“El verdadero poeta es aquel que es capaz de elevar lo trivial a la categoría de lo sublime”
Guillaume Apollinaire era el seudónimo del poeta francés Wilhelm Albert Włodzimierz Apolinary de Kostrowicki (1880-1908), uno de los literatos más famosos de Francia. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Guillaume era uno de los miembros destacados de la cultura francesa, tanto como escritor y crítico de arte, conocido por su defensa de los movimientos de vanguardia como el cubismo que Picasso, Delaunay y Braque trataban de imponer en Europa. También fue Apollinaire quien acuñó el término surrealismo y creó los caligramas (poemas impresos en formas de figuras).
Curiosamente, en 1911, fue acusado de haber robado junto a Picasso la Mona Lisa del museo del Louvre. Solo estuvo una horas detenido y se demostró que solo fue un malentendido, aunque el tema fue muy comentado en su momento.
Con 36 años, este artista de padre suizo (que abandonó a su familia y nunca reconoció a su hijo) y madre polaca, se unió al ejército francés (aún no era ciudadano de Francia) recién iniciadas las hostilidades. Empezó como soldado raso de artillería, pero fue transferido a la infantería donde pronto fue promovido al grado de subteniente. Mientras luchaba en esa eterna guerra de trincheras, le escribía apasionadas cartas a su novia Madeleine Pagès (“[…] Amor mío/ mi boca será un ejército contra ti, / un ejército lleno de desatinos, / que cambia lo mismo que un mago /sabe cambiar sus metamorfosis […]”).
A mediados de marzo de 1916, le escribió una carta que resultó premonitoria: “En caso de morir, te dejo todos mis bienes, ese es mi deseo”. Un día más tarde, mientras leía el periódico en la trinchera, una bala enemiga impactó su casco. No perdió el conocimiento y creyó que nada le había pasado hasta que vio que estaba manchado por la sangre que brotaba de la herida. De todas maneras, le dio poca importancia y al día siguiente le escribió a Madeleine: “Mi casco me salvó la vida…”
Este casco aún existe y se mantiene en el apartamento del boulevard Saint-Germain que compartió con su esposa y donde se atesoran los recuerdos del poeta.
Efectivamente, el casco amortiguó el impacto de la bala, pero aun así logró penetrar el metal y el cuero que protegían el cráneo del poeta. La zona del impacto comprometió al hueso temporal algo por delante de la oreja.
Tres días después del percance, Apollinaire fue transferido del Hospital de Château-Thierry en la zona de Champagne al Hospital Militar de Val-de-Grâce en París, donde hoy puede visitarse un museo médico que atesora equipos y retratos de profesionales de la salud que sirvieron a Francia en sus innumerables contiendas.
La encargada de atender al escritor era la Dra. Nageotte, esposa de un célebre neurólogo que había estudiado con dos glorias de la medicina francesa: Babinski (famoso por el signo que lleva su nombre) y Dejerine (quien describió afecciones del sistema nervioso central nombradas en su honor).
Apollinaire hasta entonces no había experimentado síntomas para preocuparse, hasta que en los últimos días de marzo sintió dolores de cabeza, fatiga y cierto malestar generalizado. En el mes de mayo esta sintomatología se complicó con pérdida de conciencia, convulsiones y parálisis del brazo izquierdo. En su momento se barajó el diagnostico de absceso de cerebro y se procedió a una trepanación para aliviar la presión intracraneal. La operación se llevó a cabo en la Villa Molière por el Dr. Baudet.
Dada la recuperación del paciente, el diagnostico de absceso cerebral en la era preantibiótica es poco probable. Más acertado sería pensar que tuvo un hematoma subdural (un cuadro semejante al que sufrió la Sra. Cristina Kirchner durante su presidencia por un trauma craneano).
Si bien no se han hallado los informes de la cirugía, existe el relato de la asistente del cirujano quien reporta como Apollinaire comenzó a mover los dedos de la mano izquierda apenas trepanado el cráneo. Evidentemente no se trataba de un absceso porque era poco probable que hubiese tenido una mejoría tan espectacular.
Si bien la recuperación física fue muy buena, no ocurrió lo mismo con los cambios de personalidad y conducta del poeta. Desde un comienzo se había notado una intolerancia a los estímulos emocionales, especialmente en la relación con su novia. El tono romántico de sus cartas, se transformó en expresiones hostiles e intolerantes como “no me irrites…”, “no me vengas a ver”, “no me escribas cartas tristes”, “las visitas me dan miedo”, y por último él mismo reconocía: “no soy quien solía ser… me he convertido en un individuo emocional… estoy nervioso e irritable”. La relación con Madeleine Pagès se enfrió y cuatro meses después de ser herido dejó de escribirle, sin dar explicaciones por esta decisión. Sus amigos estaban consternados ante los cambios del poeta que se mostraba ansioso y susceptible, con reacciones explosivas y pérdida del sentido del humor.
Rápidamente volvió a escribir y hasta lo hizo en textos autorreferentes como “El poeta asesinado” y “Caligramas” donde menciona su profunda tristeza que no podía controlar. Sin embargo, su lirismo no declinó, aunque se volvió más nostálgico y desafiante. Si bien existían estos cambios en su conduta, no había déficit cognitivo ni mnésicos. De hecho, su obra más conocida, “Las tetas de Tiresias”, donde utiliza la palabra surrealismo por primera vez, es de esta época.
¿Estos cambios de comportamiento se trataban de una reacción post traumática o eran una disfunción del lóbulo temporal secundaria al impacto o al probable hematoma subdural? Los traumatismos del lóbulo temporal derecho (la parálisis del brazo izquierdo se debe a que las dominaciones cerebrales están cruzadas) se acompañan de cambios en la personalidad y los afectos.
Un caso semejante vivió George Gershwin, el inolvidable músico norteamericano quien hizo largos años de psicoterapia por cambios emocionales y, finalmente, murió por un tumor maligno que comprometía al lóbulo temporal derecho.
Apollinaire murió tres años más tarde, el 9 de noviembre de 1918, por la gripe española. Compartió sus últimos años con Amélia Kolb. Fue declarado “Mort pour la France” (Muerto por Francia) debido a los servicios que prestó a su patria adoptiva. Está enterrado en el cementerio del Père-Lachaise.
Entre sus últimas obras nos dejó, El adiós
Recogí esta brizna en la nieve
Recuerda aquel otoño
En breve no nos veremos más
Yo muero
Olor del tiempo , brizna leve
Recuerda siempre que te espero