La odisea de Himmler en España: en busca del Santo Grial

El nazismo fue una mezcla de esoterismo, pseudociencia y tecnología germana. Por todo esto, no debería asombrarnos (aunque aún lo haga) que el todopoderoso Heinrich Himmler aprovechase su viaje a la España de Franco para coordinar el encuentro en Hendaya con el Führer y también buscar en tierras ibéricas al Arca de la Alianza y al Santo Grial. Después de todo, el organismo que presidía, el Ahnenerbe, había enviado una expedición al Himalaya y otra a Bolivia para buscar a los descendientes extraviados de la legendaria Thule, la ciudad origen de la raza aria.

Su periplo español comenzó el 19 de octubre de 1940 en San Sebastián a donde llegó en tren desde Francia. Después de entrevistarse con el generalísimo en Madrid, asistió, a una corrida de toros. Aún se conserva una foto del jerarca nazi con el matador Marcial Lalanda y los anuncios de la plaza de Madrid con una esvástica al pie.

El hombre que envió a millones de personas a morir en cámaras de gas, describió al espectáculo como “deleznable y sangriento”. De hecho, se fue antes que concluyese la corrida.

Al día siguiente visitó el Museo del Prado y el de Arqueológia, donde se detuvo un largo rato frente a “La Dama de Elche”, a quien encontró “indiscutiblemente aria”. Al día siguiente fue a Toledo donde el jerarca se hizo llevar al barrio judío. Según le había manifestado uno de sus “expertos”, allí podría hallarse los restos del Arca de la Alianza (igual a Indiana Jones). Como no encontró ni vestigios del Arca, el Reichsführer continuó su viaje a Barcelona, más precisamente al monasterio de Monserrat, donde se entrevistó con el monje Andreu Ripoll a quien interrogó sobre el paradero del Santo Grial, el vaso en el que Cristo bebió durante la última cena y donde, según la tradición medieval, se atesoraba la sangre del Salvador. El monje fue muy terminante al respecto, pues allí no había nada de eso y solo podía mostrarle a la “Moreneta”, la virgen patrona de Cataluña, a quien Himmler también encontró “indiscutiblemente aria”.

La leyenda del Santo Grial estaba ampliamente difundida y hasta Richard Wagner se hizo eco de este mito en su opera “Parsifal”. Según algunas versiones la reliquia había cruzado los Pirineos en tiempos de cataros y templarios y estaba escondida en una montaña con cuevas llamada Montsalvat. Lo más parecido a este nombre en España era el monasterio de Montserrat, y hacia allá fue Himmler dispuesto a incorporar una nueva joya para su colección esotérica. El jerarca  nazi estaba convencido que el Grial actuaría como un talismán que le aseguraría la victoria al Reich. Himmler dejó España visiblemente descontento …

No sería el único desencantado de este viaje de los nazis a tierras de Franco, porque a 500 km de distancia, en Hendaya, el generalísimo le daba largas al asunto de aliarse al eje. El Führer quedó tan alterado con las vueltas del caudillo que tiempo después le confesó a Mussolini: “antes de repetir una entrevista (con Franco) prefiero que me saquen tres o cuatro muelas”. De hecho, no fue un total fracaso alemán, a regañadientes la dirigencia española le prometió una colaboración militar que se cumplió con el envió de la Brigada Azul a Rusia y Himmler, a final, se llevó las reliquias visigodas de Castrotierra para demostrar la vinculación aria entre alemanes y españoles.

A pesar de los reclamos para la restitución de las piezas visigodas, estas aún pueden verse en el Germanisches Nationalmuseum de Nuremberg.

Esta nota también fue publicada en TN

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