Ambroise Jérome Cramer Duroc nació en París en 1792, hijo de José Antonio Cramer y Genoveva Duroc.
Se enroló como cadete en los ejércitos napoleónicos de Francia en 1806; dos años después egresó de la Escuela Militar de Nobles, y siendo un adolescente pasó a formar parte del 5to Regimiento de Infantería de la “Grande Armée” (llamada así por Napoleón mientras preparaba la invasión a Inglaterra), conocida también como el Ejército Imperial francés.
Participó de la guerra de la independencia española (“Guerra de los Seis Años”, que se desarrollaría entre 1808 y 1814), que en el contexto de las guerras napoleónicas enfrentó al Imperio francés (que pretendía otorgar el trono español a José Bonaparte, hermano de Napoleón) contra España, Portugal y el Reino Unido; en esa guerra, Ambroise fue herido dos veces.
Se recibió de ingeniero militar y combatió en la batalla de Waterloo en 1815. Después de Waterloo comenzó la disolución del ejército tantas veces triunfante, y se iniciaría el declive de Napoleón. Los soldados bonapartistas no encontraban cabida en el ejército del rey, eran mal vistos y hasta perseguidos. Por eso, muchos debieron alejarse de Francia en busca de nuevos horizontes para rehacer su vida militar. América, convulsionada por las guerras de la independencia, demandaba para sus ejércitos hombres preparados para el combate. En ese contexto, Ambroise Cramer fue dado de baja del ejército francés y proscripto por sus ideas políticas, ya que era bonapartista.
Es así como en 1816 Ambroise Cramer embarca hacia América en el buque “Celeste”, en el puerto de Calais; junto con otros oficiales llega a las Provincias Unidas del Río de la Plata a mediados de ese año, y en Buenos Aires (y ya conocido como Ambrosio Crámer, castellanizando su nombre y apellido) se suma rápidamente a la guerra de la independencia contra los realistas españoles.
El por entonces Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Juan Martín de Pueyrredón, lo nombró Sargento Mayor del 1er Batallón de Cazadores de los Andes, incorporándose inmediatemente a dicho ejército. Poco después, el general José de San Martín le encargó la organización del Regimiento Nº 8 de Infantería, formado por esclavos negros sobre la base del 2do Batallón de Cazadores. En 1817 participó del cruce de los Andes al frente de las Compañías de Fusileros de esa unidad, y peleó en la Batalla de Chacabuco, en la que tuvo una actuación que merece destacarse.
El plan de San Martín en Chacabuco era que O’Higgins atacara por el este, Soler por el oeste y San Martín por el frente. Pero ocurrió que el sorpresivo avance del comandante de las fuerzas realistas (Rafael Maroto Yserns) sobre el flanco de O’Higgins cambió por completo el panorama. Ahora O’Higgins, sin ayuda de Soler y sin recibir novedades de San Martín (que inicialmente había ordenado “no comprometer fuego” hasta que él lo indicara) tendría que batirse contra la totalidad de las fuerzas realistas o retroceder, lo que auguraba una derrota. Al no recibir respuesta, aconsejado por Crámer (a esta altura, teniente coronel), O’Higgins ordena a la infantería ir a la carga con sus bayonetas organizando dos columnas de ataque, siguiendo el modelo napoleónico. Luego de un traspié inicial que no costó muchas bajas, Crámer interviene nuevamente en la reorganización de las tropas enviando a la caballería y a la infantería a atacar flancos diferentes del enemigo. Cuando San Martín observa lo que ocurre, envía a un mensajero a Soler para que ataque también, y sin esperar que llegue su mensaje decide ir él mismo por el frente en apoyo a O’Higgins; finalmente también Soler hace su parte y el movimiento envolvente destruye la retaguardia realista, llevando a la victoria a las fuerzas americanas. Luego de Chacabuco, Crámer fue ascendido a coronel, fue condecorado con la Legión del Mérito de Chile y se le otorgó una medalla de oro.
Ya en Chile, Ambrosio Crámer fue asignado a la guarnición de Santiago de Chile, mientras el resto del Ejército de los Andes hacía la campaña del sur de Chile. Esto no fue muy bien recibido por Crámer, y tras una discusión con San Martín obtuvo la baja y regresó a Buenos Aires. Los motivos de esa discusión no han quedado del todo claros; algunos historiadores sostienen que por ser Crámer un combatiente fogueado en los campos de batalla era arbitrario en los castigos y que además tenía tendencia a desafiar la autoridad del general en jefe.
Luego de regresar a Buenos Aires, Crámer se unió al Ejército del Norte y fue edecán del general Manuel Belgrano. A inicios de 1820 se produjo el “motín de Arequito”, en el cual el Ejército del Norte se sublevó contra el Directorio, apartándose de las disputas y guerras civiles de Buenos Aires y enfocándose sólo en la lucha contra los realistas en el Alto Perú. Luego de el motín, Crámer se unió al ejército de Buenos Aires, combatiendo en la batalla de Cepeda y participando en la campaña contra el caudillo federal Francisco Ramírez.
En 1821 se le encargó el relevamiento de las defensas del puerto de Carmen de Patagones, en la desembocadura del Río Negro, lo que incluía trabajos de reparación en el puerto. El barco en el que se dirigía allí naufragó, y Crámer fue uno de los pocos sobrevivientes.
En 1822 se casó con María Francisca Capdevila y Fernández Melián. Con ella tendría cinco hijos, entre 1826 y 1837: Julia, Catalina, Amelia, Julio y Luisa
En 1823 participó en la campaña de Martín Rodríguez (por entonces gobernador de Buenos Aires) contra los indios. Además, Crámer fue quien hizo los planos del Fuerte Independencia, lo que luego sería la ciudad de Tandil, ciudad de la que fue uno de los fundadores. También estuvo destinado en las guarniciones militares de Bahía Blanca y Carmen de Patagones.
En 1825 pasó a retiro con el grado de coronel. Al año siguiente obtuvo el título y la licencia de agrimensor y se dedicó a la mensura de campos. Fue beneficiado por la ley de enfiteusis de 1826 sancionada por Bernardino Rivadavia (que entre otras cosas establecía una cesión de las tierras por un plazo prolongado, pero durante el cual la administración debía auditar y controlar que las tierras efectivamente estuvieran siendo productivas) y adquirió la estancia “La Postrera”, al sur de Chascomús. Allí se dedicó a la cría de ovejas.
Pero Crámer no podía quedarse tranquilo: acompañó al coronel Federico Rauch en varias campañas contra los indígenas, y en 1833 participó como jefe de ingenieros de la campaña al desierto de Juan Manuel de Rosas.
En los años siguientes trabajó activamente en la mensura de campos en toda la extensión de la provincia de Buenos Aires. Tuvo reiterados y serios encontronazos con varios funcionarios, políticos y militares rosistas (entre ellos Prudencio Rosas –o Prudencio Ortiz de Rozas–, hermano del Restaurador). No participó en los enfrentamientos entre Rosas y Lavalle ya que tenía amigos en ambos bandos, así que se quedó en su campo de Chascomús.
En 1838, Francia dispone un bloqueo al Río de la Plata. Ante esa situación, Crámer ve afectada su situación económica, ya que no puede exportar su producción. Sus reclamos no son atendidos por el gobierno, que además lo destrata por ser francés. Esta acción militar francesa logró aglutinar a los opositores a Rosas, impulsando numerosos movimientos revolucionarios que buscaban poner fin al gobierno del Restaurador. En este contexto, Crámer participó y hasta organizó varios actos y movimientos de protesta, y más aún, en conspiraciones contra Rosas.
En 1839 Crámer adhirió (en realidad, fue uno de sus creadores) a un movimiento de estancieros del sur de la provincia de Buenos Aires que se rebelaron contra Rosas, alentados por lo que quedaba del partido unitario y la flota francesa que bloqueaba el río. Esta rebelión coincidía con el complot dirigido por Ramón Maza en Buenos Aires y con el desembarco de Juan Lavalle en la zona del Tuyú. Se inició así el movimiento revolucionario llamado “de los Libres del Sur” (también llamado “Grito de Dolores”, en refrencia a la ciudad de Dolores, donde se originó el movimiento).
El estanciero Pedro Castelli logró reunir muchas tropas y fue elegido como jefe militar del movimiento. Ambrosio Crámer era uno de los otros dos jefes principales; el tercero era Manuel Leoncio Rico, que conocía a Crámer ya que también había participado de la expedición al desierto de 1833. Crámer, que también aportó tropas, se puso al frente de las fuerzas del partido de Chascomús y ofreció las instalaciones de su campo para que fueran usadas como cuarteles de ese ejército improvisado.
Pero las cosas no salieron bien. El complot de Maza fue descubierto y Maza fue ejecutado. Y Lavalle no desembarcó en Tuyú, sino que siguió de largo, se fue a Entre Ríos y recorrería el país con su ejército hasta su muerte en Jujuy.
Así las cosas, los Libres del Sur quedaron desamparados y acorralados por el ejército de Rosas. Los Libres del Sur contaban con 3.000 hombres, que trasladaron a Chascomús, donde fueron entrenados por Crámer y Rico.
El 7 de noviembre de 1839 se produjo la batalla de Chascomús, a orillas de la laguna, en la que el ejército de los Libres del Sur se enfrentó con las tropas de Prudencio Rosas, con quien Crámer había tenido pésima relación años atrás. Luego de un comienzo algo favorable, la batalla empezó a volcarse en favor de las tropas rosistas, y el resultado se decidió cuando Ambrosio Crámer fue muerto en pleno combate. Algunos soldados lograron escapar, otros se entregaron. Pedro Castelli fue muerto varios días más tarde, cerca de Dolores; Manuel Leoncio Rico pudo huir y llegó a participar en la invasión de Lavalle a Buenos Aires.
Pero esa es otra historia.