Niños y adolescentes de las escuelas de la zona se manifestaban protestando por un decreto emitido por el gobierno que establecía la obligatoriedad de la enseñanza en afrikaans, la lengua de los blancos afrikaners, descendientes de los primeros holandeses que colonizaron el cabo. Los estudiantes negros pedían al gobierno lecciones en sus lenguas nativas, mientras coreaban consignas contra el apartheid. El sistema segregado de educación, establecido en los años ’50, obligaba a los ciudadanos negros a pagar para sistir a escuelas en muy malas condiciones edilicias, con clases superpobladas, profesores mal preparados y planes de estudio mal diseñados; todo eso mientras la enseñanza pública para los blancos era gratuita y de mucha mejor calidad.
Los manifestantes se dirigían a un estadio para desarrollar allí una protesta organizada. Un policía blanco lanzó una granada de gas lacrimógeno y otros dispararon contra la multitud, matando a cuatro manifestantes. Así se inició el alzamiento de Soweto, el episodio más sangriento de una serie de rebeliones de ciudadanos negros y represalias policiales de las décadas de los ’60 y ’70. Al día siguiente, Soweto amaneció militarizado, con cerca de 1500 agentes de policía fuertemente armados, tanques blindados recorriendo las calles y vigilancia policial desde los helicópteros.
Las fotos de la masacre recorren el mundo, especialmente la imagen del primer niño asesinado durante las marchas, Hector Pieterson, de 12 años, que es llevado en brazos por otro estudiante, desfalleciente y con la cabeza ensangrentada, mientras su hermana pequeña Antoinette corre junto a ellos desesperada. Soweto sacude los cimientos mismos del apartheid, el régimen político que estructura de Sudáfrica desde 1948 pero cuyas raíces provienen del siglo anterior.
La difícil y dolorosa historia del movimiento estudiantil en Sudáfrica tuvo un gran héroe: Stephen Biko. En 1968, mientras estudiaba en la facultad de medicina, Biko fue co-fundador de la Organización de Estudiantes Sudafricanos, el primer grupo antisegregacionista de jóvenes negros. Anteriormente, las organizaciones estudiantiles estaban dominadas por blancos conservadores.
Biko y la nueva organización formaban parte de un movimiento más amplio: Conciencia Negra (del que Biko fue también uno de los iniciadores), que buscaba superar el sentimiento generalizado de inferioridad que afectaba a la mayoría oprimida de la nación sudafricana. El movimiento estimulaba el orgullo negro e insistía en que los ciudadanos negros debían encargarse de su propio desarrollo y liberación, superando el contexto desfavorable en el que vivían.
Stephen Biko fue oficialmente censurado: se le prohibió actuar políticamente, abandonar su ciudad (King Williams Town), hablar o escribir sobre sus ideas políticas, convocar a reuniones o actos; tenía prohibido incluso hablar con más de una persona a la vez (insólito, pero así como se lee).
Las circunstancias de la muerte de Biko fueron condenadas a nivel internacional. Doce jefes de Estado asistieron a su funeral. El gobierno sudafricano respondió prohibiendo varias organizaciones e individuos, entre ellos Donald Woods, el periodista cuya amistad con Biko sería inmortalizada en la película “Grito de Libertad”. Las autoridades sostuvieron inicialmente que Biko había fallecido como resultado de una huelga de hambre. En esta situación de represión total, otros líderes, muchos de ellos pertenecientes al movimiento de Conciencia Negra, decidieron huir del país. Esto tuvo una consecuencia inesperada: Conciencia Negra había renegado durante mucho tiempo del Congreso Nacional Africano (CNA, la oposición tradicional al Apartheid), pero los líderes de Conciencia Negra se exiliaban ahora en países (Zambia, Reino Unido, la URSS o Mozambique), donde sólo el CNA tenía infraestructura suficiente para seguir con la lucha. Eso hizo que Conciencia Negra comenzara a acercarse al CNA.
Recién en 1997 varios policías admitieron ante la Comisión de Verdad y Reconciliación haber asesinado a Biko.
Jamás fueron encarcelados.