Alain Resnais desarrolló una mirada compleja, analítica, crítica y poética que reflexiona sobre la existencia y los sentimientos humanos. Nacido el 3 de junio de 1922 en Vannes, Francia, formó parte de los directores que consolidaron el cine de autor después de la Segunda Guerra Mundial. Con un pie dentro de la Nueva Ola francesa, su cine experimenta con el montaje para ofrecer relatos sólidos con guiones extraordinarios. A través de Van Gogh (1947) y Guernica (1950) construyó narrativas potentísimas que fusionaban los intereses estilísticos de la pintura y el cine. Su obra puede dividirse en tres etapas, atravesadas por tópicos complejos como las heridas históricas, el olvido, la memoria, los recuerdos, la imaginación y la conciencia. La primera de ellas es sobre la interpretación del arte; la segunda, una serie de documentales y ensayos audiovisuales donde reflexiona sobre el conflicto bélico y el comportamiento humano (1948-58); finalmente, los largometrajes que le otorgaron un papel esencial dentro del cine francés (1959-2003). Murió en París el 2 de marzo de 2014.
Las estatuas también mueren (Les statues meurent aussi, 1953)
Una de las cintas más polémicas de Resnais. En tan sólo 30 minutos este ensayo audiovisual analiza el pasado, el presente y el futuro del arte africano, que ha sido tratado como artesanía barata desde el colonialismo. Utilizando frases contundentes y a través de una mirada crítica, este trabajo reflexiona sobre el papel de los objetos como representaciones culturales. Producida en colaboración con Chris Marker, esta cinta fue prohibida y censurada en distintas regiones de Europa por exhibir una verdad incómoda.
Noche y niebla (Nuit et brouillard, 1955)
Resnais siempre estuvo interesado en el documental como una herramienta de difusión y crítica. En su esfuerzo por rendir homenaje a las víctimas del Holocuasto, el director francés visita el abandonado campo de concentración de Auschwitz, mostrando con travellings a color el espacio donde años atrás yacía el horror de uno de los genocidios más grandes de la historia. La película usa imágenes de archivo, grabadas en blanco y negro, para reconstruir los momentos en que el recinto estaba habitado por prisioneros en condiciones deplorables. El título de la cinta hace referencia al “Decreto noche y niebla” que facilitaba la desaparición forzada de personas en la Alemania nazi.
El canto del estireno (Le chant du styrène, 1958)
En este documental de 19 minutos, Resnais investiga la manipulación de la naturaleza mediante los procesos industriales. La película comienza con la imagen de un recipiente de plástico, cuya simple existencia desemboca en un sinfín de preguntas sobre el origen de los artefactos empleados por el hombre. La explicación –amplia, completa y reflexiva–, llega al auditorio a través de la voz del reconocido actor francés Pierre Dux.
Hiroshima, mi amor (Hiroshima mon amour, 1959)
Se trata del primer largometraje de Resnais y uno de los grandes clásicos del cine francés. La cinta comienza con dos cuerpos desnudos que se acarician amorosamente, al tiempo que una voz en off debate sobre la memoria y el olvido tras el lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima. Gracias a un estupendo trabajo de montaje, los cuerpos de los amantes son una metáfora de la ciudad en ruinas. Aunque solamente pasan una noche juntos, una actriz francesa (Emmanuelle Riva) y un ingeniero japonés (Eiji Okada) se enamoran sabiendo que su relación es imposible. El magnífico guión fue realizo por Marguerite Duras.
El año pasado en Marienbad (L’année dernière à Marienbad, 1961)
En un château, un hombre cualquiera (Giorgio Albertazzi) persigue a una mujer sin nombre (Delphine Seyrig) para recordarle que se conocieron el verano pasado. Ella niega rotundamente su recuerdo. A través de memorias alternadas con la realidad, él revive la ilusión de un lugar fantástico llamado Marienbad. Sin importar cuántas habitaciones recorran juntos, la atracción nunca es correspondida y el supuesto pasado queda como un sueño lúcido. Un juego de la memoria donde no hay principio ni fin. La recreación de un evento imaginario con las características de un pasaje onírico: difuso, repetitivo, atemporal y, en ocasiones, incoherente. La calidad estética de esta cinta le otorgó a Resnais el León de Oro en el Festival Internacional de Cine de Venecia en 1961 y el reconocimiento de la crítica como uno de los directores más importantes de la segunda mitad del siglo XX.
Muriel (Muriel ou le temps d’un retour, 1963)
Las secuelas de los conflictos bélicos son un tema recurrente en las cintas de Resnais. Hélène (Delphine Seyrig), la dueña de un negocio de antigüedades, se reencuentra con su amor de juventud, Alphonse (Jean-Pierre Kérien), tiempo después de la muerte de su esposo. Simultáneamente, ella se percata de la incompatibilidad de su relación, y su hijo adoptivo, Bernard (Jean-Baptiste Thierrée), es atormentado por el recuerdo de Muriel, la joven que torturó durante su servicio militar en Argelia. La cinta tiene una estructura narrativa no lineal donde las historias de Hélène y Bernard giran en torno al olvido y a las obsesiones.
Te amo, te amo (Je t’aime, je t’aime, 1968)
Las narrativas no lineales que construían relatos contundentes a través de saltos espaciotemporales le otorgaron a Resnais el sobrenombre de “cineasta del tiempo”. Esta cinta es un ejemplo magnífico de lo anterior. Tras un intento de suicidio, un hombre (Claude Rich) es obligado a participar en un experimento científico que puede convertirlo en el primer humano en viajar en el tiempo. Sin embargo, los cálculos son erróneos y queda atrapado en un recorrido aleatorio por los recuerdos de su pasado. El filme, aparentemente caótico, se despliega sin tropiezos.
El amor a muerte (L’amour à mort, 1984)
Para Resnais la muerte abruma al ser humano porque es capaz de romper con los esquemas del tiempo. Élisabeth (Sabine Azéma) y Simon (Pierre Arditi) son una pareja que se quebraja por la muerte de él. No obstante, Simon revive. Pero ambos deben sobrellevar la idea de que en cualquier momento su desaparición puede repetirse. A partir de esta cinta el director francés encontró a sus actores predilectos. Uno de los largometrajes más distinguidos de este cineasta.
Smoking / No Smoking (1993)
Celia Teasdale (Sabine Azéma) es un mujer ordinaria que, mientras realiza sus tareas del hogar, se detiene un momento para reflexionar si desea fumar o no. La historia se convierte en dos narrativas totalmente distintas siguiendo la premisa: «qué habría pasado si…». En la primera de ellas, Celia decide fumar, lo que deviene en ciertas consecuencias; mientras tanto, en la segunda, cuando ella decide no fumar, tienen cabida circunstancias totalmente distintas e inesperadas. Una de las propuestas más interesantes de Resnais, que le otorgó el Oso de Plata en el Festival Internacional de Cine de Berlín en 1994.
En la boca no (Pas sur la bouche, 2003)
Una de las últimas películas dirigidas por Alain Resnais. Esta cinta exhibe los secretos dentro del matrimonio de Gilberte (Sabine Azemá), que le oculta a su marido que ella estuvo casada anteriormente. Sin embargo, la puesta en escena da un giro inesperado cuando su primer esposo decide recuperarla. Un filme experimental que acompasa su montaje con los sentimientos románticos de los protagonistas.