La música de Dmitri Shostakóvich y su silencio final

La vida del compositor ruso Dmitri Dmítriyevich Shostakóvich está marcada por sus crónicos problemas de salud. Estos no fueron un obstáculo para que se convirtiera en un compositor prolífico de indudable originalidad, que no solo compuso sinfonías, óperas y música de cámara, sino uno de los primeros compositores con formación académica  en incursionar en música para películas.
 Sin embargo, los límites a su creación no fueron los problemas de salud, sino la persecución del régimen soviético. A los 20 años compuso su primera sinfonía, que fue elogiada por la crítica y dio inicio a su carrera como pianista. En el Concurso Internacional de Piano Chopin, solo obtuvo una mención de honor porque estaba afectado por una apendicitis que debió ser operada días más tarde. Esta decepción lo llevó a concentrarse en la composición. Su segunda sinfonía no logró el éxito de la primera, ya que era de carácter experimental. Esta obra, junto a su ópera “La nariz”, basada en un libro de Nikolái Gógol, fue atacada por la Asociación de Músicos Proletarios de Rusia. La situación se agravó cuando estrenó su ópera “Lady Macbeth de Mtsensk”. En 1936, el mismísimo Stalin fue a una representación de esta obra, y Shostakóvich se vio obligado a estar presente, aterrado por los gestos de desagrado del “Hombre de Hierro”. Al día siguiente, el Pravda publicó una crítica lapidaria titulada “Caos en vez de música”.
Este fue el inicio de una campaña nacional contra el compositor. Stalin y Molotov reclamaron que reconociera “sus errores formalistas y que en su arte lograra algo que las grandes masas pudieran entender”. Por más que Shostakóvich pidiera una entrevista con Stalin para aclarar sus intenciones, esta nunca le fue concedida.
Todos los artistas rusos que se había ilusionado que la revolución bolchevique habría de permitir la libre expresión de su arte de avanzada, pronto se convencieron que el régimen no permitiría tal expresión.
Desde esta crítica despiadada, las obras de Shostakovich dejaron de ser representadas, y la cuarta sinfonía no pudo ser estrenada hasta décadas más tarde. La  sanción aplicada a Shostakovich fue aleccionadora para otros artistas, quienes amenguaron sus impulsos innovadores en aras del “entendimiento de las masas”. Ese año, 1936, fue el inicio del Gran Terror, periodo en el que  muchos amigos y parientes del compositor fueron apresados o eliminados. Desde las sombras, siguió componiendo, luchando contra la peor restricción creativa de un autor: la autocensura.
“Un artista sigue componiendo porque no está satisfecho con sus obras previas”, solía decir para justificar su empecinamiento en componer a pesar de las restricciones del régimen.
Para evitar la susceptibilidad de las autoridades soviéticas, Shostakóvich se dedicó a componer música para películas. En 1937, estrenó su quinta sinfonía con un estilo más conservador que sus otras obras. Fue un éxito que le granjeó popularidad y las felicitaciones del Pravda, que lo aclamó por “no haber cedido a la seducción de formas erróneas”.
Durante el prolongado sitio de Leningrado, Shostakóvich permaneció en la ciudad y colaboró con el cuerpo de bomberos. Su vocación patriótica y el estreno de la séptima sinfonía le valieron una nueva popularidad. La obra fue estrenada en la ciudad sitiada por la orquesta de la radio local, que entonces solo contaba con 14 músicos. En 1942, las autoridades le pidieron una nueva obra, la octava sinfonía, que sería conocida “Stalingrado”. 
En 1948, el régimen inició un  nueva persecución, que incluyó a compositores como Prokofiev y Khachaturian, quienes debieron pedir perdón al Politburó por escribir obras “no rusas” y formalistas. Esa noche, Shostakóvich esperó en el hall de su casa que lo buscasen para apresarlo, pero en su lugar fue expulsado del conservatorio.
Recién con la muerte de Stalin en 1953, el músico fue rehabilitado, aunque el gobierno de Kruschev literalmente lo obligó a afiliarse al Partido Comunista, desempeñándose como diputado del Soviet. Todo esto fue interpretado como un acto de sumisión.
Todas estas situaciones estresantes lo habían empujado al tabaquismo y consumo de alcohol, coincidiendo con un empeoramiento de su salud. Siempre preocupado por la misma, pasó tiempo en balnearios y frecuentes revisaciones clínicas. Ya en 1954, Shostakóvich comenzó a sentir cierta debilidad en las piernas, pero fue en 1958 cuando percibió molestias en su mano derecha, lo que le impedía abrocharse la ropa o cepillarse los dientes. En París apenas pudo terminar de ejecutar un concierto. Ningún médico le ofrecía un diagnóstico convincente.
En 1960, durante el casamiento de su hijo Maksim (que también sería un musico afanado, encargado de difundir la obra de su padre), sufrió una brusca pérdida de fuerza de sus miembros inferiores, lo que le hizo perder el equilibrio y fracturarse la pierna. Quedaría cojo para el resto de sus días. “Solo soy el 75%” de lo que lo que alguna vez fui”, le escribió  irónicamente a su amigo Isaac Glikman.
En 1965, el Dr. Bogoródski  le diagnosticó “una forma de poliomielitis”. Shostakovich comentó sarcásticamente que había adquirido una “enfermedad de niño”.
Sus apariciones ante el público durante los homenajes y reconocimientos público en Finlandia, Roma, Estados Unidos, y especialmente la medalla como Héroe de Trabajo Socialista, lo mostraban pálido, nervioso, apretándose los dedos, padeciendo un leve temblor tras un rostro inescrutable y esa cojera que lo atormentará hasta sus días finales.
Los médicos le prohibieron fumar y beber, dos excesos en los que había incurrido para aliviar tensiones. Él aceptó estás limitaciones por “el tonto terror que es más fuerte que mis tentaciones”. 
En 1966, Shostakovich le escribió a Glikman una carta donde le describió la satisfacción de sus médicos por sus “progresos” que lo tenían confinado a un sillón aún. Los médicos no tenían un diagnóstico definitivo, aunque con su inclaudicable tenacidad mantenía su esperanza de curarse. En cada viaje, visitaba médicos en busca de un tratamiento. Desde 1967 usó un brazalete japonés de magnetos …Como todo paciente desesperado, cayó en la tentación del pensamiento mágico.
Para la década del 70 solo podía usar su mano izquierda.
“No he tenido una vida feliz, no recuerdo momentos de gozo, la  monotonía de mi existencia me hace sentir triste. La gente es feliz cuando es sana. Frecuentemente he estado enfermo. Esta enfermedad me privó de placeres ordinarios… Me es difícil caminar y he debido reeducar mi mano izquierda para escribir… Me entregado al criterio médico y cumplo con cada tratamiento aunque no me caigan bien.,. Estoy aterrorizado de caminar, de caerme y fracturar una pierna o un brazo”.
La música de este último periodo es la expresión de un individuo temeroso de la muerte en busca del último san santuario, aunque esta resignación a veces se quebraba en explosiones de furia y angustia. “Cuando un hombre está desesperado es que aún cree en algo”, escribió Shostakovich 
A pesar de sus limitaciones, escribió una sonata para piano y viola (para entonces había recuperado el uso de su mano derecha) .
En agosto de 1975, estando internado se atragantó comiendo un durazno y por minutos tosió fuertemente y después del esfuerzo su estado empeoró. El 9 de agosto se sofocó, empezó con dificultad para respirar y su estado volvió a empeorar. Su agonía duró 40 minutos. En sus últimos instantes estuvo, afortunadamente, inconsciente.
Como relata en sus cartas, los médicos estaban desorientados porque entonces no se tenía muy en cuenta el diagnóstico de la esclerosis lateral amiotrófica, que, si bien fue descripta por Jean-Martin Charcot en 1867, recién se popularizó a partir de 1939, cuando el célebre beisbolista Lou Gehrig (1903-1941) debió dejar su carrera por esta afección .
La larga evolución del astrónomo Steven Hawking ayudó  a saber más sobre la enfermedad y sus formas de tratamiento.
La ELA suele tener un progreso más rápido (como en el caso de Lou Gehrig), pero en el músico lo hizo a  lo largo de 15 años, lo que inclina el diagnóstico a Neuropatía Motora  Multifocal de origen autoinmune, afección que recién se conoció en 1980. De aquí la desorientación entre los profesionales y la inclinación por el diagnóstico de poliomielitis que diagnosticaron los médicos rusos.
La disfagia se debió a las dificultades para tragar propia de la neuropatía, problema que se vio  complicado con un infarto .
“Yo escribo música y la ejecutó. Después de todo, mi música lo dice todo. No necesito comentarios históricos ni histéricos. A la larga, cualquier cosa que se diga sobre mis composiciones termina siendo menos importante que la misma música”, sostuvo Shostakovich.
Debo discrepar con Dmitri Dmítriyevich Shostakóvich porque, después de haber leído sobre las enfermedades y persecuciones que debió sufrir, cada uno de nosotros escuchará su música de otra forma.
Y el arte, sea como música o palabras, destruirá al silencio.

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Esta nota fue publicada en La Prensa

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