Sarah Buell Hale y el corderito de Mary

Entre sus muchas tareas asistenciales, esta docente autodidacta fundó la “Sociedad de Ayuda a los Marineros”, que asistía a las familias de navegantes que morían en altamar (un problema social en la costa de Massachussets, de donde partían barcos balleneros que recorrían el mundo).

Desde su puesto de editora asistió a jóvenes escritores como Lydia Sigourney, Eliza Cook y Caroline Lee Hentz, además de autores como Nathaniel Hawthorne, Washington Irving y Parker Willis, convertida así en árbitro de la cultura norteamericana y activista de los derechos de las mujeres. Desde los medios que dirigió fue una ferviente antiesclavista, defensora de la unión de los estados (mantuvo una relación epistolar con Abraham Lincoln) y promovió la creación del “Día de Gracias” como un día vacacional para unir a las familias dispersas por el enorme país del Norte, honrando la memoria de los primeros habitantes de la Nación. Después de la Guerra Civil, era necesario un día de reunificación para superar el estrés del desencuentro. También instó a conservar la propiedad de George Washington en Mount Vernon como sitio histórico y juntó fondos por 30.000 USD a fin de completar el Bunker Hill Monument, donde está esculpida en la piedra la esfinge de cuatro presidentes norteamericanos, incluido Lincoln.

Sin embargo, y a pesar de sus logros y su activa vida en pro de la cultura norteamericana, alcanzó la mortalidad (o mejor dicho una mayor fracción de inmortalidad) cuando Thomas Alva Edison grabó el pegadizo poema de Mary y su corderito.

 

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