Hitler y Stalin, diferentes

-Hitler era un orador carismático. Stalin no era un buen orador.

-Hitler recurría a expresiones y máximas filosóficas e ideológicas y hablaba en forma grandilocuente. Stalin se expresaba en términos prácticos y concluyentes, usando pocas palabras.

-Hitler alzaba la voz, Stalin casi no elevaba el tono de voz.

-Hitler no tenía sentido del humor. Stalin sí, pero era áspero y sus chistes no eran siempre oportunos.

   Un alto oficial de los Aliados, mensajero de Eisenhower, tuvo una entrevista con Stalin y le entregó como regalo unos cigarros. “Con el saludo cordial del general Eisenhower”, le dijo al entregarle el presente. Stalin señaló los cigarros y preguntó: “¿a qué hora estallarán?”. El oficial contestó: “no antes de que yo me haya ido”.

-Hitler necesitaba una audiencia receptiva; le gustaba arengar y expresarse ante las cúpulas de jerarcas nazis, su ego se lo reclamaba y le molestaba escribir órdenes o comunicados. La personalidad de Stalin, en cambio, encajaba perfectamente con la estructura burocrática del Estado soviético: ponía todo por escrito, y ese imperio administrativo fue una de las bases de su poder.

-Hitler era altivo y arrogante. Stalin impresionaba como de aparente modestia, como buscando no impresionar a nadie.

-Al estrechar la mano, la de Hitler era fría y húmeda (“como la de un reptil”), la de Stalin era callosa y áspera (“como la de un campesino”).

-Hitler comenzó a tejer su poder debido a que su personalidad y su mensaje ideológico resultaron atractivos para millones de alemanes. Stalin surgió desde las sombras, desde los comités y entuertos políticos que se tejieron luego de la muerte de Lenin, época en la que se deshizo astutamente de Trotski, el candidato más carismático entre los posibles sucesores de Lenin.

-Stalin siempre propugnó instalar una estructura estatal centralizada que sostuviera su poder absoluto. Hitler siempre miró con suspicacia todo intento institucional que pudiera desviar su camino.

-Hitler se reunía separadamente con cada uno de los miembros de la cúpula nazi para imponerles su mirada y comprobar que se mantenían leales a su visión, pero escuchaba sus opiniones. Stalin se manejaba con comités, no escuchaba las opiniones de nadie en forma personal.

-Para Stalin el Partido Comunista era una institución de elite; Hitler nunca le dio al Partido Nazi la misma trascendencia política. Stalin aceptaba y sostenía que él se debía al Partido, Hitler actuaba como si el Partido Nazi se debiera a él.

-Hitler era extremadamente persuasivo: hablaba e insistía sin parar, aún con argumentos inaceptables, hasta convencer. Si percibía que no había logrado convencer, se enojaba y daba la orden de que se hiciera lo que él decía. Stalin hablaba muy poco, escuchaba atentamente y desconfiaba muchísimo de todos aquellos con quienes se relacionaba. No le importaba persuadir: daba órdenes tajantes sin importarle lo que sus subordinados pensaran.

-Si algún jerarca no coincidía con la opinión del Führer, Hitler seguramente lo apartaba de su cargo. Stalin, en cambio, lo encarcelaba o directamente lo mandaba matar. Del mismo modo, cuando Hitler culpaba a algún oficial, lo apartaba o lo retiraba; cuando Stalin culpaba a algún oficial propio, la represalia era feroz: lo encarcelaba o lo ejecutaba.

   En un banquete en el Kremlin, Stalin ofreció un brindis por el comandante de la Fuerza Aérea, el mariscal de campo Novikov, porque “ha creado una fuerza aérea maravillosa”, dijo Stalin. “Pero si no hace bien su trabajo, lo mataremos”.

-Hitler se encargaba de que todos quienes lo rodearan tuvieran clara su visión y sus objetivos. Stalin era imperturbable, escuchaba hablar a los demás, hacía dos o tres preguntas, era suspicaz y nunca dejaba entrever lo que estaba pensando.

-Hitler confiaba en su círculo cercano. Stalin no confiaba en nadie.

-Hubo varios oficiales, en distintos momentos, que estaban dispuestos a enfrentar, derrocar e incluso asesinar a Hitler; de hecho, hubo varios intentos de asesinato al Führer. A ningún comandante militar se le ocurrió nunca destituir o asesinar a Stalin, ni se conoce intento alguno de asesinar a Stalin.

-Se conoce la existencia de tres hijos de Stalin, de dos mujeres diferentes: Yakov, Vasili y Svetlana Iosifovna, su favorita. Hitler no tuvo hijos.

-Hitler siempre quiso combatir al bolchevismo; sus planes siempre fueron extenderse hacia Europa oriental incluyendo la órbita soviética. Stalin, en cambio, a principios de la década del ’30, se preocupaba menos de la amenaza de los nazis que de las disputas de los comunistas alemanes con los otros grupos socialistas alemanes en aquel país, ya que pensaba que por motivos geográficos Hitler no representaba una amenaza directa.

-Hitler estaba obsesionado por invadir la Unión Soviética, Stalin nunca tuvo en mente invadir Alemania.

-Stalin estaba abocado a la destrucción del capitalismo; veía la desigualdad de clases como la causa de todos los males, combatía a los empresarios y a los capitalistas. Hitler estaba abocado a la eliminación de los judíos, a quienes veía como responsables de todas las desdichas del pueblo alemán, y usó a varios empresarios capitalistas para ascender al poder.

-Stalin aspiraba a un estado centralizado y dominante. Hitler pensaba en un imperio alemán enorme basado en un racismo absoluto.

-Hitler envió a los campos de concentración a los judíos, a prisioneros de guerra, a gitanos, a enemigos de cualquier procedencia. Stalin también mandó a los campos de castigo a sus enemigos, pero además envió al Gulag, sin razón alguna y bajo acusaciones falsas, a millones de ciudadanos soviéticos.

-Hitler tomaba decisiones políticas y militares basado en una “convicción interior”, una especie de percepción íntima muchas veces no racional que sostenía a rajatabla. Stalin escuchaba, decidía, no daba explicaciones y basaba sus decisiones en razones que él definía como prácticas, que cuando le quedaba bien las justificaba y cuando no podía justificarlas simplemente se levantaba de la mesa.

-Ante la evidencia del fracaso o el error propio, Hitler ordenaba a sus subordinados que tuvieran “fe” en sus decisiones; realmente siempre creía que iba a ocurrir lo que él quería (y necesitaba) que ocurriera. Stalin, en cambio, se encerraba en sí mismo, insultaba al destino y se retiraba a su finca para que no le dieran malas noticias.

-Ambos odiaban a Polonia, pero por diferentes razones. Hitler odiaba a Polonia porque ese país había incorporado territorios alemanes después de la Primera Guerra Mundial. Stalin odiaba a Polonia porque él había participado como comisario en la guerra que había enfrentado al naciente Estado soviético con Polonia.

-Hitler decidió arrasar Polonia por motivos raciales y porque estaba convencido de que Alemania sólo podría sobrevivir si crecía; por eso invadió también luego la Unión Soviética. Stalin invadió Polonia por motivos de clase: la masacre de Katyn es la mejor prueba, ya que prefirió exterminar a la elite y la intelectualidad polaca antes que meterla en la cárcel.

-En los campos de concentración nazis no había plazos de permanencia, los que permanecían en él no sabían cuánto tiempo duraría ese infierno. Muchos de los confinados en los Gulag, en cambio, conocían su sentencia y la duración de su castigo; eso no era obstáculo, sin embargo, para que de buenas a primeras se cambiara esa sentencia y la condena pasara a ser “por tiempo indefinido”.

-Hitler delegaba y escuchaba iniciativas de sus jerarcas. Stalin no delegaba, leía cada documento y no escuchaba a nadie.

-Si bien ambos estaban dispuestos a eliminar a cualquiera que se interpusiera en su camino hacia el poder político y una vez logrado el mismo, Hitler era algo más reticente a matar a miembros de su gobierno; buscaba alternativas antes de hacerlo y trataba de moverse dentro de cierto marco establecido, aunque después no le temblaba el pulso (como ejemplo, vale recordar “La noche de los cuchillos largos”). Stalin, en cambio, estableció “El Gran Terror”, que generó una purga y eliminación de cualquiera que opinara diferente en la policía o en el ejército soviético.

-En términos militares, Hitler era más flexible que Stalin. Escuchaba a los expertos militares aunque siempre decidía él. Stalin primero decidía, después escuchaba a sus generales y si le planteaban otras opciones los acusaba de cobardes.

-Hitler promovía el talento personal. Stalin sólo aceptaba el trabajo colectivo.

-Hitler quería conquistar territorio para expandir el imperio alemán. Stalin buscaba asegurar la supervivencia de la Unión Soviética; sus conquistas territoriales fueron oportunistas, preventivas o por represalias; no fueron planeadas originalmente para expandirse como Estado.

-Ante Hitler se podía opinar cuidadosamente, cuidando las formas; podía peligrar el cargo. Ante Stalin, opinar era arriesgado: había que cuidar no sólo las formas sino el contenido; podía peligrar la vida.

-Hitler no fumaba ni bebía. Stalin sí fumaba, y bebía todo lo que pusieran delante.

-Hitler sostenía que si una “raza” fracasaba colectivamente, eso debería acarrear su propia destrucción (en este caso, del pueblo alemán) como destino-castigo inevitable. De hecho, es una de las razones por las que se suicidó. Stalin, en cambio, de ninguna manera pensaba que los soviéticos debieran desaparecer si eran derrotados por el enemigo.

-Cuando Hitler se enfrentaba a una crisis, persuadía hasta lo inusitado a sus subordinados a hacer lo imposible para que motivaran a su gente ante la situación a afrontar. Ante similar situación, Stalin, en cambio, no utilizaba juegos emocionales; él creía en el poder de las amenazas y la intimidación violenta.

-Para Hitler, las mujeres debían centrarse en “las tres K”; Kinder (niños), Küche (cocina) y Kirche (iglesia). En la guerra sólo eran aceptadas en funciones adicionales como administrativas o sanitarias. Para Stalin, en cambio, las mujeres estaban en condiciones de combatir a la par de los hombres. En el Ejército Rojo participaron más de un millón de mujeres, muchas de ellas en posiciones de combate, como francotiradoras, pilotos o comandantes de blindados.

-En los campos de castigo de Siberia, el NKVD (organismo administrador de los campos) era claro acerca del destino que allí les esperaba a los deportados. En los campos de concentración nazis, las mentiras ocultaban las atrocidades que esperaban a las víctimas: los kapos engañaban a los judíos, al principio les decían que estaban allí para registralos, luego les decían que las cámaras de gas eran duchas, etc.

-En el inicio del enfrentamiento entre ambos, Hitler fue creativo, sorpresivo y flexible, mientras que Stalin fue rígido, carente de imaginación y negaba la realidad. A medida que la guerra entre ambos fue decantando, la situación cambió por completo y la actitud de ambos líderes asesinos terminó siendo exactamente la inversa.

-Stalin veía enemigos diferentes por todas partes. Hitler veía siempre al mismo enemigo: los judíos. Para Hitler, los bolches, los polacos, los norteamericanos, todos los que se enfrentaban a Alemania estaban guiados por el poder de los judíos. Para Hitler eran los judíos quienes controlaban a Stalin, a Churchill y a Roosevelt.

-Hitler no negociaba con los presidentes o delegados de otros países enemigos: se reunía para imponer sus condiciones bajo amenazas, concretas o veladas; el mejor ejemplo es el pacto de Munich. Stalin, en cambio, escuchaba, hablaba poco y nunca hizo ninguna concesión concreta antes de haber obtenido algo tangible. Su astucia dialéctica hacía que obtuviera habitualmente lo que buscaba, haciendo creer a sus interlocutores (nada menos que Churchill y Roosevelt) que estaba concediendo ciertas cosas por pedido de ellos, cuando en realidad él ya tenía pensado hacerlo y a su manera; el mejor ejemplo es la conferencia de Yalta.

-La mayoría de los muertos por decisiones de Hitler (que aspiraba a crear un imperio) no eran alemanes. En cambio, la gran mayoría de los muertos por las decisiones de Stalin eran ciudadanos soviéticos.

    “Toda mi vida puede resumirse en el intento constante de convencer a otros.” (Hitler).

    “Beria, haga arrestar a ese hombre por conspirador y que lo ejecuten.” (Stalin).

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