Relatores de emociones

Quienes relatan fútbol por televisión acompañan las imágenes, inapelables y soberanas, describiendo a su manera lo que todos vemos. Mencionan los nombres de los jugadores que tocan la pelota, las sanciones del árbitro y todas las obviedades a la vista, agregando alguna información. Pero los relatores de fútbol por radio son otra cosa, ya que no sólo describen lo que ven, sino que tienen que hacer que quien escucha su relato “vea” lo mismo que ellos están viendo. Y ya que están, hacerlos más interesantes, porque seamos sinceros, son más los partidos aburridos que los partidos apasionantes.    

El tono del relato puede ser entusiasta, emocionante, excesivo, exhuberante, exagerado, desmedido; los relatores, siempre arriba, entregan al oyente un espectáculo habitualmente mejor que el que ellos mismos están viendo en la cancha.

El primer partido de fútbol relatado por radio fue Argentina vs Uruguay en 1924. El partido se jugó en la cancha de Sportivo Barracas, Argentina ganó 2 a 1 y ese día se produjo el primer “gol olímpico” de la historia, convertido por Cesáreo Onzari. Ese día, Horacio Martínez Seeber, radioaficionado y periodista, instaló tres micrófonos para transmitir el evento: uno para él, otro para Atilio Casime (su comentarista, por entonces jefe de deportes del diario Crítica) y otro al borde de la cancha para para registrar el ambiente del partido, que fue transmitido por Radio Argentina. La cosa no resultó muy bien, porque el público desbordó las tribunas y el partido se suspendió a los 4 minutos del primer tiempo, así que Martínez Seeber y Casime terminaron relatando más incidentes, tumultos y situaciones bizarras que un partido de fútbol. Volvieron días después a relatar los 86 minutos restantes, entregando un relato descriptivo y concreto, sin mucha emoción ni inflexiones especiales; claro, no había modelos a seguir.

No está tan claro cuál fue el primer relato de un partido completo. Se lo atribuyó a sí mismo el actor y conductor Tito Martínez Del Box, quien asegura haber sido el primero al haber relatado en 1927 para Radio Nacional un partido entre Sportivo Barracas y Estudiantil Porteño  utilizando un “teléfono candelabro”, con Jaime Yankelevich, el dueño de la emisora, como técnico operador. Con estos dos episodios, parece, dio comienzo la historia del relato de fútbol por radio.

Lo que no podía saberse entonces era que el relato radial de partidos de fútbol se transformaría en un clásico del fútbol y que a lo largo del tiempo tendría tantos adeptos como el fútbol en sí.

Muchos relatores radiales han migrado al relato televisivo, que es algo completamente diferente. No serán incluidos en estas líneas aquellos relatores que tienen una impronta predominantemente televisiva, sino aquellos relatores a los que sin muchas vueltas identificamos con el ritual de la radio a transistores, con nuestras viejas amigas Spica o Noblex Carina, con el auricular-audífono y su cable o, en los tiempos que corren, con el auricular inalámbrico que nos entrega (con varios segundos de delay) la app de la radio que elegimos para escuchar fútbol.

Hagamos entonces un breve repaso por algunos de los relatores de fútbol más destacados de antes y de ahora…

Luis Elías Sojit fue un relator radial destacado de la década del ’30, y transmitió el Mundial de fútbol de 1934. Además de fútbol relataba boxeo y automovilismo, dedicándose finalmente a relatar ese deporte.

Lalo Pelliciari vino de Uruguay en 1935 y relató en Rivadavia, Stentor y Mitre, de la que llegó a ser su dueño. No hay muchas grabaciones de sus relatos, pero se destacaba su teatralidad, el “relato actuado”, su capacidad para entusiasmar al oyente con su relato, como si uno esperara escuchar el punto cúlmine de una historia bien contada. Tenía un excelente léxico, hablaba rápido sin furcios y él mismo arengaba a los jugadores con un “¡vamos muchachos!” cuando el partido no tenía el ritmo que él necesitaba para hacer atractivo su relato. Agregaba pequeñas opiniones, como “me gusta la posición de Fulano”, o “no me gusta el pase de Mengano”.

El relator que de alguna manera “creó” el formato de la transmisión radial de fútbol como la conocemos hoy fue Joaquín Carballo Serantes, más conocido como Fioravanti. Fue el primero en relatar desde una cabina y no desde el borde de la cancha o desde la platea, como se hacía hasta entonces. “Más que un relator, soy un narrador”, se definía a sí mismo. Fue el primero en tener conexiones con otras canchas, tenía auspiciantes importantes, tandas publicitarias cuidadosamente diseñadas,  locutores comerciales y comentarista, y los relatos de los goles se repetían luego del partido. No era exagerado ni desmedido en su relato; no gritaba, no prolongaba las palabras en momentos emocionantes, su lenguaje era pulcro y elegante. Al terminar la transmisión se despedía diciendo: “amables oyentes, espero que el programa haya sido del agrado de todos ustedes. Si fuera así, esto nos llenaría de una íntima y gran satisfacción”. Fioravanti fue el más popular en los ’40 y ’50, y relató fútbol hasta los ’70. Se retiró, volvió, fue comentarista a fines de los ’70 y falleció en 1989.     

Joaquín Carballo Serantes

     

José María Muñoz, “el relator de América”, fue sin duda uno de los grandes; desde fines de los ’50 hasta fines de los ’80 fue el relator con más audiencia. Creador de un estilo de relato radial que sería copiado por todos,  innovador y fanático del juego, fue el primero en tener un programa diario sobre deportes (“La Oral Deportiva”), en el que tenía periodistas que hablaban de todos los deportes, no sólo de fútbol, que era por lejos el deporte que más información y tiempo consumía. Los días de partido, sus transmisiones en Radio Rivadavia empezaban al mediodía y terminaban ya entrada la noche, con él a la cabeza dirigiendo a un enorme equipo de periodistas que cubrían todos los partidos. Muñoz era un gran relator; creador del término “peligro de gol”, hacía contar los corners a sus periodistas en el campo de juego (“¿corner número…?”, preguntaba). Al principio, cantaba el gol con un “gol” sorpresivo y corto que a veces repetía dos o tres veces, para continuarlo con un larguísimo grito de “gooooooooooool”, que repetía varias veces. Con el tiempo agregó el “¡…y viene el gol, y viene el gol, y vino el gol-gol-gol-gol-gooooollll…!”, y fue el creador del “¡Gooooool argentinooooooo!” cuando hacía un gol nuestro seleccionado nacional. Tenía buena relación con los jugadores, a quienes comunicaba con sus familiares (y hasta con el presidente, en el caso del seleccionado) en sus reportajes post-partido. Falleció en 1992.

Tres muy buenos relatores surgieron del grupo de José María Muñoz: Juan Carlos Morales, de Mar del Plata, un relator sobrio de estilo amigable y con un gran ritmo de relato, con un léxico impecable y una voz privilegiada. El “viene, viene, viene… gol!” era una de sus muletillas; relató hasta los ’90 y luego se dedicó a otro tipo de periodismo. Ricardo Podestá, otra gran voz para el relato, muy buen relator que luego alternó con relatos televisivos. Y Jorge Bullrich (“el negro Bullrich”), de voz algo más aguda, de relato vertiginoso, ansioso, el histórico y mejor relator del fútbol del ascenso. Creador del “…corrió, llegó, le pegó, goooollll…!”, pronunciaba con igual duración la “o” y la “l”. Eran características sus bromas con su comentarista y su locutor: “¡manos que vienen, manos que van…!” decía, mandando al frente a sus compañeros, que le manoteaban los sandwichitos y las facturas. Falleció en 2017.

Otro relator importante del ascenso era Miguel Angel De Renzis. Le decían “el relator de la doble emoción”, porque apenas terminaba de gritar un gol se repetía el relato del mismo. Tenía un gran equipo periodístico que cubría el ascenso; su relato era como apurado, ansioso, tenso.

Carlos Parnisari fue otro relator destacado de la década del ’70. Su relato era preciso y emotivo, su “Parnisari gol” era su marca registrada, era un apasionado del fútbol, participó en varios programas de fútbol y sus relatos durante el Mundial ’78 fueron consagratorios. Falleció en 1997.

Emilio “Yiyo” Arangio era otro relator destacado. “Atento Yiyo” era la muletilla de sus transmisiones; le gustaba anticipar jugadas y es muy recordado su relato en el Mundial ’78, sobre todo en el penal que Fillol le atajó al polaco Deyna. “Patea Deyna, ataja Fillol; patea Deyna, ataja Fillol”, repetía una y otra vez antes de que el polaco ejecutara el penal. Deyna pateó, Fillol atajó, y Arangio repitió: “atajó Fillol, ¡sí señor!” Se retiró del relato a los 40 años, se radicó en La Plata y se dedicó a otro tipo de periodismo. Falleció en marzo de 2023.

Bernardino Veiga fue otro gran relator. Siguió la campaña de Boca Juniors durante muchos años (alguna vez fue apodado “la voz de Boca de todos los tiempos”), su voz era radial como ninguna. Creador de algunas frases como “¡a la carga Booocaaaa…!” o “¡pelota en el aire!”, su grito de gol era uno de los más largos, tenía aire de sobra para prolongar la “ooooo” todo lo que le diera la gana.  Falleció en 1979.

Daniel Adrián (su nombre real era Julio César Arturi) vino después de Bernardino. Su estilo era diferente, más “neutro”, y su grito de gol acentuaba más la “l” que la “o” (“gollllllllllll”). Vivía en La Plata, se recibió de abogado y se retiró del relato relativamente joven.

Víctor Hugo Morales llegó de Uruguay en 1981; se instaló en Radio Mitre y desde su programa Sport 80 fue la competencia de Muñoz, que hasta entonces arrasaba con la audiencia del fútbol. Sus relatos eran de alta calidad; su dicción perfecta le daba a sus relatos una especie de solemne atractivo. Sus metáforas, sus comparaciones y sus deliberadas  exageraciones generaban sonrisa y admiración a la vez. Su “Tá-tá-tá-tá-tá -gol-gol-gol-gol-gol…” es su marca registrada, como su “balas que pican cerca” cuando la pelota pasa cerca del arco; también el “¡que sea, que sea, que sea…!” y el famoso “¡no quieran saber, no le pregunten a nadie…!”. Su descripción de detalles del juego es insuperable. Otro de los grandes, sin dudas.

Luis Francisco “Paché” Andrade, relator colombiano, reemplazó a Víctor Hugo en 1986. Es un muy buen relator que tuvo sin embargo más éxito en su país y en otros de Latinoamérica que en Argentina, pero dejó su marca.

Del grupo de Víctor Hugo salió José Gabriel Carbajal, un relator de muy buena voz y estilo similar al de VHM aunque con menos emoción. “Cruza la cañada” es una expresión suya al describir cuando alguien pasaba la mitad de cancha con la pelota.      

Admirador de Víctor Hugo y Bernardino era Héctor Caldiero, relator muy importante a fines de los ’80 y principios de los ’90 que mezclaba los estilos de esos dos relatores. Relató muchísimos partidos, siguió la campaña de Boca y fue designado como “ícono del relato argentino”. Evangelista y predicador, falleció en 2011.

Atilio Costa Fevre trabajó con Caldiero, y su impronta personal como relator siguiendo la campaña de River Plate es indiscutible. De voz imponente, es un relator sin miramientos y la crítica dura forma parte de sus relatos, ya que nunca se guarda nada. Una situación particular se dio varias veces entre ambos, ya que relataron juntos varios clásicos Boca-River: cuando la pelota la tenía Boca relataba Caldiero, cuando la tenía River relataba Costa Fevre; eran transmisiones, como mínimo, muy divertidas.

Osvaldo Wehbe fue otro gran relator. “El Turco”, como lo conocían todos, era cordobés, de Río Cuarto, y relataba con una voz clarísima, cristalina… pero cuando gritaba el gol esa voz se desgarraba, como si quisiera expulsar su propia garganta. “Espero ser digno”, decía al principio de sus transmisiones; “espero haber sido digno”, decía al final. Tenía muchas expresiones geniales: “la pelota se hizo luna en la noche”, “¡try convertido!” cuando la pelota se iba muy por arriba del travesaño, “la pelota cruza el ecuador” cuando cruza la mitad de la cancha, “van veinticuatro minutos; si quiere, juéguele…”. Sus relatos eran muy entretenidos. Falleció en 2020.

Walter Saavedra, más allá de ser un extraordinario relator es un verdadero artista del relato. Este marplatense escritor, poeta, interesado en la política, la historia, la cultura, impregna sus relatos con poesía y metáforas: “¡Tanta gente no puede estar fingiendo un orgasmo!” grita cuando la tribuna delira gritando un gol. “¡La pelota embarazó la red!” es otra de sus muletillas. El “¡Wal-ter-gol!” de cortina luego de cada gol es un clásico en sus relatos, así como “¿Y los hinchas? ¿Qué piden los hinchas? Cantame, cantame, Walter, cantame un gol…”, con la música de “Dale alegría a mi corazón”, la conocida canción de Fito Páez. Otras expresiones suyas son “¡Pum-pum-pum, a las chapas!” cuando la pelota se iba lejos, o “¡arriba las manos, esto es un lateral!” Sus gritos de gol son desgarradores, graves, imponentes, geniales.

Walter Saavedra

Gustavo Vergara (rosarino) y Carlos “Bocha” Houriet (cordobés) son dos relatores muy buenos que son menos conocidos en el ámbito del fútbol de Buenos Aires, pero son excelentes. Sus relatos apelan más a la emoción, sus gritos de gol son tan potentes como desgarradores, gritan los goles igual que los hinchas en la tribuna. La capacidad de Houriet para sostener una vocal decenas de segundos sin respirar es increíble.

Walter Nelson es un relator uruguayo-argentino que relata fútbol desde hace décadas. Ha relatado torneos del interior, ascenso y primera, y su permanencia en las radios durante tantos años lo hace aparecer en este repaso. Su voz es más cercana a la de un locutor que a la de un relator, su pronunciación es limpia y es uno de los relatores con más muletillas propias: “no me trago la píldora”, “parece que me voy a tener que guardar los cartuchos” (cada cartucho equivale a un gol, según él), “los goleadores son así… no la tocan, pero cuando la tocan te la mandan a guardar” “ta-tán ta-tán…!” ante la inminencia del gol, “¡qué digo gol… recontra golazooo!”, “¡Uuuuhhh, sí, uuuuhhhh!” “¿lo digo o no lo digo? ¡Partido liquidado!”.

Gustavo Cima es otro muy buen relator cercano a Víctor Hugo. Cultor del purismo del lenguaje, su léxico es abundante y perfecto; una de sus obsesiones es pronunciar correctamente los apellidos, sobre todo los italianos (pronuncia correctamente el sonido de la “c”, la “ch”, la “cc” y la “cch”, cosa que ninguno de sus colegas hace), así como cualquiera de los extranjeros. El “ya se juega” al inicio de los partidos, el “centro y gol, centro y gol” o el “ahí está, ahí está” ante la inminencia del gol son algunas de sus expresiones habituales.

Germán Sosa es un muy buen relator, de relato ameno que trata de ser calmado; pero en los goles se desata un vozarrón-vendaval que sube el volumen al triple. Como homenaje a JMM, a veces ha usado la expresión “peligro de gol Muñoz…”

Eduardo “Polaco” Caími es un relator intenso, analítico y completo. Ha relatado en muchas radios, es de Necochea, abogado, admirador de Muñoz y Víctor Hugo.

Mariano Closs ocupa los primeros planos del relato desde fines de los ’90. Si bien desde hace ya un tiempo relata más por televisión, sus relatos radiales durante muchos años han sido de gran calidad, definiendo un estilo propio, lo que no es nada fácil en los tiempos actuales. Yendo exclusivamente a sus relatos radiales, su voz no parece natural; parece como intencionalmente modulada, pero no lo es. “Es un buen momento” es una de sus muletillas más conocidas, y su característica es que al relatar los goles une la última vocal de la palabra anterior a “gol” con la “o” de “gol”, salteando la “g”: “¡viene el centro, cabeceóóóóóóóóóóóóóóóóólllllllll!”, uniendo las dos palabras y prolongando el grito. Esta fusión de palabras ha sido copiada por otros, pero es marca registrada original de Closs. En sus transmisiones radiales, que son entretenidas, Closs chicanea a sus colaboradores con un tufillo canchero-porteño característico suyo que descomprime cualquier formalidad.

Rodolfo De Paoli es un relator que le imprime a sus relatos una emotividad a veces excesiva y un tono ansioso, a veces demasiado “arriba”. Se compenetra absolutamente en el partido y celebra las buenas jugadas: “¡pero que viva el fútbol!”, dice, cuando relata una jugada lujosa o de calidad. Es, además de periodista, director técnico de fútbol.     

Finalmente, de los relatores radiales actuales debe destacarse a Leonardo Gentili. Nacido en Salto (provincia de Buenos Aires), sus relatos son tan cálidos como imponentes. Sus relatos hacen que uno sienta que está escuchando a un compañero, a uno de los suyos. Su registro vocal es grave pero hace lo que quiere con la voz, y una de sus características es que cambia de tono y de inflexión (es como que sube y baja) en medio de una jugada, algo que no hace ningún otro relator. Tiene giros divertidos como “¡agua, padre, que se quema el convento!” o “con los ojos llenos de terror…”, y creó el “¡gol nueeeeestrooooooo!” (como alternativa al clásico “¡gol argentinoooo!” creado por Muñoz) cuando hace un gol nuestro seleccionado nacional. De estilo similar al de Walter Saavedra, es también un ávido lector y hasta recomienda libros y autores; su gusto por la literatura, el teatro, la poesía y las expresiones artísticas le dan una sensibilidad especial que aprovecha en sus relatos, que son de alta calidad. Él mismo dice, definiento su trabajo como relator, que lo que hace es “leer en voz alta lo que los jugadores escriben con los pies”.

A la hora de definir a los mejores, cada uno tendrá seguramente sus preferidos. Pero ni falta que hace, ya que no se trata de una competencia; menos aún teniendo en cuenta que, después de casi cien años de relato radial, el lenguaje habitual, los modos, las expresiones y los estilos han cambiado y mucho.

Los que tienen más años tendrán en el podio a Lalo Pelliciari y a Fioravanti. Los futboleros con muchos años de fútbol, a José María Muñoz o a Víctor Hugo Morales. Los que son un poco más jóvenes, a Walter Saavedra o al Turco Wehbe. Más jóvenes aún, a Closs o a Gentili. Y los más chicos… y, mucha radio no escuchan… Prefieren ver los partidos por televisión.  

En ese caso, recomendamos a…

     …Bueno, esa es otra historia; el fútbol por televisión es otra cosa.

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