Tras 17 años de la invasión estadounidense, Irak aún siente los rastros de la guerra

Bagdad

Aunque han pasado 17 años desde que una coalición liderada por Estados Unidos y Reino Unido invadió Irak con el pretexto de destruir las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, los rastros de la guerra aún están frescos en el país.

Los conflictos sectarios y los actos de terrorismo que surgieron después de la invasión provocaron la muerte de decenas de miles de civiles y el gasto de miles de millones de dólares. También provocó un entorno en el que surgió el grupo terrorista Daesh.

A los iraquíes, quienes estaban asfixiados por las sanciones impuestas tras la primera guerra del Golfo, se les prometió “democracia” y “estabilidad”, por lo que la operación se llamó “Operación Libertad Iraquí”.

Con el fin de obtener el apoyo de otros países para invadir Irak, Washington y Londres afirmaron que Saddam desarrolló armas nucleares que podrían usarse como armas de destrucción masiva.

“No hay duda de que Saddam Hussein tiene armas biológicas y la capacidad de producir rápidamente más, y muchas más”, dijo el ex secretario de Estado de los Estados Unidos, Colin Powell, el 5 de febrero de 2003 en el Consejo de Seguridad de la ONU (UNSC).

El entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, trató de justificar la invasión mediante la preparación de informes sobre la posesión de este tipo de armas en Bagdad.

Contrariamente a las acusaciones, los investigadores de la ONU en Irak no encontraron rastros de armas biológicas. Pese a la falta de evidencias contundentes y sin la aprobación de la ONU, EEUU y Reino Unido decidieron invadir el país, violando claramente las leyes internacionales.

El 17 de marzo de 2003, Bush le dio 48 horas a Saddam y su familia para que se fueran de Irak y dijo que tomaría una acción militar si no salían del territorio iraquí. El 19 de marzo, las fuerzas de la coalición anunciaron el inicio de la operación.

Las fuerzas militares de la coalición obtuvieron el control de Bagdad el 9 de abril y derribaron la estatua de Saddam ubicada en la Plaza Firdos. Mientras tanto, el líder iraquí había logrado escapar de la capital del país. El 1 de mayo, Bush declaró que la mayoría de la guerra en Irak estaba terminada.

Mientras las operaciones continuaban, el 22 de mayo, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó una resolución que reconocía el derecho de invasión de Washington y Londres.

Hussein fue capturado el 13 de diciembre de 2003, mientras se escondía en Tikrit, al noroeste de Bagdad. Sus familiares y aliados de alto perfil del régimen de Baath, por su parte, se encontraban en Jordania.

En abril de 2004, los medios de comunicación globales revelaron imágenes de prisioneros iraquíes torturados por las fuerzas estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib en Bagdad, revelando una verdad que hasta ese momento se había ocultado.

Las primeras elecciones generales de la nación se celebraron el 30 de enero de 2005, que fue boicoteada por los árabes sunitas de Irak. Los árabes chiítas en el país lograron quedarse con el Gobierno y Jalal Talabani se convirtió en el primer presidente kurdo de Irak.

En 2005, la estructura federal fue adoptada y los kurdos recibieron el “Gobierno Regional Kurdo Iraquí” (KRG, por sus siglas en inglés).

El sectarismo, que se desencadenó tras la invasión, pronto se transformó en una guerra civil que llegó a su punto de inflexión el 22 de enero de 2006, fecha en la que el Santuario Al-Askari en Samarra, uno de los lugares más sagrados para el chiísmo, fue bombardeado.

Posteriormente, Nouri al-Maliki, conocido por sus políticas sectarias, anunció la formación de un gobierno el 20 de mayo de 2006.

Hussein, por su parte, tras haber sido juzgado por tres años, fue ejecutado el 30 de diciembre de 2006.

El 10 de enero de 2007, Washington anunció el envío de 20.000 soldados adicionales a Irak, donde la violencia continuaba aumentando.

Dos años después (2009), el entonces presidente de EEUU, Barack Obama, le prometió al pueblo norteamericano que las tropas estadounidenses se retirarían de Irak para fines de 2011.

Las tropas británicas fueron las primeras en retirarse, 22 de mayo de 2011, mientras que las tropas estadounidenses lo hicieron el 18 de diciembre del mismo año.

Durante los ocho años de mandato de Maliki, el país se convirtió en un baño de sangre, con ataques terroristas y conflictos sectarios. Esto motivó a que cientos de miles de iraquíes abandonaran sus hogares para encontrar refugio en otros países.

Según “Iraqcountybody”, una organización independiente que estudia los datos del Ministerio de Salud iraquí, más de 100.000 civiles fueron asesinados entre 2003-2011 por razones relacionadas al conflicto. La misma organización dijo que el número de muertos civiles llegó a 200.000 en 2018.

Iraquíes cansados

El taxista Abdulwahed Ebrahim, de 67 años, que vivía en Bagdad cuando la tensión sectaria alcanzó su punto máximo, dijo: “El sectarismo y la guerra sectaria nacieron con la llegada de EEUU. La calle Haifa, una de las más importantes de Bagdad, llegó a llamarse como la “calle de la muerte”.

Ebrahim indicó que los iraquíes solo lograron disfrutar de la ayuda después de que las tropas estadounidenses abandonaran el país. Pero agregó, “no hay estabilidad en el país”.

Dilema entre la “invasión” y la “liberación”

Mostafa Mohammed Hashem, un iraquí que vive en Bagdad, dijo: “El 20 de marzo es igual a la fecha de destrucción e invasión. Perdí a muchas personas que conocía en la guerra sectaria. Nuestra vida social y económica se vio interrumpida […] La invasión solo trajo guerra, sectarismo y daño”.

“Falsa democracia”

El analista político iraquí, Ali Suhayl, dijo que Estados Unidos prometió llevar democracia y libertad a Irak tras el derrocamiento del régimen de Saddam Hussein.

“Sin embargo, eso nunca sucedió. No hay tal cosa como la libertad en Irak ahora. Estados Unidos trajo una democracia falsa. Los partidos dominantes de Irak [en referencia a los chiítas] pueden manipular fácilmente las elecciones”, afirmó.

“Saqueo y sistema colapsado”

Murad Zeya, de 40 años, intérprete que vive en Turquía, dijo: “Estuve en Irak el 14 de abril de 2003, poco después de la caída de Bagdad. No había literalmente ningún sistema en el país, era un caos total, sin policías o cualquier funcionario del Estado alrededor para proporcionar seguridad”.

“El 15, cuando entré en Kirkuk, había una agradable lluvia de abril y hermosos árboles alrededor. Pero pude ver algunos edificios incendiados como resultado del saqueo en la ciudad”.

Suheyr Zeya, de 36 años, esposa de Murad, dijo que la inestabilidad en el país alcanzó su punto máximo luego de la invasión de Estados Unidos.

“Los hombres esperaban en las calles y las mujeres protegían sus casas contra cualquier posible saqueo, que fue el resultado tras la caída de la administración central”.

El terror de Daesh y 5 millones de desplazados internos iraquíes

En mayo de 2014, la segunda administración chií asumió el poder. Haider al-Abadi, conocido por sus puntos de vista moderados en comparación con Maliki, fue elegido primer ministro.

La “ocupación de Daesh” y la “crisis financiera” fueron algunos de los problemas más difíciles que enfrentó el nuevo primer ministro.

Los grupos terroristas en Irak prosperaron debido al caos, la corrupción y las políticas sectarias. El grupo terrorista Daesh se extendió rápidamente en las regiones donde los musulmanes sunitas eran la mayoría. Daesh se apoderó de Mosul, la segunda provincia más grande de Irak, sin encontrar ninguna resistencia el 10 de junio de 2014.

Daesh ganó dominio sobre un tercio de Irak, teniendo una presencia superior en Mosul, Anbar, Saladin y algunas partes de Diyala y Kirkuk.

Respaldado por la coalición liderada por Estados Unidos, las fuerzas iraquíes recapturaron Tikrit. En 2016, las fuerzas iraquíes ganaron el control en Faluya de Anbar.

La batalla en Mosul fue más difícil, las autoridades iraquíes tardaron nueve meses en recuperarla de los terroristas. Sin embargo, Mosul se convirtió en una “ciudad fantasma” debido a los estragos de los intensos enfrentamientos.

El 18 de diciembre de 2017, Abadi anunció que la presencia de Daesh en Irak había sido erradicada, pero para ese momento unos cinco millones de ciudadanos ya eran desplazados internos.

El costo de la destrucción en Mosul, Anbar y Saladin ascendió a unos USD 80 mil millones. Además, decenas de miles de civiles perdieron la vida debido a las atrocidades perpetuadas por el grupo terrorista.

Irak, al borde de la división

5.200 tropas estadounidenses en Irak

A pesar de la decisión de Obama a finales de 2011, el Ejército norteamericano regresó a Irak en 2014.

Según una declaración del Departamento de Defensa de Estados Unidos en diciembre de 2017, Washington tiene 5.200 soldados en Irak.

Estas tropas operan principalmente como asesores militares y no se involucran en conflictos.

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