A 64 años del Sputnik: EL «BIP… BIP… BIP…» QUE CONMOCIONÓ AL MUNDO

La noche del 4 de octubre de 1957, la reputada astrofísica soviética Alla Masevich estaba en Madrid. Había llegado al frente de una delegación de científicos de la URSS para participar en un ciclo de conferencias sobre el Año Geofísico Internacional que se celebraba en España, anclada por entonces en el ecuador del franquismo. Cuando aquella noche trascendió el lanzamiento por Moscú del primer satélite de la Historia, una bola metálica de 83,6 kilos y 58 centímetros de diámetro provista de dos radiotransmisores y cuatro largas antenas, los científicos soviéticos dormían plácidamente en su hotel. Ajenos a la resonancia del primer pistoletazo cósmico de la carrera espacial, Masevich y los suyos se levantaron sobresaltados por el coro de graznidos estridentes («¡Sputnik!, ¡Sputnik!») que resonaba en el pasillo. Como poseídos por aquella nueva y exótica palabra (‘sputnik’ significa en ruso ‘compañero de viaje’), una jauría de periodistas aporreaba las puertas de sus habitaciones pidiéndoles información.

«Masevich y los suyos no sabían nada del lanzamiento del Sputnik y pensaron que se trataba de una acción antisoviética, por lo que llamaron a la embajada», relata entre risas a elmundo.es Boris Chertok, adjunto entre 1946 y 1966 de Serguei Koroliov, el padre del Sputnik y mentor del programa espacial soviético. «Nos reímos mucho cuando luego nos contaron el miedo que habían pasado en aquel hotel», recuerda Chertok, padrino e impulsor de aquella primera bolita de metal colada por Moscú en el ‘pinball’ de las estrellas.

Pionero en sistemas de control de cohetes, Chertok conduce a sus 95 años y acude a diario al consorcio espacial Energuia (donde trabaja como asesor). Es el último patriarca que queda con vida del mítico Buró de los Constructores, donde desarrolló los primeros ingenios espaciales a la sombra de Koroliov, astro rey de la cosmonáutica soviética.

Que la astrofísica Alla Masevich, a la sazón presidenta del consejo astronómico de la URSS, no estuviera al tanto del lanzamiento del Sputnik da fe del carácter ultra secreto de la misión. «Gran victoria en la competencia mundial contra el capitalismo», titulaba el ‘Pravda’, mientras que Occidente seguía con la mosca en la oreja aquel rastro de «bip… bip… bip…» emitidos por el ingenio. «Sólo cuando el Sputnik salió a órbita y se organizó todo aquel ruido comprendimos que la importancia política del lanzamiento trascendía su significado científico», explica Chertok. En la URSS de Nikita Jrushchov, que se jactaba de fabricar misiles «como salchichas», Chertok era el ‘charcutero’ principal de la cosmonáutica soviética. Junto a Koroliov forjó el misil intercontinental R-7 que, desarrollado a partir del alemán R-7 y compuesto de varias fases, fue el propulsor del Sputnik.

Fue en la Alemania post-nazi de 1945 donde Chertok conoció a Koroliov cuando recababan datos sobre el misil de largo alcance V-2 en las fábricas hitlerianas. Aún faltaban 12 años para el lanzamiento del Sputnik, pero la carrera espacial entre EEUU y la URSS se manifestaba en la pugna por encontrar al diseñador alemán Wernher Von Braun, padre del V-2. Washington ganó aquella ‘cacería’ y Von Braun se convirtió en patrón de la industria espacial norteamericana.

Texto extraído del sitio: https://www.elmundo.es/especiales/2007/09/ciencia/sputnik/cronica.html

Artículo anterior
Artículo siguiente
Ultimos Artículos

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

TE PUEDE INTERESAR

    SUSCRIBITE AL
    NEWSLETTER