Samuel Colt: El Pacificador

Samuel Colt nació en julio de 1814, y murió en enero de 1862, siendo uno de los hombres más ricos del mundo, gracias a una idea que se le ocurrió mientras trabajaba en una nave a vela que lo llevó a la India.

Samuel siempre estuvo interesado en la producción de pólvora y desarrollo de armas. En uno de sus experimentos produjo una explosión que dañó parte de su casa. Su padre, Christopher, un pequeño empresario de Hartford, lo castigó embarcándolo en una nave como grumete. Hasta entonces, la vida de Samuel no había sido muy feliz, quedó huérfano de madre y sometido a las arbitrariedades de su progenitor. De los ocho hermanos que tuvo, las tres mujeres de la familia se suicidaron en la infancia, y uno de sus hermanos, John Colt, fue condenado a muerte por un asesinato.

Samuel desde muy joven mostró un espíritu inquieto y aptitudes para inventar cosas, entre ellas un arma que pudiese disparar a repetición.

Mientras estaba en viaje a la India, al observar el trinquete, encontró una forma secuencial de disparar: el revólver.

Al volver, le mostró su idea a su padre, y si bien no logró entusiasmarlo, éste decidió manufacturar los primeros dos revólveres con un modelo de madera hecho por Samuel. Lamentablemente, las armas fueron hechas con materiales de mala calidad y no lograron cubrir las expectativas del joven inventor ni de su progenitor.

Este fracaso no amedrentó al joven Colt, quien buscó la asistencia de armeros. Para juntar dinero a fin de continuar con sus inventos, trabajó en exhibiciones de gas hilarante (el óxido nitroso, que después sería la base de la anestesia médica).

A los dieciocho años presentó una patente para el revólver y decidió viajar a Inglaterra para ver los rifles diseñados por Elisha Collier. También aprovechó el viaje para presentar su patente en Inglaterra.

No solo perfeccionó el sistema Collier, sino que abarató su producción, ya que promovió la cadena de producción y el fácil reemplazo de las partes. El primer modelo fue el Colt Paterson de cinco tiros, que tenía el inconveniente de demorar la recarga. Superado el escollo, salió a promover el modelo, y lo hizo presentándose ante el presidente Andrew Jackson, que había llegado a general durante las guerras de la Independencia. El presidente les presentó al joven inventor a las autoridades de la Marina y el Ejército, quienes no vieron el potencial del producto. Además, existían limitaciones burocráticas para la adquisición de las armas. Esto, más la crisis económica de 1837 bajo la presidencia de Martin Van Buren, llevó el negocio a la banca rota.

Entonces, Colt destinó su ingenio al desarrollo de cables submarinos, originalmente, estaban destinados a uso de minas, pero Colt logró entusiasmar a Samuel Morse a instalar cables submarinos para transmitir con más facilidad las noticias.

La idea de perfeccionar el revólver no lo abandonó, y cuando recibió el pedido de 1.000 armas del capitán Samuel Walker de los Texas Rangers, Colt reactivó el negocio, y desarrolló el Colt Walker, de amplio uso durante las guerras con los Comanches (los aborígenes más aguerridos de aquellos tiempos).

El éxito del modelo, le valió nuevas compras y la expansión de la fábrica de Hartford. Sin embargo, acá no acabaron los problemas de Colt, quien debió enfrentar una batalla legal por sus patentes, contra Allen & Thurber. En el ínterin, Colt comenzó a vender sus armas a distintos países.

A cada país en conflicto le decía que acababa de vender sus revólveres al contrincante. La política intimidatoria a la que hacíamos referencia al principio.

Antes de la Guerra Civil, se casó con Elizabeth Jarvis. En 1861 se enlistó en el Ejército Federal, aunque jamás entró en combate.

Un años más tarde, en enero de 1862, Samuel Colt falleció a los 47 años, dejando una fortuna de 15 millones.

No solo la compañía los subsistió y continúa produciendo nuevas armas (como la ametralladora Colt Browning), sino que dejó una frase que quedaría en la historia: “Dios creó a los hombres, pero yo los hice iguales”, porque como todos sabemos, desde que existen las armas de fuego, se acabaron los piolas…

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