …

Ultimos Artículos

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

TE PUEDE INTERESAR

    SUSCRIBITE AL
    NEWSLETTER