Bronislava Fomínichna Nijinsky nació en Minsk, el 8 de enero de 1891. Era la tercera hija del matrimonio entre los bailarines polacos Tomasz Nijinsky y Eleonora Bereda, quienes habían comenzado sus carreras dentro del ballet en el Teatr Wielki de Varsovia y para cuando se conocieron ya eran profesionales ambos de la compañía Setov de Kiev, con la que actuaron en las capitales de las provincias del entonces Imperio Ruso. La pareja de danzantes procreadores no solo supo desarrollar sus aptitudes sobre los escenarios, también lo hizo enseñando bailes de salón a adultos y dando clases de ballet para niños. Desde muy temprana edad instruyeron a sus hijos en bailes folclóricos: polaco, húngaro, italiano y ruso. Broni (como le decían afectuosamente sus familiares y amigos) y sus hermanos aprendieron ballet junto con todo tipo de pasos de baile diferentes bastante antes de haber sido alfabetizados. A sus nueve años, la benjamina de la familia comenzó sus lecciones de ballet con el famoso bailarín y coreógrafo italiano Enrico Cecchetti, el cual reconoció rápidamente las habilidades connaturales de la niña. En 1900, fue aceptada en la misma escuela de artes escénicas patrocinada por el estado, la Escuela del Teatro Imperial, a la que su hermano, el bailarín Vaslav Nijinsky, había ingresado dos años antes (época misma durante la cual la conflictiva separación de sus progenitores se había materializado y la mudanza de Eleonora y sus tres vástagos a San Petersburgo concretado). Broni se graduó de esa institución en 1908, obteniendo el Primer Premio por sus logros tanto en danza como en materias académicas. Tras ello, se alistó como “Artista del Teatro Imperial”, una formalidad gubernamental que le aseguraba seguridad económica y una vida privilegiada de bailarina profesional. Ese mismo año, Nijinska (esa A fue modificada por la Y final de su apellido paterno a fin de diferenciarla de su hermano Vaslav) fue admitida en el Ballet Imperial (entonces también conocido como “Mariinsky Ballet” y más tarde conocido como “Kirov Ballet”), donde, a menos de un año de haber sido aceptada como parte del plantel estable de bailarines, actuó en la obra del celebrado bailarín y coreógrafo Michel Fokine “Les Sylphides”. Bajo su mirada y liderazgo, ella pudo experimentar directamente la visión coreográfica de aquel genio vanguardista; vivencia que le signicó la concientización de su propio deseo de devenir coreógrafa y creadora de personajes cuyos movimientos expresasen emociones que movilizaran tanto estética como intelectualmente a los espectadores.
Tanto ella como Nijinsky (al apellido paterno, así como al linaje, los conservó el varón -al ADN lo compartieron ambos-) dejaron Rusia durante los veranos de 1909 y 1910 para actuar en París junto a la compañía del empresario ruso Serge Diaghilev, “Los Ballet Russes”, de la que devinieron parte del plantel estable a partir del comienzo de esa primera década del siglo XX. En 1912, durante una gira por Londres con aquella ya mundialmente afamada compañía, Broni se casó con el también bailarín Aleksander Kochetowsky. Simultáneamente a su sobrevenir sexoafectivo y concreción civil en primeras nupcias, Nijinska ayudó a Vaslav en la creación coreográfica del ballet “Prélude à L’Après-Midi d’un Faune” (inspirado en el poema sinfónico de Debussy – https://www.youtube.com/watch?v=bYyK922PsUw&ab_channel=ThomasTurner – y en la interpretación de Jean Cocteau del poema de Mallarmé – http://fdnet.perso.infonie.fr/oeuvres/apres.htm -)[i] y en la de “Le Sacre du Printemps” (inspirada en la obra del compositor ruso Igor Stravinsky – https://www.youtube.com/watch?v=YOZmlYgYzG4&ab_channel=Unp%C3%B2diRussia -, la cual causó magnánimo descalabro entre los espectadores presente durante su estreno el 29 de mayo de 1913. Este ballet con sus movimientos no balísticos y la impactante partitura de Stravinsky provocó un alboroto en el público, el que continuó en las calles y fue no solo tema posterior de conversación de encuentros sociales entre aficionados a la danza, sino titular principal de todos los diarios del día siguiente). La idea primigenia era que Nijinska bailara el papel principal en “Le Sacre du Printemps” (instancia para la que siguió cuidadosamente las instrucciones de Nijinsky en cuanto a movimiento y pose, a medida que la coreografía del ballet se desarrollaba lenta y conjuntamente), pero, a no demasiado del estreno, cuando se dio cuenta de su embarazo, tuvo que comunicarle que tendría que retirarse y perderse la actuación de apertura, coyuntura que enfureció a su agnado (acometido tal que conllevó a que, por casi una década entera, los hermanos, no volviesen a trabajar juntos).
Bronislava dio a luz a su hija Irina el 20 de noviembre de 1913, poco después de haber llegado a San Petersburgo junto a su marido. Allí, en ese territorio del norte oriental del continente europeo, ambos bailarines continuaron con sus carreras. -Es turbador, y a su vez cuasi irrisorio, el modo en que muchos vástagos repiten el proceder de sus predecesores-. Ella se presentó ante audiencias y desafíos estilísticos de lo más diversos, abarcando en su repertorio tanto protagónicos clásicos como modernistas. En 1917, conoció a la artista visual Alexandra Exter en Moskva. Los diseños de vanguardia de Exter y su materialización de las ideas constructivistas llevaronles a un intenso intercambio de puntos de vista sobre el arte moderno y el teatro, plasmación verbalizada de concepciones estéticas que condujo a ambas a una larga y fructífera colaboración en varios proyectos de danza con Exter diseñando decorados y vestuarios. En febrero de 1919, Nijinska abrió en Kiev su primera escuela de danza, “L’Ecole de Mouvement”. La misión del instituto era centrarse en preparar bailarines para trabajar con coreógrafos innovadores. Enseñó a sus alumnos: movimiento fluido, el uso libre del torso y rapidez en la vinculación de pasos. Su objetivo era que estuvieran listos para ballets de vanguardia como los que había ayudado a diseñar/crear a su hermano. En 1920, publicó “La escuela del movimiento”, un libro en el que desarrolló su teoría sobre la coreografía, el cual se ha perdido para la posteridad (como gran parte de los materiales de danza que creó en Kiev. El único remanente, aparentemente, es un manuscrito de 100 páginas que se encuentra garabateado en uno de sus libros de ejercicios). Sin embargo, en un breve ensayo publicado en 1930, la bailarina/coreógrafa/profesora y creadora de su propio método de enseñanza recapituló las ideas claves que configuraban su cosmovisión estético-coreográfica, en el que escribió: “Así como el sonido es el material de la música y el color es el material de la pintura, así el movimiento constituye el material de la danza. […] La acción del movimiento debe ser continua, de lo contrario se interrumpe su vida. […] En coreografía, la transición debe ser movimiento. […] La posición del cuerpo es un resultado creado por el movimiento. […] El movimiento coreográfico debe tener su propio ser orgánico (diferente en cada composición), su propia respiración y ritmo. […] El artista canta el movimiento de su danza para que el espectador escuche con sus ojos la melodía de su movimiento […] El artista de la danza debe ver y conocer perfectamente el movimiento en toda su naturaleza, debe trabajar el movimiento como material de su arte. […] El secreto de pensar y actuar entre posiciones es: Movimiento…”. Es en ese texto, Nijinska dejó documentada su búsqueda de un nuevo medio de expresión basado en la extensión del vocabulario clásico de los pasos de baile, pero sin pretensión alguna de esa intención de derrocamiento de la tradición del ballet que conllevaba la danza moderna, sino por la mera incorporación de modos de movimiento completamente nuevos, por el mero interés de experimentar la “otredad” y sus rizomáticas posibilidades.
La escuela devino institución en poco tiempo, pero para 1921, después del nacimiento de su segundo hijo, León, seguido de la separación con su marido, Nijinska decidió cerrarla y dejar Rusia -para nunca más regresar- e instalarse en Londres junto a sus descendientes. En esa británica capital transatlántica, volvió a trabajar con Sergei Diaghilev en la puesta en escena de “La princesa durmiente”, una nueva versión de la coreografía de “La bella durmiente” de Marius Petipa recreada por ella – https://www.loc.gov/item/ihas.200156337 – (autoría coreográfica que quedó documentada en el programa entregado durante el estreno de la obra y que fue la primera vez que una mujer figuró como coreógrafa)), la cual, si bien produjo pérdida económica, significó el reencuentro entre el productor ruso y la bailarina/coreógrafa polaca. Esa reconciliación con el creador de “Los Ballet Russes” le brindó a Nijinska la oportunidad de desplegar todo su potencial creativo, donde pudo desarrollar un nuevo vocabulario para la danza, el que se vio materializado en: “Le Renard” en 1922 – https://www.loc.gov/resource/ihas.200156339.0/?sp=1 -, “Les Noces” – https://www.loc.gov/item/ihas.200156342/ – en 1923 (ambas con música de I. Stravinsky), “Les Biches” (con música de F. Poulenc) – https://www.loc.gov/item/ihas.200181887/ -, “Les Facheux” (con música G. Auric) – https://www.loc.gov/item/ihas.200156346/ – y “Le Train Bleu” (con música de D. Milhaud) – https://www.youtube.com/watch?v=5kJc4oEuyR0&ab_channel=collectionCB -, las tres durante 1924. “Le Train Bleu” – https://www.loc.gov/item/ihas.200156355/ -, particularmente, fue un ballet en un acto basado en un escenario de Jean Cocteau – https://www.loc.gov/item/ihas.200156357/ -. El título se tomó del tren nocturno llamado Le Train Bleu, que transportaba pasajeros adinerados desde Calais hasta el mar Mediterráneo. El ballet estaba ambientado en la elegante Riviera francesa y tenía un tema deportivo, con nadadores, tenistas y levantadores de pesas. Henri Laurens proporcionó una escena de playa cubista y Coco Chanel vistió al elenco con ropa deportiva _ https://www.youtube.com/watch?v=kE4umckPrBY&ab_channel=GnaLiLMissSunshine -. El telón fue pintado según “Deux Femmes Courant Sur La Plage”, una obra de 1922 de Pablo Picasso – https://www.museepicassoparis.fr/fr/deux-femmes-courant-sur-la-plage -. El ballet se estrenó el 20 de junio de 1924 en el Théâtre des Champs-Élysées de París, con Nijinska (que interpretó a una tenista basada en Suzanne Lenglen), Lydia Sokolova, Anton Dolin y Leon Woizikowski en los papeles principales. La orquesta estuvo dirigida por André Messager. – https://www.youtube.com/watch?v=rEHbAscVByI&ab_channel=DonaldAhsue (puesta en escena del 2013)-. La obra fue un éxito y su labor tanto como coreógrafa como su performance escénica fueron aclamadas por la crítica especializada, instancia que la congració a nivel internacional y a escenarios transoceánicos. En 1926, una década después de que Nijinsky se hubiera casado con una bailarina argentina (a quien había conocido durante una gira por el continente suramericano junto a “Los Ballet Russes”) y se hubiera radicado en Buenos Aires, Nijinska llegó a la capital porteña y devino la segunda directora del recientemente fundado por Adolph Bolm ballet estable del Teatro Colón. Durante 1926 y 1927, creó para ese gran teatro escenas de baile para quince óperas, incluidas “Carmen” de Bizet, “Tannhäuser” de Wagner, “Aida” de Verdi y “La Traviata” de Stravinsky, entre algunas…
En los 30s trabajó sin parar. En 1932 creó su propia compañía: Théâtre de la Danse, para la cual compuso “Variation” (con música de Beethoven, 1932) y “Hamlet” (con música de Liszt, 1934). En 1933, tras una lesión en el talón de Aquiles durante un ensayo en el Colón, su carrera como bailarina se vio tempestuosamente interrumpida para siempre. Al año siguiente, el productor de cine y teatro austríaco Max Reinhardt le pidió que viajara a Los Ángeles y coreografiara las escenas de baile para su película de 1935 “Sueño de una noche de verano” (una recreación de Hollywood de la de William Shakespeare con música de Felix Mendelssoh). Durante 1934, también colaboró con “Los Ballet Russes” de Montecarlo, dirigidos por Colonel De Basil, para quien creó “Les Cent Baiser” (con música de F. d´Erlanger), el primer ballet de Nijinska que se representó en Estados Unidos. Para finales de 1935, sus hijos tuvieron un fatal accidente automovilístico, que causó la inmediata muerte de León y una lesión profunda en la pierna de Irina por la que tuvo que abandonar su desarrollo como bailarina (coyuntura que la convirtió en la asistente y heredera de su madre). Pasado el primer luto, durante 1937, Nijinska realizó varios montajes en Londres para la compañía Markova – Dolin. A su vez, se desempeñó como directora artística del “Ballet Polonais” de Paris, para quien creó “Chopin Concerto”, “Le Chant de la Terre” (con música de R. Palester) y “La Légend de Cracovie” (música de M. Kondracki). En 1939, frente al estallido de la Segunda Guerra Mundial, viajó a Nueva York invitada por el “Ballet Theatre” (luego denominado “American Ballet Theatre”) para realizar el montaje de “La Fille Mal Gardée”. La difícil situación por la que atravesaba Europa la motivó a instalarse en Estados Unidos junto a su segundo marido, Nicholas Singayevsky (un antiguo alumno con el que se casó en 1924), y su hija Irina. En 1941 hizo de Los Ángeles su residencia y abrió una escuela de danza. En 1945, tras la finalización de la Guerra, fue contratada como maestra de ballet y coreógrafa por la compañía del Marqués de Cuevas, donde permaneció hasta entrados los años ´50. Luego de varios años sin presencia pública y casi cayendo en el olvido, Sir Frederick Ashton, director del Royal Ballet, la invitó para realizar la puesta de dos de sus ballets más emblemáticos: “Les Biches” (en 1964) y “Les Noces” (en 1966).
Durante su carrera, esta magnífica bailarina coreografió más de setenta ballets, así como secuencias de baile para numerosas películas, óperas y otras producciones teatrales. El último año de su vida se dedicó a terminar las memorias sobre sus primeros años de existencia. Dejó completo un manuscrito de 180.000 palabras. Después de su muerte, el 21 de febrero de 1972, tras sufrir un infarto a los 81 años, Irina fue nombrada su albacea literaria (ella y Jean Rawlingson editaron y tradujeron el manuscrito del ruso al inglés. Ellos editaron el texto y lo revisaron hasta su publicación. El libro “Early Memoirs” apareció en 1981 – https://archive.org/details/bronislavanijins00niji -). Nijinska, como punto de encuentro entre la tradición decimonónica y las vanguardias artísticas del siglo XX, ejerció la labor de pionera para aquellas coreógrafas que, a partir de los años treinta, realizarían contribuciones importantes a la historia del ballet y, por supuesto, al repertorio internacional. Ella introdujo un nuevo clasicismo que hizo de la danza un medio de expresión del arte moderno Su inspiración serviría a toda una generación de mujeres en todos los países en los que trabajó y de las generaciones venideras del globo entero. Innovadora, creativa, virtuosa y corajuda, Bronislava Fomínichna Nijinsky hizo de su paso por la vida su mejor coreografía y de su arte un hito dentro de la historia del ballet.
[i]Hermoso ensayo sobre la interpretación de la obra de Debussy y Mallarmé de Nijinsky (está en inglés): http://www.wordmusicstudies.net/pdf/wma_online/WMA%20Online%20Staring.pdf
Links de interés sobre la artista:
- Bocetos de vestuarios y manuscritos de partituras con anotaciones coreográficas al margen de todas las últimas producciones junto a “Los Ballet Russes”: https://www.loc.gov/collections/bronislava-nijinska/
- Performance en su honor (maravilloso discurso en inglés): https://www.youtube.com/watch?v=NkJCXULHpW8&ab_channel=TheSegalCenter