Rock nacional de los ’70

Las bandas grababan muchos discos, cada una tenía su estilo, cada una tenía sus fans y el público aceptaba propuestas diferentes, todas de calidad. Había muchos conciertos (en su mayoría no multitudinarios) cuya organización solía ser informal y no muy eficiente, eran como grandes reuniones de tribus que sabían lo que iban a ver y escuchar y que se sentían parte de algo (una mística, un mensaje, una forma de ver las cosas) que la música les entregaba.

La década del ’70 en Argentina fue política y socialmente conflictiva. La desmesura, la censura, la inestabilidad política y la violencia organizada dieron un marco que derivaría en tragedia. En medio de ese clima, el rock entregaba música de calidad en una cantidad que no se repetiría en las décadas siguientes.

La década empezó con bandas que se disolvían: Almendra (Luis Alberto Spinetta, Emilio del Guercio, Edelmiro Molinari y Rodolfo García), Manal (Claudio Gabis, Javier Martínez y Alejandro Medina), Los Gatos (Litto Nebbia, Ciro Fogliatta, Alfredo Toth, Oscar Moro, Kay Galifi) y Los Abuelos de la Nada en su primer período (Miguel Abuelo, Pappo, Héctor “Pomo” Lorenzo y otros).

“Cometimos el error de tocar tres años seguidos a un ritmo insoportable, terrible y fantástico”, decía Javier Martínez; “separarnos fue la cosa más perfecta que hicimos”, dijo Litto Nebbia. Almendra siguió tocando unos meses luego de la separación formal y se reuniría brevemente en 1979 para hacer seis conciertos en Obras (sólo dos estaban previstos originalmente).

Pappo’s Blues, recién formado como power trío (Norberto Napolitano “Pappo”, David Lebón y Black Amaya), se disolvió luego de grabar el primer disco, ya que Pappo se fue a Londres. Los discos siguientes, a lo largo de la década, serían todos con formaciones diferentes.

Billy Bond y la Pesada del Rock and Roll duró cuatro años y fue una banda pionera del hard rock que cambió constantememnte sus integrantes y en la que tocaron muchísimos músicos talentosos en sus primeros pasos, entre ellos Spinetta, Pappo, Lebón, Gabis, Pomo, Pajarito, Rinaldo, Vitico, Black, hasta Charly. La banda era anárquica por naturaleza, y es muy recordado el concierto en el Luna Park en el ’72 en el que Billy Bond dijo a sus fans “¡rompan todo!” (le hicieron caso, por supuesto) y se desató una batalla campal.

billy bond

 

 

 

 

Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll

 

 

Dos bandas formadas también a fines de los ’60 se mantenían en plena actividad: Arco Iris (Gustavo Santaolalla, Ara Tokatlián y otros), Vox Dei (Willy Quiroga, Rubén Basoalto, Ricardo Soulé). Estas dos bandas serían de las más importantes de la historia del rock argentino, con trayectorias extensas más allá de los cambios en sus formaciones. “La Biblia”, la impresionante obra de Vox Dei, es quizá la obra conceptual más trascendente de la historia del rock nacional.

En los inicios de los ’70 también había solistas trascendentes como Moris y Litto Nebbia, que tendrían una extensa carrera y gran influencia en el rock nacional, y el dúo Pedro y Pablo (Miguel Cantilo y Jorge Durietz), que se disolvería en el ’75.

Y aparece Sui Generis (Charly García y Nito Mestre), el dúo más importante de la historia del rock nacional, con canciones hermosas y letras que arrastraron literalmente a los jóvenes detrás de ellas. Hicieron tres discos excepcionales pero muy diferentes entre sí (“Vida”, “Confesiones de invierno” y “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones”) y sus conciertos eran verdaderas ceremonias entrañables (agregaban a Rinaldo Rafanelli en guitarra y a Juan Rodríguez en batería); duraron poco y disolvieron el dúo con los inolvidables conciertos (“Adiós Sui Generis”) en el Luna Park.

sui generis

 

 

 

 

Sui Generis

 

 

Mientras tanto, Luis Alberto Spinetta formaba Pescado Rabioso, que tampoco duró mucho (del ’71 al ’73) pero creó tres discos excelentes, con Artaud como la frutilla del postre (se adjudica el disco a Pescado, aunque es una obra casi exclusiva de Luis). Edelmiro, después de Almendra, formaba Color Humano (con Rinaldo Rafanelli, Lebón y Moro) y Emilio del Guercio y Rodolfo García recalarían en Aquelarre (con Héctor Starc y Hugo González Neira), otra buena banda que duraría seis años.

Alma y Vida (Carlos Mellino, Bernardo Baraj, Gustavo Moretto, Juan Barrueco y otros) hacía un rock diferente, ya que tenían saxo y trompeta y la voz de Mellino era de un timbre especial. Hacían un disco por año y su primer disco fue excepcional.

Mientras tanto, en otra línea, El Reloj (Willy Gardi, Bocón Fraschino, Eduardo Frezza, Locomotora Espósito y otros), hacía hard rock siguiendo un estilo propio que los transformaría en pioneros del género. Sus conciertos eran especialmente vigilados por la policía, hay que decirlo, sobre todo en el conurbano.

En el ’73 aparecen dos solistas que marcarían una línea propia: Raúl Porchetto (mejor compositor que cantante) y León Gieco, este último con dos discos iniciales maravillosos, con un estilo que alternaba baladas estilo Bob Dylan (“En el país de la libertad”, “Hombres de hierro” y muchas otras) con canciones que conformaban una especie de folklore “eléctrico”, con una voz áspera y un estilo único. Tenía puntos en común con Víctor Heredia, otro gran músico con una voz impresionante pero más poético y acústico, más canción que balada. Heredia a su vez tomaba elementos de Facundo Cabral, un trovador no encasillado que darramaba poesía, humor, sarcasmo y frases inolvidables. Y ya nos fuimos un poco del rock, pero vale recordar a estos músicos que influenciaron generaciones.

Después de Pescado, Luis Alberto formaba Invisible con Pomo y Machi (sacarían tres buenos discos, entre ellos “Durazno sangrando” y se separarían en el ’77) y aparecían dos dúos acústicos que tuvieron mucha presencia: Vivencia (Eduardo Fazio y Hector Ayala), cuyo segundo disco “En mi cuarto” fue memorable, y Pastoral (Alejandro de Michele y Miguel Ángel Erausquin), cuyo segundo disco “En el hospicio”, oscuro y de muy buenas letras, también fue trascendente.

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Invisible

 

 

Llegaría Crucis (Gustavo Montesano, Pino Marrone, Gonzalo Farrugia, Aníbal Kerpel) con su música estilo rock-ambient-progresivo, y su segundo disco, “Los delirios del mariscal”, fue impactante, algo diferente a todo lo conocido y de una altísima calidad.

Después de separarse de Sui Generis, Charly García formó La máquina de hacer pájaros y Nito Mestre formó Nito y los desconocidos de siempre. Cada uno de ellos hizo tres discos con sus formaciones.

Aparecieron Soluna (Santaolalla, Alejandro Lerner, Horacio Gianello y otros), de muy buena música, Alas (Gustavo Moretto, Carlos Riganti y otros) y Polifemo (Lebón, Rafannelli y Rodríguez), grupos que duraron muy poco pero que hacían buen rock, y Luis Alberto formó, hacia el final de la década, un grupo que duró hasta 1985 y tuvo muchos cambios (pasaron por él Pedro Aznar, Diego Rapoport, Leo Sujarovich, Lito Vitale, Mono Fntana, Pomo, Lito Epumer, etc): Spinetta Jade, que dejó su primera joyita, Alma de Diamante, al terminar los ’70.

El final de la década (1978, concretamente) selló la aparición del supergrupo: Serú Girán (Charly García, David Lebón, Pedro Aznar, Oscar Moro). Después de una temporada en Buzios durante la cual Charly y David componían música y se divertían, se quedaron sin dinero. Charly viajó a Buenos Aires a buscar víveres, contactó a Moro para el proyecto que estaban pergeñando en Buzios, y luego convenció a Aznar. El primer disco, Serú Girán, fue extraordinario. Sin embargo, el concierto presentación del mismo, en Obras, fue caótico. La banda estaba en un gran momento, había más de veinte músicos en el escenario, pantalla gigante, todo… Pero Charly quiso bromear y propuso hacer una especie de sátira a la música disco, en ese momento de moda. El público no lo entendió, ceyó que estaban tocando eso “en serio”, y comenzó a abuchear. David empeoró las cosas haciendo un chiste sobre homosexuales, el público empezó a pedir temas y Charly contestó “no vamos a hacer ninguno de los temas que piden”. El público comenzó a gritar “¡Charly nos cagó!”, y Charly retrucó “¡Ustedes se cagan solos!” Así fue el comienzo de la relación del público con lo que sería la banda más grande (“el único supergrupo argentino”, dicen muchos aún hoy) del rock nacional. Todo eso cambiaría radicalmente y el público se rendiría ante una música brillante.

Serú Giran

 

 

 

 

Serú Giran

 

 

El grupo sacaría después “La grasa de las capitales” y “Bicicleta”. Ya en la década siguiente, Peperina, y en 1992, Serú ’92. Pero eso ya está fuera de la década dorada del rock nacional, la del ’70.

Es imposible profundizar en pocas líneas sobre la calidad y cantidad de las obras musicales de la época. Una enumeración de lo más saliente no alcanza a impregnar los sentidos, pero vale mencionar algunas grandes obras de la época:

La Biblia (Vox Dei), Almendra I (Almendra), Yo vivo en esta ciudad (Pedro y Pablo), Tiempo de resurrección (Arco Iris), Alma y Vida I (Alma y Vida), León Gieco I, La banda de caballos cansados (León Gieco), Durazno sangrando, Artaud (Pescado Rabioso), Confesiones de invierno, Pequeñas anécdotas sobre las instituciones (Sui Generis), En mi cuarto (Vivencia), En el hospicio (Pastoral), Los delirios del mariscal (Crucis), Serú Girán, La grasa de las capitales, Bicicleta (Serú Girán).

Habrá seguramente algunos que falten, pero los que están… son inolvidables.

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