El padre de Marlene Dietrich, Ludwig Dietrich, un oficial de policía de la Royal Prussian, murió cuando ella era muy joven, y su madre se volvió a casar con un oficial de caballería, Edouard von Losch. Marlene, que de niña adoptó una forma comprimida de su primer y segundo nombre (Marie Magdalene), estudió en una escuela privada y aprendió inglés y francés a los 12 años. En la adolescencia estudió para ser concertista de violín, pero su inclinación por la vida nocturna de Weimar, con sus cabarets y sus demi monde (como llamó Alejandro Dumas hijo a las mujeres libertinas de la época), hizo que la vida de un músico clásico no le resultara atractiva. Fingió haberse lastimado la muñeca y se vio obligada a buscar otros trabajos como actriz y modelo para poder llegar a fin de mes. En 1921, Dietrich se inscribió en la Deutsche Theaterschule de Max Reinhardt, y finalmente se unió a su compañía de teatro. En 1923, atrajo la atención de Rudolf Sieber, director de casting de los estudios de cine de la UFA, quien comenzó a llamarla para interpretar pequeños papeles. Ella y Sieber se casaron al año siguiente y, después del nacimiento de su hija, María, Dietrich volvió a trabajar en los escenarios. La pareja se separó en 1929.
Ese mismo año, el director Josef von Sternberg vio por primera vez a Dietrich y la eligió como Lola-Lola, la hastiada y sensual protagonista de Der blaue Engel (1930; El ángel azul), la primera película hablada de Alemania. El éxito de la película catapultó a Dietrich al estrellato. Von Sternberg la llevó a los Estados Unidos y le consiguió un contrato con Paramount Pictures. Con la ayuda de von Sternberg, Dietrich comenzó a desarrollar su leyenda de personalidad femme fatale a través de sus propias películas: Marruecos (1930), Dishonored (1931), Shanghai Express (1932), Blonde Venus (1932), The Scarlet Empress (1934), y The devil is a woman (1935).
Durante el nazismo y a pesar de peticiones personales de Adolf Hitler, Dietrich se negó a trabajar en Alemania y, debido a esa negativa sus películas fueron prohibidas y Dietrich fue tildada de traidora en su país. Ciudadana estadounidense desde 1937, hizo más de 500 apariciones ante las tropas aliadas entre 1943 y 1946. Luego dijo: “Estados Unidos me albergó en su pecho cuando ya no tenía un país nativo digno de ese nombre, pero en mi corazón soy alemana, alemana es mi alma “.
Después de la guerra, Dietrich continuó haciendo películas exitosas, como A Foreign Affair (1948), The Monte Carlo Story (1956), Witness for the Prosecution (1957), Touch of Evil (1958) y Judgment at Nuremberg (1961). También fue una popular artista de clubes nocturnos. Después de un período de retiro de la pantalla, reapareció en la película Just a Gigolo (1978). El documental Marlene, una reseña de su vida y su carrera, que incluyó una entrevista hecha por Maximilian Schell, se estrenó en 1986. Su autobiografía, Ich bin, Gott sei Dank, Berlinerin (“Yo soy, gracias a dios, de Berlín”; traducida al español, también como Marlene), se publicó en 1987.
Las apariciones públicas de Dietrich fueron cuidadosamente elaboradas y sus películas (con pocas excepciones) fueron hábilmente interpretadas. Aunque su rango vocal no era excelente, realizó versiones memorables de canciones como “Falling in Love Again”, “Lili Marleen”, “La Vie en rose” o “Give Me the Man” y se convirtieron en clásicos de la época. Sus relaciones sentimentales tanto con hombres como con mujeres no fueron ningún secreto, pero en lugar de destruir su carrera, parecían otorgarle un status de inalcanzable. Su gusto por usar pantalones y otras prendas masculinas la convirtieron en una pionera de la moda y ayudó a lanzar un estilo que persistió durante el siglo XXI. Pero su magnetismo personal fue mucho más allá de su imagen andrógina magistral y su glamour; otro de sus admiradores, el escritor Ernest Hemingway, dijo: “Si ella no tuviera nada más que su voz, podría romper tu corazón con eso”.