El 1° de mayo de 1952, según relatos de Juan Domingo Perón, “Evita habló por última vez en público desde un balcón de la Casa Rosada. Le costó un gran esfuerzo, tanto que al término de sus palabras cayó en mis brazos. En la sala, detrás de los ventanales, a través de los cuales llegaba todavía la voz de la multitud que la llamaba, se oía solamente mi respiración; la de Eva era imperceptible y fatigada. Entre mis brazos no había más que una muerta”, recordó el expresidente en sus memorias.
Durante su discurso Eva expresó: “Estamos aquí reunidos los trabajadores y las mujeres del pueblo. Otra vez estamos los descamisados en esta plaza histórica del 17 de octubre de 1945, para dar la respuesta al líder del pueblo que esta mañana, al concluir su mensaje, dijo que quienes quieran oír, que oigan; quienes quieran seguir, que sigan”.
Dirigiéndose a Perón señaló: “Aquí está la respuesta mi general. Es el pueblo trabajador y humilde de la patria, que aquí y en todo el país está de pie y lo seguirá, porque usted es el líder del pueblo. Porque ha levantado la bandera de redención y de justicia de las masas trabajadoras, es que lo seguirá contra la opresión de los traidores de adentro y de afuera, que en la oscuridad de la noche quieren dejar el veneno de sus víboras en el alma y en el cuerpo de Perón, que es el alma y el cuerpo de la patria”.
Aclaró que los enemigos “no lo conseguirán, como no ha conseguido jamás la envidia de los sapos acallar el canto de los ruiseñores ni las víboras detener el vuelo de los cóndores. No lo conseguirán, porque aquí estamos los hombres y las mujeres del pueblo, mi general, para custodiar vuestros sueños y para vigilar vuestra vida, porque es la vida de la patria, porque es la vida de las futuras generaciones, que no nos perdonarían jamás que no hubiéramos cuidado a un hombre de los quilates del general Perón, que acunó los sueños de todos los argentinos, en especial del pueblo trabajador”.
Dijo, además: “Yo le pido a Dios que no permita a esos insectos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día! Ese día, mi general, yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la patria para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista”.
“No nos vamos a dejar pisar por la oligarquía”
Durante su discurso Evita advirtió que los trabajadores y el peronismo no iban a dejarse aplastar por las botas de “la oligarquía traidora de los vendepatrias que han explotado a la clase obrera”.
Destacó que “no nos vamos a dejar explotar jamás por los que, vendidos por cuatro monedas, sirven a sus amos de las metrópolis extranjeras; entregan al pueblo de su patria con la misma tranquilidad con que han vendido el país y sus conciencias”.
Aclaró que “nosotros vamos a cuidar de Perón más que si fuera nuestra vida, porque nosotros cuidamos una causa que es la causa de la patria, es la causa del pueblo, es la causa de los ideales que hemos tenido en nuestros corazones durante tantos años. Hoy, gracias a Perón, estamos de pie virilmente. Los hombres se sienten más hombres, las mujeres nos sentimos más dignas, porque dentro de la debilidad de algunos y de la fortaleza de otros está el espíritu y el corazón de los argentinos para servir de escudo en defensa de la vida de Perón.
Por último expresó: “Yo, después de un largo tiempo que no tomo contacto con el pueblo como hoy, quiero decir estas cosas a mis descamisados, a los humildes que llevo tan adentro de mi corazón que en las horas felices, en las horas de dolor y en las horas inciertas siempre levanté la vista a ellos, porque ellos son puros y por ser puros ven con los ojos del alma y saben apreciar las cosas extraordinarias como el general Perón”.