Libertad en el exilio: Vida y obra del Dalái Lama

Tenzin Gyatso es más conocido como el Dalai Lama, líder espiritual del Tíbet que ha pasado los últimos 60 años en el exilio.

Los Dalai Lama gobernaron el inhóspito territorio del Tíbet desde 1642 hasta 1959. Los Lamas no son una dinastía hereditaria sino una sucesión de líderes teocráticos (Tenzin Gyatso era el número XIV en llevar este título) quienes designan a su sucesor como la reencarnación de ese jefe espiritual en un niño de corta edad.

Desde hace siglos esta nación en la cumbre del mundo ha tenido una relación conflictiva con distintos países, especialmente con los británicos y los chinos, quienes dominaron a los tibetanos hasta 1911, año en los que recuperaron su independencia ante la caída de la dinastía Manchú.

Tenzin Gyatso nació en 1935 en el seno de una familia humilde de origen tibetano que vivía en la provincia china de Quinghai. A los 5 años fue proclamado encarnación del XIII Dalai Lama convirtiéndose así en un Tulku o monje escogido conscientemente cómo sucesor de su predecesor siguiendo la prédica del Buda Avalokitesvara.

La elección del joven Tenzin fue onírica. Uno de los regentes del Tíbet soñó con una casa de tejado azul y a fin de encontrar al sucesor envió a unos monjes a Amdo donde encontraron a un niño que los reconoció a ellos y a una serie de objetos que habían pertenecido a su predecesor. Era una forma en que el espíritu de éste expresase sus memorias de una vida anterior a través del elegido para sucederlo.

Tenzin fue trasladado a Lhasa (capital del Tíbet) al llamado Templo Amarillo donde fue educado y preparado para gobernar mientras el monje Ngawang Sungrab Thutob ejercía la regencia. Con solo 15 años Tenzin asumió el poder político y espiritual de la nación en un momento dramático, cuando China invadía al Tíbet. En 1954 viajó a Pekín junto a otros dignatarios a fin de mantener conversaciones tendientes a conservar la paz con Mao Tse-Tung. Dos años más tarde también fue a la India para solicitar el apoyo del primer ministro Jawaharlal Nehru, quien prefirió mantenerse ajeno al conflicto entre los tibetanos y el régimen comunista. En 1959 se produjeron manifestaciones y reclamos en pos de lograr la independencia del Tíbet, pero estas fueron reprimidas brutalmente ocasionando la muerte de miles de tibetanos y obligando al exilio del Dalai Lama y más de 80.000 seguidores que se instalaron en Dharamsala, una ciudad al norte de la India (conocida de acá en más como la pequeña Lhasa). Tenzin Gyatso se declaró jefe del gobierno tibetano en el exilio y desde entonces ha bregado por la independencia de su país, viajando por el mundo como “un simple monje” difundiendo la cultura de su pueblo, la lucha por su libertad, impartiendo enseñanzas religiosas y difundiendo el mensaje del “Mahakaruna” (Gran compasión) que, entre otras cosas promueve una dieta vegetariana y el cuidado del medio ambiente.

Por su mensaje de no violencia en esta gesta emancipadora le fue concedido en 1989 el premio Nobel de la Paz. A lo largo de este prolongado exilio ha recibido otros galardones y reconocimientos académicos con la concesión del  título de doctor honoris causa de varias universidades como la de México, Berkeley, Santiago de Chile y Australia. La Universidad de Münster le otorgó un doctorado honorario de química y Estados Unidos le concedió la medalla de oro del Congreso en el año 2007, gesto que provocó una airada protesta del régimen chino.

En 1982 Deng Xiaoping invitó a Tenzin a regresar a Lhasa, pero éste no aceptó las condiciones que China quería imponerle y prefirió continuar en el exilio al tiempo que asumía los ideales democráticos y pacifistas que asistió a difundir en el mundo, intentando preservar, a su vez, la herencia histórica y cultural de su pueblo.

Desde el año 2011 ha renunciado a sus funciones políticas, aunque continua siendo el líder espiritual del Tíbet.

Su predica se ha visto reflejada en distintos textos y, especialmente, en su autobiografía, llamada Libertad en el exilio.

“La paz no significa una ausencia de conflictos”, suele repetir el Dalai Lama, “las diferencias siempre van a estar allí. La paz significa la solución de estas diferencias por medios pacíficos, a través del dialogo, la educación, el conocimiento y por medio de formas humanitarias”

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