El sexo de los ángeles siempre fue tema de debate, nunca podremos ponernos de acuerdo porque no somos ángeles (ni lo seremos). Pero sí podemos hablar del sexo de los siameses, como ha sido noticia últimamente por el noviazgo de Carmen Andrade, una de las siamesas mejicanas famosas en las redes sociales donde se han convertido en influencers al compartir con todo el mundo las vicisitudes de su convivencia forzada. Mientras Carmen lleva adelante su relación sentimental con un joven llamado Daniel, Lupita se ha declarado asexual, una circunstancia que se presta a confusión, dado que ellas comparten el mismo aparato reproductor femenino.
Esta situación no es inédita porque los siameses han existido desde el principio de los tiempos, uno de cada 200.000 partos son de niños/as unidos por alguna parte de su anatomía (solo sobreviven el 25%) .
Si se unen por la cabeza se llaman craniopagus, si se unen por el pecho son toracópagos, si tienen dos brazos son bibrachius, pero pueden tener tres y cuatro brazos (tetrabrachius, como las jóvenes Andrade). Como ven, la medicina es el arte de poner lindos nombres en latín a patologías obvias …
Se desconoce la razón, pero más del 75% de los siameses son mujeres, aunque la denominación de este país que ya no se llama más así se deba a los hermanos Eng y Chang Bunker, nacidos en Siam en 1811 y criados en Estados Unidos donde el famoso empresario circense Phineas T. Barnum los exhibió con éxito de taquilla permitiéndoles a los hermanos vivir con comodidad gracias a sus ingresos …
Eng y Chang Bunker no fueron los primeros, ni serían los últimos en lucrar a expensas de la exposición de su singularidad. El primer caso registrado se remonta al año 945 AD en Constantinopla. Eran dos hermanos armenios unidos por el ombligo (onfalópagos) que se expusieron en la capital del imperio. Cuando uno murió, los médicos separaron al supérstite, pero éste lo sobrevivió apenas tres días.
Mary y Eliza Chulkhurst (o Chalkhurst), conocidas como las doncellas de Biddenden, nacieron en el año 1100 en Inglaterra y por años fueron recordadas por unas galletas ilustradas con su imagen.
Hubo casos registrados en Florencia (que mereció un poema de Petrarca), Francia, Escocia y Hungría, que lucraron con su exposición. También los turcos exhibieron unos bicéfalos bibrachius que se desempeñaron en el ejército como arqueros (de arco y flecha, aclaro). Sin embargo, ninguno de los referidos ut supra llegó a ser tan famoso como Eng y Chang, quienes realizaban una rutina con despliegue de acrobacia, magia y cantos mientras bromeaban por su condición de siameses. Aquellos que pudieron presenciaron su show decían que su número valía cada centavo abonado.
Al casarse con las hermanas Adelaide y Sarah Anne Yates comenzaron las curiosidades escabrosas sobre la vida sexual de los siameses, más cuando las hermanas, como pasa en las mejores familias, se pelearon y los hermanos se vieron obligados a alternar la vida hogareña cada 15 días, viviendo una quincena en la casa de Eng y su conyugue y lo que restaba del mes en la casa de Chang y su esposa. Como cada uno tenía su propio miembro viril, pudieron cohabitar cada cual con su pareja, aunque el otro haya sido testigo forzado de las relaciones íntimas de su hermano. Cada uno de ellos generó más de diez hijos a lo largo de su existencia.
Para convivir en armonía habían llegado a un pacto de cohabitación quincenal, es decir, estando en la casa de Chang, Eng guardaba silencio y discreción, y viceversa cuando vivían en el hogar de Eng.
No parece haber sido tan complicado compartir la vida sexual de los hermanos, pero fue más difícil separar los vicios de cada uno porque Chang se convirtió en alcohólico, arrastrando a su hermano alcoholismo ya que compartían la circulación sanguínea, y cuando Chang se emborrachaba, Eng también sufría las influencias etílicas. Chang estropeó su hígado y murió precozmente ocasionando el óbito de su hermano pocas horas más tarde. Debieron ser separados para ser enterrados y allí se descubrió que no compartían ningún órgano vital por lo que hubiesen podido llevar vidas separadas. Quién sabe si sus existencias pudieran haber sido más felices, pero, seguramente, estos hermanos siameses no habrían logrado la fama con la que pasaron a la historia.
Los hermanos Tocci
Giacomo y Giovanni Battista Tocci nacieron en Italia, como bien lo sugieren sus nombres, pero hicieron carrera en Estados Unidos donde los había llevado su padre para “Fare l’America” con su exhibición, después de haberlos mostrados en las principales ciudades europeas.
A pesar de sus similitudes físicas, Giacomo y Giovanni eran de caracteres disimiles, Giovanni era despierto y con aptitudes artísticas, mientras Giacomo algo más silencioso y menos lucido. Como Giovanni pasaba su horas de exposición (seis horas los siete días de la semana) dibujando, Giaciomo, sin mejor cosa que hacer, criticaba sus dibujos, razón por la cual no era extraño que se trenzasen a golpes.
El escritor Mark Twain los conoció e inspiraron en el autor dos cuentos “Those Extraordinary Twins Annotated” y “The Tragedy of Pudd’nhead Wilson”. Este último relato trata sobre los dilemas de un abogado al deber defender a un bicéfalo, cuando uno de ellos agredió a un señor. ¿Cómo se puede punir solo al culpable cuando también será castigado el inocente? ¿Es justo? ¿Cómo sancionar al culpable solamente?
El mundo de los Tocci transcurrió en prolongadas exhibiciones donde eran examinados por el público con una mezcla de horror y conmiseración mientras compartían cartel con a un caballero hirsuto llamado Jojo – conocido como “El ruso cara de perro”–, con George William, “el niño tortuga”, con Aussie, un canguro boxeador capaz de knockear al más plantado, y más enanos, gigantes y mujeres barbudas … el mundo de los Tocci era un universo de lo más variado y bizarro.
Por esta razón, cuando llegaron a la mayoría de edad, con los dineros ganados por la exhibición de su excepcionalidad, huyeron de este mundo de rarezas y se recluyeron en una villa cerca de Venecia, rodeada de una alta muralla que los separaba de esa vida que habían conocido.
Pero ni este ostracismo, ni el alejamiento del mundanal ruido pudo lograr la tan ansiada privacidad de los hermanos.
En 1904, se difundió la noticia de que los Tocci se habían casado con dos hermanas y con el mismo morbo con el que hoy los medios difunden las relación entre Carmen y Daniel, los periódicos de la época se lanzaron a las más alocadas hipótesis sobre la sexualidad de los hermanos, a punto tal que un tal Dr. Liptay escribió un folleto llamando “La vie sexuelle des monstres” (no necesita traducción), donde planteaba interrogantes como ser: ¿Si tienen un solo aparato genital de quién sería el hijo nacido de esta relación? ¿Era Giacomo dueño del testículo derecho y Giovanni Battista del izquierdo? Los orgasmos logrados en dichas relaciones, ¿eran compartidos? Sobre estas preguntas y otras más escabrosas pasaba revista el Dr. Liptay, sin encontrar respuestas certeras a tantas inquietudes porque sospechamos que los Tocci era impotentes y murieron sin dejar descendencia y sin que se conozca, a ciencia cierta, la fecha de su muerte (algunos dicen que en 1934 y otros en el 40).
Más cercana a nuestros días es la historia de Daisy y Violet, las hermanas Hilton, que si bien tenían aparatos genitales distintos (las hermanas mejicanas tienen uno solo) sufrieron un desencanto amoroso.
Al igual que todos los casos relatados, las hermanas vivieron de su exhibición. No carecían de talento ya que aprendieron a tocar el saxofón y no cantaban mal. El agente Wilson Oliver las hizo famosas en la década del 20, pero poco después surgieron acusaciones de abuso y sobrexposición. El escándalo llegó a la corte y las hermana se quedaron con la casa de la familia y dueñas de su propio futuro.
En 1931 fueron inmortalizadas por su participación en Freaks, una película de culto dirigida por Tod Browning (el film fue prohibido en la Argentina hasta los años 60).
En 1933, Maurice L. Lambert le propuso matrimonio a Violet, pero ningún estado quiso legalizar la boda hasta que en 1936, Nueva York les otorgó la licencia matrimonial. Sin embargo, poco tiempo duró la unión ya que una buena mañana Maurice se marchó dejando una nota: “Muchachas, son esplendidas, pero no soy este tipo de hombre…” y desapareció de sus vidas.
Las Hilton participaron en un par de films, uno de ellos, “Encadenadas para siempre”, una película autobiográfica que fue un rotundo fracaso. Malos negocios y peores compañías le hicieron perder lo que tenían. Vivieron en una cada rodante los últimos años de su vida y debieron pasar unos días hasta que encontraron sus cadáveres, muertas por una neumonía.
Su historia fue recogida en el musical “Side Show” (así se llamaban a las vecindades de las carpas de circo donde se mostraban estos freaks o fenómenos). La autoría de la obra es de Henry Krieger y Bill Russell, y ganó un Emmy.
En un momento del espectáculo Daisy y Violet cantan una melodía titulada “¿Quién me amará como soy””, dónde se narran sus dudas existenciales .
“¿Quién puede torcer las leyes de la naturaleza?
¿Puede un león amar a un cordero?
¿Quién puede ver más allá de esta superficie?
¿Quién me amará como soy?”
¿Qué sabemos de los bicéfalos?
Aristóteles suponía que los siameses eran la fusión de dos embriones. ¿Por qué pasa esto? Desde hace algo más de una década se conocen unas proteínas llamadas noggin que actúan sobre las Stem Cells mesenquimáticas convirtiéndolas en citoquinas inflamatorias. Por tal razón es que se adhieren entre si como en un proceso inflamatorio. La presencia de esta noggin (y otras sucedáneas) en la cavidad intrauterina favorecería la fusión de ambos embriones. Su actividad en distintos momentos de la gestación y la posición de los embriones harían que la fusión se produzca en formas leves como las de Eng y Chang que no compartían órganos importantes hasta llegar a casos más complejos como el caso de Carmen y Lupita que hoy comparten su vida a través de redes sociales mientras sus predecesores lo hicieron en teatros, circos y side shows. Los tiempos cambian, pero la condición humana continua imperturbable.