The Wall: Live in Berlin, 1990

El muro que representó la separación de las dos Alemanias y de las dos corrientes políticas e ideológicas dominantes después de la Segunda Guerra Mundial se fue deshaciendo por medios pacíficos hasta su caída final, en lo que se esperaba fuera el comienzo de un nuevo orden mundial.

Con la efervescencia del cambio flotando en el aire, una de las más trascendentes obras conceptuales del rock de todos los tiempos resultó el símbolo perfecto: El Muro. La Pared. TheWall. La metáfora ideal para que ese concierto fuera inolvidable.

Productores y organizadores de ambos lados del antiguo Muro trabajaron durante meses juntos para hacer realidad el evento. El principal productor y responsable de la organización del concierto fue el británico Tony Hollingsworth, a quien Roger Waters le pidió que organizara el evento. Leonard Cheshire (ex piloto de guerra, involucrado en ayuda humanitaria) y Mick Worwood (un organizador de eventos) habían contactado a Waters, quien tenía los derechos sobre The Wall, para proponerle llevar su obra a Berlín. Waters empatizó con Cheshire, tanto en lo personal como con su proyecto de ayuda humanitaria; Roger había perdido a su padre en la Segunda Guerra Mundial (“papá voló a través del océano, dejando sólo un recuerdo”, dice en la amarga canción “Another brick in the Wall part 1”).

A fines de 1989, la reunión entre Waters, Hollingsworth, Worwood y Cheshire confirmó la decisión de hacer el concierto y conformó un grupo que trabajó superando cada obstáculo. Cheshire se puso en contacto con los alcaldes de Berlín Este y Berlín Oeste para consultarles sobre su voluntad de aceptar la realización de un concierto como The Wall en el área de Postdamer Platz, que parecía ser el lugar más adecuado entre todos los evaluados a lo largo del Muro. Las autoridades aceptaron enseguida; ambos interpretaron que una transmisión al mundo desde allí fortalecería la integración entre las dos comunidades berlinesas y alemanas.

Cheshire se contactó con los bancos para enfocar el asunto financiero y el costado caritativo del proyecto, y con el ejército alemán para organizar el “barrido del terreno” a la búsqueda de posibles minas; de hecho, en esta barrida encontraron armas, municiones y un oculto bunker nazi.

Hollingsworth aceptó producir el espectáculo y contactar auspiciantes, pero estaba muy involucrado también en un proyecto homenaje para Nelson Mandela y no podía ocuparse del casting (“no puedo pedirle dos favores seguidos a los artistas”, dijo Tony), entonces Waters recurrió inicialmente a otros agentes para la contratación de los artistas y el manejo de las entradas. Si bien la banda Scorpions dio el “sí” enseguida, muchos artistas que Waters deseaba que participaran no pudieron confirmar su presencia, por lo cual el evento estuvo en peligro de no realizarse. Pero luego del evento tributo a Mandela organizado por Hollingsworth en Wembley, Tony finalmente se involucró en forma directa también en la contratación de los artistas.

Lo primero que consiguió fue el Coro Rundfunk de Berlín Oriental y la Banda militar del ejército soviético. “En tiempos normales, contratar coros y orquestas debe hacerse con un año de anticipación, pero tanto Alemania Oriental como la URSS se estaban desmoronando…”, decía Tony Hollignsworth.

Para la secuencia de “El Juicio” (The Trial) Hollingsworth convenció a Waters (que inicialmente no estaba muy de acuerdo) de hacerlo con actores y no sólo con los muñecos y animaciones de la presentación original de The Wall. El papel de juez finalmente recayó en el gran actor Albert Finney. Luego sugirió a Joni Mitchell para que cantara “Good Bye, Blue Sky”; ella aceptó y Waters estuvo de acuerdo. Luego se confirmaron Tim Curry, Marianne Faithful y Thomas Dolby. Se agregaron Bryan Adams y Sinead O’Connor, y Ute Lemper fue elegida para cantar “The thin ice” y para interpretar a la esposa en The Trial. Luego se incorporaron Van Morrison (para “Comfortably numb”) y Paul Carrack. Finalmente, todo el enorme grupo se reunió en Berlín, donde Michael Kamen ensayaba con el coro y la orquesta y Roger Waters lo hacía con su banda.

El enorme y espectacular escenario fue diseñado y construido por Mark Fischer y Jonathan Park, quienes habían trabajado en las producciones originales de The Wall y en los eventos de Mandela organizados por Tony Hollingsworth en Wembley. Para este evento único en Berlín, las cámaras necesitaban acción permanente y el escenario fue el doble del original. La pared tenía 180 metros de largo y 18 metros de alto. Se utilizaron 2.500 ladrillos fabricados con espuma de poliestireno ignífuga (los originales ladrillos de cartón no eran suficientemente fuertes para una pared del doble de altura de la del espectáculo original). Los ladrillos luego serían reciclados y utilizados como aislantes en la industria de la construcción.

A ambos lados del escenario había dos grúas-torre de 50 metros de altura con plumines de 40 metros. Se construyó un puente sobre el escenario y se hicieron dos aberturas para poner enormes pantallas en cada extremo de la pared. Delante de la muralla había un frente lo suficientemente ancho como para que limusinas, camiones (fueron proporcionados por el ejército ruso, que rechazó prestar tanques) y la banda se trasladaran por ahí. Hubo títeres gigantes, un cerdo negro inflable, gráficos, caricaturas y proyecciones que incluían un montaje de recortes de prensa sobre conflictos del siglo XX, graffitis e imágenes contemporáneas.

The Wall trata sobre la soledad y la incomunicación, utilizando la metáfora de un muro construido entre un artista de rock y su audiencia; una barrera en la que el mismo Roger Waters se había visto inmerso. Berlín no tenía nada que ver con el significado original de The Wall, pero el muro como símbolo agregó un matiz político a la obra que resultó especialmente conmovedor.

Waters extendió algunas secciones instrumentales e hizo arreglos para la orquesta y el coro junto a Michael Kamen, el director de orquesta, que jugó un papel clave en la calidad musical del espectáculo.

Los temas inolvidables de The Wall (obra compuesta en 1979) conmovieron en Berlín de manera diferente. “In the flesh”, “Another brick in the wall”, “Mother”, “Goodbye blue sky”, “Hey you”, el inigualable “Comfortably numb”, con sus dos inolvidables solos de guitarra, “Run like hell” y los demás temas se transforman en una aplanadora de música deslumbrante; la calidad musical de la obra, los arreglos de la misma para orquesta y coro y la búsqueda de adecuar los temas a las características de los distintos cantantes no hizo más que agregar emoción al versionar The Wall de una manera aún más asombrosa. A lo largo de la primera mitad de la obra, los conocidísimos y extraordinarios temas se van sucediendo mientras se construye la pared blanca delante de los músicos. La pared termina de cerrarse cuando Roger Waters termina el tema “Goodbye cruel world” diciendo “goodbye”: el último ladrillo se coloca en la pared, pero la música sigue detrás de la misma. La cámara enfoca a los músicos y a Waters detrás del muro, mientras en “Bring the boys back home”, una banda de soldados desfila delante del muro, en el que se proyectan imágenes relacionadas con la guerra y conflictos mundiales.

Los músicos tocan detrás de la pared y el público ve delante de la pared las escenas correspondientes a cada tema, hasta que llega El Juicio, luego del cual el muro comienza a desmoronarse hasta quedar completamente destruido. Este momento es único; la emoción y la ovación del público son estremecedoras. El gran final encuentra a todos los músicos en una plataforma, ascendiendo sobre los escombros del muro. Entonces la guitarra de Snowy White recorre una hermosa melodía y Roger Waters comienza a cantar, en su bajísimo registro, “The tide es turning”. Continúa Joni Mitchell, luego la voz impetuosa de Cyndi Lauper que se desgañita, luego Bryan Adams, después Van Morrison, y finalmente todos los artistas cantan y corean esa bellísima canción que se convierte en el himno final de la noche. Glorioso. Un tornado de música deja un muro derrumbado y un público estremecido que jamás olvidará esa noche.

Durante el concierto hubo algunas fallas en la energía eléctrica que perjudicaron el sonido, por lo cual los artistas (excepto Sinead O’Connor, que se negó) se quedaron luego del show para grabar nuevamente algunas canciones para que pudieran escucharse bien en el CD y en el DVD del concierto; para la parte de Sinead se utilizó la grabación del ensayo general del día anterior.

“The Wall: Live in Berlin” fue visto por 350.000 personas en vivo y transmitido a más de 500 millones de personas en todo el mundo. Fue transmitido a 52 países, retransmitido a otros 20 y transmitido por radio a 65 países.

La producción de “The Wall: Live in Berlin” fue financiada por Roger Waters y por el “Memorial Fund for Desaster Relief”, la organización benéfica de Leonard Cheshire. La empresa de Tony Hollingsworth, “Tribute”, financió de la producción de radio y televisión y de los artistas. El plan original de Waters era donar todas las ganancias a la organización benéfica, pero los costos totales superaron con creces el presupuesto estimado, por lo cual la organización benéfica no ganó dinero. Los ingresos generados por el DVD sí llegaron y siguen llegando a la organización de Cheshire.

Finalmente, los artistas: Scorpions, Ute Lemper, Garth Hudson, Cyndi Lauper, Thomas Dolby, Joni Mitchell, James Galway, Bryan Adams, Jerry Hall, Paul Carrack, Van Morrison, Tim Curry, Mariane Faithful, Albert Finney, The Bleeding Heart Band (Rick Di Fonzo, Andy Fearweather Low, Nick Glennie-Smith, Snowy White, Peter Wood, Joe Chemay, Jim Farber, Jim Haas, John Joyce), Michael Kamen, el coro y orquesta Rundfunk, la banda del ejército soviético… y Roger Waters.

“Teatral y musicalmente, un espectáculo sin igual en el mundo.”

Y… sí.

teh wall

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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